Daniel Barredo, autor de ‘El tabú real’: “La Corona española desaparecerá antes de que pasen diez años”.

Publicado el 19 julio 2013 por Santiagomiro


Daniel Barredo, doctor en Periodismo, licenciado en filología Hispánica, novelista y poeta, acaba de publicar “El tabú Real”(Ed. Berenice), un ensayo en el que analiza la forma en que los medios de comunicación han ido postergando hasta lo inevitable toda crítica contra Juan Carlos Iy su descendencia. Se trata de un libro sobre comunicación con ciertos toques de humor no achacables al autor, sino a la propia Casa Real. Por ejemplo, cuando glosa una juancarlista campaña nacional de publicidad encubierta de la asociación de ‘Cerveceros de España’. “La monarquía retorna a España por un capricho de Franco –declara en una entrevista en Cuartopoder, realizada por Aníbal Malvar–, que era monárquico por encima de todo. Don Juan Carlos hereda de Franco, como comento en mi libro, las atribuciones reales y simbólicas del dictador; luego, en la Transición, se legitimó la monarquía constitucionalmente. Fue un triunfo de la monarquía sobre la democracia, porque don Juan Carlos se aseguró la inviolabilidad jurídica, la protección penal, la opacidad sobre su gestión y sus cuentas, etcétera. Lo que estamos viviendo hoy en día, más que un desmoronamiento de la monarquía, es un desmoronamiento de la Transición, hacia una interpretación de la democracia, que es lo que no hemos tenido todavía en España. La cuestión es si España ha dejado de ser alguna vez franquista. No es solo la monarquía: es la presidencia del Gobierno o el funcionamiento de los partidos políticos o del Congreso de los Diputados, por ejemplo. No ha habido ruptura con el franquismo, sino que el franquismo se adaptó y se prolongó con la llamada Transición. Eso es lo que yo llamo el ‘franquismo integrado’ ”
“En tu libro –advierte A. Malvar– hablas de la genuflexión periodística general. Pero también aludes a la Universidad. ‘La Corona ha dado la espalda a la Universidad’. Pero también da la impresión de que la Universidad ha dado la espalda a la Corona desde su advenimiento para, cobardemente, evitar el análisis de su papel ambiguo en nuestra historia reciente. Más que dar la espalda, yo diría que nuestra universidad se ha puesto, cómodamente, en sombra”. Barredo asegura que la Universidad está tan corrupta como el resto de las estructuras de poder. “Está todo podrido, desde la base. Hay muy poca innovación. En parte, es culpa de los catedráticos, porque muchos siguen siendo todavía los caciquillos franquistas, ante los cuales hay que rendirse o sufrir, como fue mi caso. Cuando empecé a investigar la comunicación de la Corona, me llamaban “inculto”, decían que mi trabajo estaba mal planteado, calificaban mi tesis como “una tesis de autor”, y, por supuesto, me rechazaron todas las becas de investigación. Luego John Balmer, una autoridad mundial en Marketing Corporativo, va y dice que este libro es “una obra importante en su ámbito”. Al poco de doctorarme ya tenía ofertas de trabajo en tres países. Y sin enchufes.
“¿Cómo es posible –pregunta Malvar– que los dos grandes medios en papel de la última España, El País y El Mundo, se declaren republicanos hasta en sus libros de estilo y después nos adoctrinen en las grandezas y hermosuras de la institución regia? ¿Es hipocresía o solo es miedo?”. Barredo contesta que es muy difícil situarse a la contra de una institución que cuenta con el apoyo de todo el aparato de Estado. “Incluso el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha criticado la ‘sobreprotección’ de la monarquía. ¿El País republicano? En un estudio pionero, Pini lo calificó como ‘portavoz de la monarquía’. No por casualidad el actual director de Comunicación de la Casadel Rey tiene una dilatada experiencia como periodista del Grupo Prisa”. Dice que las monarquías son “marcas corporativas patrimoniales”, como las definen algunos de los últimos estudios en marketing. Y que la Corona ofrece un producto, del mismo modo que la Coca-Cola, Microsoft o el Banco Santander. “Pero los gestores de la Casa del Rey no han sabido organizar las rutinas de lo que debería ser el primer departamento de marketing corporativo del país. Fíjate en la corona británica: apolillada pero altamente valorada. Un ejemplo de buena gestión”.
Barredo advierte que la monarquía, en el contexto del franquismo integrado, “se creía omnipotente. Sus gestores se pensaban que podían vivir al margen, instalados en la fotonoticia del Hola. Aún siguen empleando estrategias arcaicas, como el programa Audiencia Abierta. El rey ha pasado de ser el héroe nacional a tener que pedir perdón a los ciudadanos. Y esto solo es el principio, porque la sociedad de los ideantes es un momento de inteligencia colectiva: nos estamos acostumbrando, globalmente, a elegir, a participar, a interactuar. Es un momento ilusionante para la humanidad”. Malvar le recuerda, parafraseando a Zugasti, el consenso periodístico por el que los periodistas se comprometieron a silenciar las informaciones que pudieran dañar la reputación de don Juan Carlos. Barredo acepta que es“un problema de las organizaciones, más que de los periodistas. Hay periodistas muy valientes. Pero las organizaciones periodísticas españolas, en general, son conservadoras, ventajistas y partidistas; yo creo que ni siquiera les interesa la información. Se parecen al PP-PSOE. Solo piensan en hacer caja”. Finalmente, le pregunta qué resultado cree que arrojaría hoy un referéndum sobre la monarquía. Barredo contesta: “Quedaría ligeramente inclinado a favor de la Corona. Hay todavía unas bases sociológicas, muy conservadoras, que son fervientemente monárquicas. Pero, tal y como organiza actualmente su comunicación, la Casa Real española desaparecerá antes de que pasen diez años. En ese tiempo se quedará sin cobertura política (la Unión Europea anula el arbitraje simbólico de la Corona), sin cobertura sociológica (porque hay más de un 80% de los jóvenes que consideran la monarquía como una institución arcaica), y sin cobertura mediática (con el impulso de las nuevas organizaciones periodísticas y la consolidación del periodismo participante). Solo un buen plan de gestión comunicacional puede salvarles: tienen que conseguir convencerte, Malvar, de que son necesarios”.