Las incongruencias de las administraciones (de todas ellas) son continuas y de todo tipo. Muchas no se entienden se miren por donde se miren. Por lo visto, en la prisión de Picassent se dejaron de realizar cursos de defensa personal para los funcionarios por falta de presupuesto. Esto podría entenderse si han habido recortes y se tienen que atender otras prioridades. Ahora bien, si al mismo tiempo que se anulan estos cursos, el mismo centro se gasta casi ocho mil euros en materiales para que los presos puedan realizar clases de boxeo… la verdad es que uno se queda un tanto patidifuso.
La denuncia la ha presentado la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias. El sindicato afirma que el centro penitenciario ha alegado «falta de fondos» para no seguir con los cursos de los funcionarios.
En cuanto a los cursos de boxeo para presos…
Cursos de boxeo para presos. ¿Qué sentido tiene gastarse el dinero de los contribuyentes en estas cosas?
1.- Podían participar presos de ocho módulos diferentes y presas de dos módulos.
2.- El curso era impartido por un interno condenado por abusos sexuales a menores.
3.- Según el sindicato [yo opino lo mismo] esto supone un «enorme despropósito» porque «se pone en grave riesgo la seguridad de los trabajadores y también la de los internos».
4.- No puede considerarse como una actividad orientada a la reinserción en la sociedad de los presos.
5.- El dinero se ha utilizado en materiales para esta actividad. Entre dichos materiales había noventa combas, que por sus características y dimensiones se consideran un objeto prohibido en el centro.
Uno se pregunta cómo pueden ocurrir este tipo de insensateces. ¿Quién toma las decisiones? ¿En base a qué criterios? Ahora solo faltaría que nos dijeran que el material ha sido suministrado por el amiguete de alguien.
Ramón Cerdá