Darwin y la «extensión» de la moral

Publicado el 18 julio 2010 por Hugo
Adelantando el hombre en civilización, y reuniéndose las pequeñas tribus en comunidades más grandes, la simple razón indica a cada individuo que debe extender sus instintos sociales y su simpatía a todos los miembros de la misma nación, aunque los desconozca personalmente. Llegado a este punto, sólo una valla artificial se opone a que sus simpatías se hagan extensivas a los hombres de todas las naciones y razas. Desgraciadamente la experiencia nos demuestra cuánto tiempo se necesita para que lleguemos a considerar como semejantes nuestros a los hombres de otras razas, que presentan con la nuestra una inmensa diferencia de aspecto y de costumbres. La simpatía que traspasa los límites de la que nos inspira el hombre, es decir la compasión por los animales, parece ser una de las adquisiciones morales más recientes; compasión que desconocen los salvajes, excepción hecha de la que sienten por sus animales favoritos. Los abominables espectáculos de los circos prueban cuán poco desarrollado tenían los antiguos romanos este sentimiento. (...) Esta virtud, una de las más superiores del hombre, parece ser resultado accidental del progreso de nuestras simpatías, que, haciéndose más sensibles cuanto más se extienden, acaban por aplicarse a todos los seres vivientes. Una vez honrada y cultivada por algunos hombres, se propaga mediante la instrucción y el ejemplo entre los jóvenes, y se divulga luego en la opinión pública.
Charles Darwin, El origen del hombre, Formación Alcalá, Jaen, 2009 (1871), p. 71.