Un apartamento ordinario en una tranquila calle de un barrio habanero. Hay que tocar y solo entras si la recomendación que llevas es conocida de la casa. Luego no hay preámbulos, una muchacha te hace pasar a un cuarto del apartamento que ya no es cuarto sino un pequeño almacén organizado y bastante bien surtido tratándose de lo que se trata.
–¿Cuánto cuesta esta cartera?
–Bueno, no sé si le explicaron, pero yo no vendo, yo alquilo.
–¿…?
–Sí, mi licencia es de alquiler de ropa para fiestas. Usted lo que tiene que hacer es dejar el valor de la pieza en fondo. Pasados diez días, si usted no la devuelve, yo le doy de baja en mi inventario.
–¿Diez días, no?
Me voy con mi cartera y con una sonrisa. “Si no lo puedes saltar, dale la vuelta”.