Das Sandmännchen – Abenteuer im Traumland (El hombre de la arena – Aventura en el país de los sueños), Alemania 2010

Por Cineinvisible @cineinvisib

A los escépticos sobre el futuro del cine les aconsejo que asistan a una película dirigida al público infantil. Sala llena a rebosar, excitación en el ambiente, cojines de todos los colores para que los niños no se limiten a ver el respaldo de los asientos de la fila anterior, muchas mamás, pocos papás y el que escribe intentando pasar desapercibido, sentado al fondo de la sala, e interrogado por la mirada de padres y niños que se preguntan dónde estará el niño que se supone que acompaño. Opto por abrir un libro, que es mi único acompañante, y en ese mismo momento me doy cuenta que resulta aún más sospechoso. Por suerte las luces se apagan a la velocidad inversa de la emoción de los espectadores y la magia , como hace más de cien años, vuelve a operar.

El hombre de arena es la adaptación alemana de la figura universal del hombre que vela sobre el sueño de los niños. Es como nuestro Casimiro nacional. Según parece el primer autor de esta leyenda universal, bajo sus múltiples formas, que la puso por escrito fue el genial danés Hans Christian Andersen en un cuento de 1841 titulado Ole Cierraojos. Un personaje que salpica de dulce de leche los ojos de los niños, en ínfimas dosis, para que no puedan mantenerlos abiertos y les sopla suavemente en la nuca, para que les pese la cabeza, y se duerman.

Sinem Sakaoğlu, en su primera película, nos cuenta la historia de este popular personaje interpretado por marionetas. Estamos en el mundo de los sueños, un lugar tan apetecible como una semanita en el Caribe en pleno invierno, en pleno proceso productivo. Un contador oficial de ovejas se encarga de verificar si el método ancestral para dormir funciona correctamente. Entre las participantes hay una oveja muy especial, la número 7, aunque ella prefiera llamarse 007, que protagoniza una escena majestuosa y divertidísima que todavía hoy, al recordarla, me hace partirme de risa.

Pero ni siquiera el mundo de los sueños es un espacio tranquilo, y el malvado Sr. Pesadilla invade este territorio para robar la arena que sirve para dormir a los niños (no sé porque esta historia me recordó ciertos países y el petroleo). Comprendo el escalofrío que esta situación acaba de producir en los jóvenes papás (es más, sentí entre los padres presentes en la proyección la inquietud de un tal conflicto en la vida real) pero ya se sabe que la vida es muy dura…

Para solucionar este trágico incidente diplomático el hombre de arena tendrá que buscar a un valiente capitán que consiga recuperar la preciosa arena y devolver el sueño a los niños, para la tranquilidad de los padres (esta última historia podría convertirse en una segunda parte perfecta).

En la versión de H. C. Andersen cuando los niños por fin duermen, Ole Cierraojos se sienta en la cama y abre sobre los niños buenos uno de sus paraguas, con estampas, “y entonces sueñan toda la noche las más encantadoras historias, y otro paraguas en el que no hay nada, lo abre sobre los niños malos, que duermen tan profundamente que por la mañana, cuando se despiertan, no han soñado nada”. Yo hace tiempo que no me acuerdo de ningún sueño, así que me pregunto si Ole Cierraojos estará de vacaciones en el Caribe o, vistas como están las cosas en la actualidad, lo han despedido al pobre hombre después de 170 años de leales servicios.


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