Esta aventura comienza en el Teide, el pico más alto de España y el tercer volcán más grande de la Tierra desde su base en el lecho oceánico.
Cuando buscas aventuras en bicicleta, casi siempre, lo que quieres es que el sol acaricie tu curtida cara. Esa ferviente búsqueda del calor del sol nos llevó hasta la isla canaria de Tenerife, un auténtico paraíso terrenal donde el invierno y el verano prácticamente se dan la mano. Cuando el sol ya se reflejaba en nuestras caras y todo parecía fluir con una tranquilidad isleña, de pronto, una enorme sombra se cernió frente a nosotros, se trataba del Teide, y no estaba dispuesto a apartarse de nuestro camino, os lo aseguro. Así que no nos quedó más remedio que rodearlo, a cualquier precio.
Nuestra aventura comenzaba en la parte más alta de la isla, en el volcán, el Teide. Como os comentaba antes está catalogado como el tercer volcán mas grande de la Tierra (si tomamos como referencia su base situada en el lecho oceánico) y como el pico más alto de España (3718m). Sin duda su visión es impresionante, majestuosa, imponente diría yo.
Tras disfrutar de paisajes que parecían estar sacados de otro planeta, respirar el aire puro del pico más alto de España y caminar entre lava volcánica...creímos sentirnos unos seres minúsculos al lado de la gran magnitud que escondía el entorno del Parque Nacional del Teide, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. También pudimos degustar otro de los grandes reclamos de la isla, una comida típica en el Parador Nacional del Teide. Tenerife tiene una riqueza gastronómica alucinante. Platos como el rancho canario, la sopa de fideos y garbanzos, el conejo, el potaje de berros o el Gofio. Sin olvidarnos de las papas "arrugas" con mojo. Solo de pensarlo se me hace la boca agua.
Desde allí nuestro rumbo siempre fue cuesta abajo y gracias a Iván (Teno Activo) y Unai (Canary Bike Tour) disfrutamos al máximo de toda la red de caminos sin perdernos en el intento y recorriendo cada mágico rincón de la isla. Lugares con una naturaleza exuberante como El Palmar (Buenavista), La Corona Forestal, el Monte del Agua contrastaban profundamente con otros paisajes de carácter más desértico que se sitúan más al sur de la isla pero que igualmente esconden parajes y rutas fantásticas.
Lo más increíble de este tipo de islas es su amplio registro paisajístico y los cambios meteorológicos y de temperatura que puedes experimentar en pocos kilómetros. Puedes estar metido en un frondoso bosque que recuerda a Canadá y a unos cuantos kilómetros aparecer en un paisaje más propio de Marruecos. Esa versatilidad es genial y solo lo podemos encontrar en una isla como Tenerife.
Lo cierto es que este es un lugar para ir con tiempo, para tomarlo con calma, de forma pausada, solo así disfrutarás de verdad la isla y de sus amables gentes. La actividad no cesa nunca así que tomate tu tiempo, en Tenerife no hay límites.