Dahomey -recuperar lo perdido

Publicado el 16 diciembre 2024 por Jorge Bertran Garcia @JorgeABertran

La directora francesa de origen senegalés, Mati Diop, firma el documental titulado Dahomey (2024), cinta ganadora del Oso de Oro a la mejor película en el Festival de Berlín. Lo que nos cuentan es cómo Francia, en 2021, decide devolver 26 objetos artísticos del siglo XIX -¡De los 20.000 que posee!- a la república de Benín, en África Occidental. El gesto del Gobierno galo es recibido con alegría en Benín, pero también como un insulto, como una reparación insuficiente del saqueo colonial. La directora y guionista Mati 
Diop utiliza imágenes cargadas de significado para contar la historia. Empezando por el primer plano de la película, que nos muestra una manta de souvenirs de la torre Eiffel en París, que, sabemos, pertenece a un inmigrante que sobrevive vendiendo recuerdos del inmenso patrimonio cultural francés a los turistas. Una imagen que resume todo el significado de esta fantástica película. Diop nos muestra el viaje de las piezas desde Europa hasta África y decide ponerle voz a la escultura de uno de los reyes/dioses que representa, más que un tesoro antropológico, más que una obra de arte, un objeto de culto. Precisamente, lo que denuncia el pueblo beninés es haber perdido gran parte de su patrimonio cultural tras el saqueo colonial. En la película, al llegar a la república de Benín escuchamos también las voces de jóvenes, de expertos y activistas en una asamblea en la que analizan los problemas de su país, la pérdida de su identidad nacional y el estar expuestos a la influencia cultural de otros imperialismos como Disney o Hannah Barbera. Dahomey nos muestra el proceso de retirada, embalaje, transporte de las 26 piezas para luego ser desempaquetadas, evaluadas y expuestas. En ese trayecto queda retratada la sociedad beninesa, sus conflictos y luchas -que son las de la mayoría de naciones del tercer mundo- pero también, por contraste, la actitud imperialista francesa. Estamos ante un documental de poderoso contenido sociológico y político, ante una clara denuncia, pero también hay fugas poéticas, gracias a la belleza plástica de las imágenes, a la narración mítica y religiosa de esa pieza número 26 que acerca la película al género fantástico; y al recurso simbólico del océano del que se vuelve a servir aquí la directora de Atlantique (2019).