David foster wallace; "el tenis como experiencia religiosa".

Por Malaventura
Se recogen bajo este título dos largos artículos del autor: "Democracia y comercio en el Open de Estados Unidos", publicado en la revista Tennis en 1996; y "Federer, en cuerpo y en lo otro", publicado en The New York Times en 2006. 

El Open de Estados Unidos es un acontecimiento de gran importancia para Nueva York; durante dos semanas se mete de tenis hasta las cejas una ciudad inflada de eventos deportivos. Un gran porcentaje de los ingresos anuales operativos de la Asociación de Tenis de los Estados Unidos provienen del Open. Las entradas VIP y paquetes menos VIP se venden anticipadamente a grandes empresas quienes las usan para entretener a sus ejecutivos y cultivar clientes; el aura socioeconómico que impera en cada partido estrella de la jornada tenística no es un aura de obreros sino de dirección corporativa. (A medida que la vista viaja hacia arriba por los asientos de la grada cada vez más baratos, se puede distinguir las diferentes capas sociales). El resto de aficionados emplea las mañanas para comprar los billetes en las taquillas. La gente lleva neveras, mantas, cojines que tienen estampadas las palabras Giants y Jets, filtro solar y gorras de recuerdo del torneo del año anterior. En la recta final del paseo que lleva hasta la entrada abundan los revendedores que hacen elípticos llamamientos encubiertos. Quinientos ciudadanos del municipio de Queens son empleados en el torneo cada fin de semana. Refrescos, palomitas, perritos calientes se venden en puestos humeantes por un precio a primera vista desproporcionado. Hileras interminables de casetas de souvenirs y artículos relacionados con el tenis: raquetas, calzado, chandal, camisetas, pantalones, bolsas de deporte; el souvenir más popular del pasado Open fue un pañuelo para la cabeza blanco con las pequeñas alitas solitarias distintivas de una marca deportiva, del precio de venta mejor olvidarse. Paralelo a este mercado opulento discurre un mercado negro, donde se venden de tapadillo diversas prendas a precios inferiores a los de las tiendas oficiales; también se comercia con marihuana y asientos vacíos con dueño que por una razón o por otra no se van a cupar en ciertos partidos, la información es comunicada a los acomodadores y la tarifa revierte en las manos de ciertas personas emprendedoras del Centro Nacional de Tenis. Desde la organización hasta los jugadores (cuyo núcleo duro de sus ingresos viene de los bolsillos de los patrocinadores), el Open de los Estados Unidos es principalmente un evento comercial. 

El aficionado norteamericano al tenis parece preferir los torneos individuales y los partidos al mejor de cinco sets que requieren no sólo resistencia física sino también flexibilidad emocional. Y para Foster Wallace (jugador de tenis aficionado de alto nivel), ¿quién brilla en lo uno y en lo otro? Roger Federer, a los 25 años le considera el mejor tenista vivo y tal vez el mejor tenista de todos los tiempos. Aunque la belleza no sea la meta de los deportes de competición, sin embargo los deportes de élite son un vehículo perfecto para expresar la belleza humana; la genialidad y el juego de Federer son el perfecto ejemplo de ello. Para ganar puntos, Federer es capaz de ver y crear espacios y ángulos que nadie más puede imaginar; aunque en las retransmisiones de televisión se pierde buena parte de la naturaleza puramente física del tenis (la sensación de velocidad a la que se mueven las bolas o la reacción de los jugadores), la perspectiva del plano televisivo es perfecta para ver con detalle y revisar esos momentos del juego del suizo. Federer sólo ha perdido (en aquella temporada) cuatro partidos en lo que va de año, todos ellos contra su némesis Rafa Nadal jugados en pista de tierra batida superficie en la que el español es un especialista. Ivan Lendl fue el verdadero progenitor del estilo moderno de juego de fondo, su arma era el drive con efecto liftado que imprimía a la pelota una velocidad abrumadora. Los nuevos tenistas profesionales son más grandes, fuertes y están mejor preparados físicamente; algunos, nos dice el autor, como Nadal o Serena Williams parecen más superhéroes de dibujos animados que personas del mundo real. A este cambio físico del atleta se suman las raquetas de alta tecnología que han aumentado la capacidad para golpear la pelota e imprimirle mayor velocidad y superior efecto. Pero no todo es una simple cuestión de material y entrenamiento, también está el talento que sobresale en distintos grados. El talento consumado de Federer le convierte en una de esos escasos deportistas sobresalientes. 

Los sonidos salen del estadio, breves estallidos de aplausos y silbidos, la extraña y monótona voz amplificada del árbitro. Dos rivales étnicamente emparentados y arquetípicamente enfrentados, una oposición no sólo de estilos de juego, de gama operativa de reflejos y reacciones, de imaginación, de pensamiento consciente, de vida, de usos de poder y de intereses económicos. Y al final, el tenis es un juego que se decide en cuestión de centímetros.