Estamos en 1980 y David Bowie sigue sufriendo cambios, ya que después de la trilogía berlinesa la crítica le había alabado, pero las ventas no fueron tan buenas, situación muy habitual en muchos músicos sobre todo cuando hacen giros y cambios, cosa que al público suele costarle bastante más tiempo en entender, asimilar e incluso apreciar. Hay casos en todas las décadas y de grandes artistas que esta constante se repite, pero en el caso del Duque Blanco que variaba y giraba más que nadie, era más acentuado aún.Por si fuera poco, David ese año se divorcia de Angie, su primera mujer, así que muchas dudas se cernían sobre el camino a emprender a partir de ese momento por el músico, y claro, el genio no era de los que solía volver atrás, ni de los que alargaba en exceso una vía ya abierta, en este caso Scary Monsters no es para nada continuísta, rompe con la trilogía anterior al no contar con Brian Eno, aunque algunos músicos que participaron en ella si seguirían, sobre todo Robert Fripp. Aquí todas las composiciones son de Bowie, excepto una versión de Tom Verlaine de Television, y hablamos de un disco de pop-rock, que otra vez vuelve a adelantarse en el tiempo a cosas que vendrían después.Aquí el hombre que hará el trabajo de Eno será Chuck Hammer, especialista en guitarras sintetizadas o mezclar guitarras y sintetizadores, en un par de temas. Pero la alineación se compone de Dennis Davis a la batería, George Murray al bajo , Robert Fripp a la guitarra solista y Carlos Alomar a las guitarras, además de colaboraciones ilustres como la de Roy Bittan o Tony Visconti entre otras, e incluso su amigo Pete Townsend de The Who.
It's no game (Part 1) abre el disco, una especie de rock marciano con la voz inicial de Michi Hirota recitando textos en japonés y gritos de Bowie mezclados, pero la canción toma sentido con los riffs y punteos de Robert Fripp a la guitarra, que acaban dominando la canción y tiene un protagonismo único. Up the Hill Blackwards va de otro palo, aunque la guitarra de Fripp sigue destacando furiosa, pero aquí se trata de una melodía algo aniñada, mientras la aportación de los teclados de Roy Bittan se hace muy presente, a la vez que Tony Visconti acompaña en los coros al de Brixton. Scary Monsters (And super creeps) es la canción que da título al disco, rock en estado puro con Fripp y la batería a toda pastilla, una canción cuya interpretación en vivo en la gira de Earthling me hace levitar, absoulta joya de canción. Y llega Ashes to ashes (Cenizas a las cenizas), obra maestra en si misma de tema, en cuya letra recupera al Major Tom de Space Oddity quien aquí es un yonki, en lugar del astronauta hippie del 69. Siempre se ha hecho la traslación de esta letra con la vida del propio artista, por su fuerte adicción a las drogas durante una larga época en los 70, reflejado muy bien en el verso "Major Tom is a junkie, strung out in heave's high, hitting an all-time low", mientras musicalmente es un himno pop totalmente, con ese soniquete de teclado sampleado por Chuck Hammer y los teclados ochenteros de Andy Clark, mientras la voz del genio es sideral, temazo de la vida y para la historia queda el mítico vídeo de este tema. Fashion es quizás la canción más rompedora e innovadora del álbum, con ese ritmo funky descarado, donde Robert Fripp desata riffs incendiarios y navega a sus anchas por el tema, a la vez que Bowie canta el estribillo, una amalgama gloriosa y visionaria, aunque siempre se le ha acusado de repetitiva, a mi no me cansa.
La segunda cara del vinilo empezaba con Teenage wildlife, que porqué no negarlo, tiene un aire a Heroes que es increíble, se sustenta en una manta de teclados de Roy Bittan, y un punteo de guitarra sideral, un enorme tema de pop-rock. Scream like a baby es una canción donde los teclados de Clark vuelven a ser protagonistas, además de la batería trotona que funciona por acumulación, buen tema sin duda. Kingdom Come es la versión del disco, del primer álbum de Tom Verlaine en solitario, buen cover de una canción que tenía un sólo año de vida donde las voces y coros destacan. Because you're young es un tema rockero con insistente presencia de teclados chirriantes, y donde la guitarra de Pete Townsend, otro colaborador de órdago, está acertadísima. It's no game (Part 2) cierra el álbum y remata lo expuesto en el primer tema de una manera mucho más calmada que al inicio, algo así como "las cosas siguen igual, pero me lo tomo con tranquilidad", un gran medio tiempo que pone final a un disco brutal.
Os dejo con el vídeo de Ashes to Ashes.