No soy una princesa. Está claro. He dormido con una cosa en el colchón y no me he inmutado. Ni por un segundo me he desvelado ni se ha visto alterado mi sueño. Vale, en el cuento se trata de un guisante y no de una entrada de cine pero... El caso es que he dormido como un tronco y hubiera seguido.
No soy una princesa, peco de no ser lo suficientemente diplomática en determinadas situaciones. Pese a que me esfuerzo mucho por serlo y suelo salir airosa de ciertos enfrentamientos. No tengo la agenda tan sumamente llena como para no acordarme de mis amigas, y no, no tengo la sangre azul. La tengo bien roja y me hierve con algunas cosas. Quizá porque de lo que sí que peco es de detallista, y aquellos que son de mi condición saben de lo que hablo. No esperas que la gente te corresponda en gestos, pero en la línea del tiempo te encuentras muchas veces dándote cabezazos contra las paredes por esperar demasiado de los demás. Y duele.
Ya me lo dijo mi padre hace tiempo, "No esperes nada y no sufrirás.". Sabiduría no le falta, y debería aplicarlo más a menudo. Asi que me lo he propuesto, esta misma mañana he empezado a construir mi coraza. No durará lo establecido para protegerme lo suficiente, pero al menos tendré la sensación de haberlo intentado un poco más que de costumbre. Pienso darlo todo, llegar hasta donde no he llegado hasta ahora.
Dádme pan y llamádme tonta, que yo me voy a poner a mezclar refranes que es algo muy divertido y a lo que me entretengo jugando con una gran amiga que nunca me abandona.Y a seguir con la semana que ya vamos por la mitad.
Feliz miércoles a todos!