Daredevil fue una de las series pioneras en lo que sería el desembarco de Marvel en el streaming. No sólo por ser de las primeras en su temática en hacerlo, sino por la altísima calidad del contenido que ofrecía. Recordemos que el personaje venía de un fracaso bastante estrepitoso en la versión cinematográfica que encarnó Ben Affleck y el fandom necesitaba que uno de sus héroes favoritos tuviese una versión digna. Charlie Cox, el protagonista absoluto que se pone al hombro el producto, peleó por el personaje casi como si fuese el mismo Matt Murdock, sin respiro y sin considerar un no como respuesta, hasta que finalmente lo obtuvo.
El resultado fue una entrega de episodios que no sólo hizo aplaudir a los críticos sino que conformó largamente a los seguidores y propició el nacimiento del universo de series para Netflix que concluirían con la decepcionante “The defenders” que incluiría a Daredevil pero de manera deslucida, como el contenedor mismo.
¿De donde venimos?
La segunda temporada de Daredevil fue a pocos meses del debut de la primera. Eso hizo que desde la misma y hasta la tercera, más allá de la demora pasara una eternidad. Y también el hecho de que Jessica Jones, Luke Cage y Iron Fist no llegaran a tapar satisfactoriamente el hueco que dejó hasta el presente el no tener novedades de las desventuras de Matt Murdock y su alter ego. No es que decepcionara aquella secuela, que era también un cúmulo de situacciones de acción sin respiro y vueltas de tuerca, pero de no ser por la aparición de un Punisher que también fue la versión que esperaban los comiqueros, no dejaba demasiado por descubrir como novedoso.
La tercera es la vencida y la vencedora
Realmente no sabía que esperar. Luego de dejar de ver casi sistemáticamente cada entrega de Jessica Jones, Luke Cage y Iron Fist, casi que creía que esta tercera temporada correría la misma suerte en mi pérdida de interés. Pero en absoluto fue así. La serie engancha desde el preciso momento en que Matt Murdock reaparece desde el mismísimo infierno y reconstruye su camino. Un despertar de un héroe (y anti-héroe a la vez) que debe recurrir a cubrirse de callos para no caer en la tentación de poner en riesgo a quienes ama, y al mismo tiempo no dejar de hacer lo que debe.
Claro que nada es fácil en el proceso, con un Kingping resurrecto y en ascenso, otro vilano emblemático que surge y hasta la reaparición de esa mujer tan misteriosa como cautivante que robó el corazón de Fisk, quizás porque este sabía de lo que sería capaz. El guión es tan perfecto en su arco narrativo en los trece capítulos, que hasta los que son “de relleno” aportan material suficiente para que no se note la excusa.
Y como si fuese poco, Daredevil tiene un final que no sólo satisface sino que promete convertirse en un nuevo suceso para el año siguiente, en el que todo el equipo retomará el desafío que sea inigualable, una vez más.