Revista Ciencia

Darse uno mismo una caricia tranquilizadora y recibir un abrazo, reducen los niveles de cortisol tras una experiencia estresante

Por Davidsaparicio @Psyciencia

La importancia del contacto físico ha sido documentada por muchas investigaciones. Por ejemplo, se ha encontrado que ser abrazado o tomar la mano de alguien puede reducir la presión arterial e infundir una sensación de cuidado y seguridad. Una nueva investigación profundiza en los efectos del contacto con uno mismo y encuentra que una caricia tranquilizadora, o el autocontacto tranquilizador (como, por ejemplo, colocar una mano sobre el corazón), ofrece beneficios similares a los de ser abrazado por otra persona para reducir el estrés (Dreisörner et al., 2021). 

En un trabajo anterior, la Dra. Beate Ditzen, encontró que distintos tipos de interacciones con la pareja romántica tienen efectos sobre el cortisol y el ritmo cardíaco como respuestas al estrés en mujeres. En el estudio, las mujeres que fueron masajeadas por su pareja tenían niveles más bajos de cortisol en una situación estresante estandarizada (Ditzen et al., 2007). La nueva investigación continúa la línea de aquel trabajo, pero con una consideración especial a los momentos en que el contacto físico con otros no es factible o es imposible. Un buen ejemplo se da durante la pandemia de COVID-19 cuando frenar la propagación del virus significa evitar el contacto físico con otras personas. Los investigadores propusieron que el autocontacto tranquilizador podría servir como una estrategia de afrontamiento para el estrés con potencial para reemplazar el tacto de otros. 

Qué metodología usaron

El equipo realizó un experimento para explorar los efectos del autocontacto frente a recibir un abrazo después de una inducción de estrés. Con ese objetivo, reclutaron a 159 adultos con una edad promedio de 21 años. Para explorar si la identidad social podría moderar el impacto del tacto, los participantes fueron asignados al azar para someterse a una manipulación que enfatizara su identidad personal o social. Luego, todos los participantes experimentaron una inducción de estrés en la que se les dijo que necesitarían preparar un discurso sobre sí mismos y completar una tarea aritmética. A cada uno se le dio cinco minutos para prepararse para el discurso, que luego fue recitado frente a un panel de jueces, cómplices del experimento.

Antes de entrar a dar su discurso, los participantes: a) recibieron un abrazo de 20 segundos por parte de un cómplice (condición de abrazo), b) se les dijo que se dieran 20 segundos de caricias para calmarse a sí mismos (condición de autocontacto), o c) les dijeron que construyeran un avión de papel (condición de control). A los participantes en la condición de autocontacto se les dieron ejemplos de gestos de autocontacto, y casi todos optaron por colocar una mano sobre su corazón y la otra sobre su abdomen.

A lo largo del experimento, todos los participantes calificaron sus niveles de estrés y proporcionaron muestras de cortisol salival en varios momentos. También llevaban monitores de frecuencia cardíaca para su medición.

Qué encontraron

En todas las condiciones, los niveles de cortisol de los participantes aumentaron con la inducción del estrés. Pero en casi todas las evaluaciones, los niveles de cortisol fueron más bajos en las condiciones de abrazo y autocontacto en comparación con la condición de control. Solo en la última medición, que se tomó 40 minutos después de la inducción del estrés, los niveles de cortisol fueron similares entre los participantes en las tres condiciones. En este punto de tiempo final, los niveles de cortisol habían caído a niveles casi previos al estrés. Ni la frecuencia cardíaca ni el estrés autoinformado difirieron según la condición del tacto, y los investigadores no encontraron ningún efecto moderador para la identidad social.

Algo llamativo es que hubo evidencia de una recuperación más rápida de los niveles de cortisol previos al estrés entre aquellos en la condición de autocontacto. Los autores dicen que este hallazgo tiene implicaciones para las personas que experimentan aislamiento, ya que cuando el contacto de los demás no está disponible o no se siente cómodo, el autocontacto tranquilizador proporciona una forma alternativa de reactivar los recuerdos de apoyo y compasión frente al estrés. Este hallazgo parece particularmente pertinente en el contexto de la pandemia de COVID-19.

Por otro lado, los autores señalaron que el efecto reductor del estrés de los abrazos fue más débil que el informado en estudios anteriores, lo que puede deberse a que los abrazos en su estudio se recibieron de extraños y no de seres queridos. Esta discrepancia es subrayada por los participantes que califican la experiencia del autocontacto como más placentera que la experiencia del abrazo. Sin embargo, los abrazos se prefirieron generalmente a la condición de control en la que los participantes hacían aviones de papel.

Abrazar y tocar a los demás es una forma de ayudarlos a lidiar mejor con situaciones estresantes. Y, a su vez, podemos recibir los mismos beneficios cuando utilizamos gestos táctiles relajantes sobre nosotros mismos. Por ejemplo, uno puede colocar su mano derecha sobre su corazón y su mano izquierda sobre su vientre y concentrarse en el calor y la presión del toque. De hecho, la gente se toca a sí misma para regular inconscientemente sus emociones todo el tiempo. La sugerencia de los autores es que las personas utilicen el autocontacto deliberadamente para lidiar con el estrés.

Los investigadores sugieren dos procesos que podrían ser responsables de los efectos del tacto que reduce el estrés. Una es que el tacto estimula los receptores de fibra C, fibras nerviosas “que luego estimulan la actividad vagal y parasimpática que ayuda a regular las respuestas al estrés”. El otro proceso tiene que ver con los constructos psicológicos que se activan con el tacto. El contacto interpersonal provoca sentimientos de apoyo social y pertenencia, y el contacto reconfortante puede activar sentimientos de seguridad y atención plena autoinducidos.

Referencia bibliográfica: 

  • Ditzen, B., Neumann, I. D., Bodenmann, G., von Dawans, B., Turner, R. A., Ehlert, U., & Heinrichs, M. (2007). Effects of different kinds of couple interaction on cortisol and heart rate responses to stress in women. Psychoneuroendocrinology, 32(5), 565-574. https://doi.org/10.1016/j.psyneuen.2007.03.011
  • Dreisörner, A., Junker, N. M., Schlotz, W., Heimrich, J., Blömeke, S., Ditzen, B. y van Dick, R. (2021). Self-soothing touch and being hugged reduce cortisol responses to stress: A randomized controlled trial on stress, physical touch, and social identity. Comprehensive Psychoneuroendocrinology, Volume 8. https://doi.org/10.1016/j.cpnec.2021.100091

Fuente: Psypost


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