En el oeste de la provincia de Sichuan, de fuerte tradición tibetana, se encuentra el condado de Danba, una tierra caracterizada por el gran número de torres y edificios fortificados que se hallan en ella: el propio nombre de Danba significa “la ciudad de roca”.
Las torres de Danba empezaron a construirse en el año 1700 aC. Según un recuento, hay un total de 562 torres y fortalezas repartidas por todo el condado, de las cuales 216 permanecen intactas. Miden entre 16 y 35 metros, están construidas con piedra y tienen diversas formas, existiendo algunas con hasta 13 lados. Destacan no sólo por su número y variedad, sino también por su rica decoración de colores y muebles pintados.
Estas se usaban con diversos fines: proteger los lugares de paso, como atalayas y, sobre todo, como refugio frente a los ataques: los habitantes de las aldeas se escondían en su interior a través de una entrada situada a unos cinco metros del suelo, a la que se accedía mediante una escalera de madera; una vez dentro retiraban la escalera y permanecían a salvo, mientras que desde su interior los arqueros podían atacar a los enemigos.
Según una leyenda local, las torres tienen también otro origen: Los habitantes de Danba dicen que, hace tiempo, vivía en esta tierra un demonio que se alimentaba de las almas de los niños recién nacidos. Por ese motivo, al nacer, los padres escondían el niño en la torre y, a cada año que pasaba, añadían un piso; cuando el chico cumplía 18 años, le entregaban una espada y lo enviaban a enfrentarse al demonio.