Darwinismo laboral

Publicado el 04 junio 2016 por Cronicasbarbaras

Dicen que es una mala noticia: el paro de los españoles registrados que buscaban empleo el pasado mayo cayó por debajo de la cifra mágica de los cuatro millones, ligeramente por debajo de los que había en agosto de hace seis años, cuando subía y subía sin cesar.

No importa que haya más trabajo, que genera 3.863 parados menos cada día, ni que en el mismo mayo hubieran entrado en la seguridad social 198.004 empleados al amparo de la cercana temporada turística.

Es una mala noticia, dicen los sindicatos, la izquierda clásica y la chavista, e incluso Ciudadanos, porque se crea empleo de mala calidad, porque quien entra en el mercado laboral recibe una paga basura, como los empleados de la mujer de Pedro Sánchez, directora de una empresa que paga 400 euros al mes por 8 horas al día, según denunció sin que lo desmintieran OKdiario.

Pero es que en España hay más economía poco productiva que de alto nivel. Este es un país donde los grandes generadores de trabajo, los servicios turísticos baratos, requieren mano de obra poco especializada, y con frecuencia inmigrante: esas labores suelen rechazarlas muchos desempleados españoles, incluso si no cobran desempleo.

También porque la gente busca empleo público en lugar de crearlo, o porque la globalización ha eliminado trabajos que elaboraban bienes y productos de uso diario, que sostenían a millones de trabajadores.

Estamos sometidos al darwinismo social y laboral: empezamos como amebas cobrando mínimos salarios, y sólo la evolución de los más dotados, sus mutaciones, mejoran el estatus.

Enormes masas de ni-nis, que creen que España es más rica que la realidad, y universitarios sin salida laboral, tras ignorar qué podían ofrecerle al mercado y este a ellos, llenan las bolsas de desempleados que rechazan empezar como amebas: esperan vivir de los salarios sociales universales que prometen los políticos chavistas.

Realmente, en España, o estamos formados para crear empresas, o para acceder a trabajos bien cotizados, o empezamos de amebas en empresas como la de la mujer de Pedro Sánchez, o acabamos de parásito-bolivarianos.

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