El final de la carta de Arcadi Espada el pasado domingo:
Por el contrario, la obligación de sus majestades sería
desentrañar con fuerza, trabajo y humildad cómo (el único porqué legítimo es el
que se desprende del cómo) se están construyendo catastróficos consensos
sociales a fuerza de mentiras. La obligación, también, de no invocar
justificaciones nacidas de la mala conciencia, del infantilismo de adjudicar
causas, es decir, causas justas, es decir, justicia, a cualquier reivindicación
que prenda en la desigualdad humana. La obligación final de denunciar que los
métodos populistas para acabar con la desigualdad pertenecen a encantos
(nacionalismo, comunismo) cuya única vinculación con lo real es el rastro de
muerte que han dejado en la historia.