Año: 2018
Editorial: Páginas de espuma
Género: Libro de relatos (Fantasía)
¿De qué tienes miedo?
Invasión es una antología que incluye casi una veintena de relatos de misterio, fantasía y terror de David Roas. Para algunos de ellos, el autor se inspira en la vida y obra de algunos de los grandes clásicos del terror como Lovecraft, Poe o Mary Shelley. Podemos encontrar por ejemplo "La casa vacía", que trata sobre un estudioso de Lovecraft que se obsesiona con una casa muy extraña o "Agua oscura", en el que un escritor decide visitar la villa Diodati para celebrar el bicentenario de la creación del monstruo de Frankenstein y se encuentra vagando por el lugar a un espantoso hombre cubierto de cicatrices. Pero la imaginación del autor no se agota ahí y también nos provee con un buen número de muñecas de porcelana diabólicas, algunos zombies, asesinatos curiosos, invasores diminutos y niños que construyen ataúdes.
Sentado en la parte más alta del tobogán, el niño era la viva imagen del desconsuelo. O así quise verlo. Cinco años, rostro exánime, ropita sucia y desgarrada. Pero no soy ingenuo: sé lo que haría si pudiera alcanzarme.
Muñecas de carne y santos de piedra
Cogí este libro con muchas ganas. Todavía tenía fresco el recuerdo de y teniendo en cuenta que compartía con Invasión tanto la editorial como el formato de antología, esperaba encontrarme con algo similar. Pero nada más lejos de la realidad, pues ambos tienen personalidades muy distintas. Invasión se expresa de forma más sobria y conjuga en su mayoría historias tenebrosas, que buscan despertar la inquietud, el desasosiego e incluso la repulsa en el lector; y aunque no siempre lo consigue, continua siendo algo que le honra. Cualquiera que haya comenzado un libro de terror esperando que se le encogiera el corazón y se ha quedado con las ganas sabe lo gratificante que es encontrar un autor que sabe ponerte los pelos de punta. Y hay algunos textos que en ese aspecto destacan especialmente como "Casa de muñecas" o "Amor de madre".
Otro de los aspectos que me gustaría destacar de Invasión son sus finales, que acostumbran a dejarnos con la miel en los labios. Imagino que lo hace con la idea de darles más impacto, pero en mi opinión, no acaban de conseguir su objetivo. Algunas de las historias terminan antes de haber llegado a algún lado, con lo que en lugar de subrayar el clímax, producen más bien un sentimiento de insatisfacción. Uno ejemplo de ello podría ser "Trabajos manuales". En él conocemos a Pablito, un niño de cinco años cuyo pasatiempo es construir altares. A medida que pasa el tiempo, su obsesión por la muerte va creciendo y comienza a construir ataúdes para las muñecas de sus hermanas. Ante esta situación, su madre le prohíbe seguir haciéndolo y Pablito tiene que buscar otro entretenimiento. Decide cultivar el jardín y llenarlos de flores, pero cuál no es el disgusto de su madre cuando descubre que Pablito no solo no ha abandonado su viejo pasatiempo, sino que este parece haber empeorado. En el jardín hay enterrados pequeños ataúdes y en ellos hay muñecas sin cabeza, santos robados a las vecinas y animales muertos.
Ahí termina todo. ¿Qué más hay enterrado en el jardín? ¿Qué sucede con Pablito? ¿Dónde está el desenlace de la historia? No lo hay. Nada se resuelve. Pasamos a otra cosa.
Las tres sepulturas siguientes las ocupaban una enorme rata, un loro (con el verde plumaje aún lustroso) y algo que parecía un conejo al que hubiesen amputado las orejas. El color morado de la inmensa mata de Jacinto resplandecía majestuoso al fondo del jardín.
Con un final como el que transcribo, que corta el relato antes de que haya llegado a un desenlace aceptable, hay unos cuantos. Yo solía desinflarme cada vez que, después de empezar a emocionarme con la historia, descubría que terminaba de improviso, como si el autor se hubiese cansado de pronto y lo hubiere dejado sin atar. Creo que es una lástima porque prometían y yo estaba esperando que sucediera algo sorprendente.
¿Monstruos humanos o humanos monstruosos?
En "Cuerpos" encontramos "Aguas oscuras", "Amor de madre", "Simbiosis", "En la consulta del doctor Schrödinger", "Guerreros", "Infinitos", "Mitos omitiéndose" y "Altruismo". De aquí me gustaría destacar "Guerreros", un relato que he encontrado particularmente divertido. De esta historia no puedo decir demasiado sin estropearla, ya que la gracia de la misma está en la óptica desde la que nos habla el protagonista, como si de verdad fuera un soldado enzarzado en una guerra eterna. En cierta forma, es así, solo que cada año los soldados enemigos han cambiado, son siempre jóvenes y se apoyan en su superioridad numérica. Mientras tanto, nuestro narrador (y los que son como él) siempre luchan solos y aunque el tiempo endurece, también desgasta sin remedio.
A lo largo de los años he visto caer a varios de mis compañeros. Lo usual es que las bajas se produzcan entre los más jóvenes e inexpertos: llegan aquí excitados por la visión romántica de nuestra tarea, y eso los convierte en presa fácil. Los atacantes los localizan muy rápido y se ceban feroces con ellos. [...] Me inquieta más cuando el caído es algún veterano experimentado. No por un sentimiento de camaradería, sino porque eso me hace pensar en que el próximo puedo ser yo.
"Cuentos dictados" es el apartado más corto y parece haber una relación más estrecha entre los relatos que los componen, como facetas de un mismo prisma. En él encontramos "El otro", "Tras los pasos de Alicia", "Reflejos" y "Hora del cuento".
Hemos llegado al final
Tengo opiniones encontradas respecto a Invasión. Algunos relatos me han gustado mucho, otros me han gustado pero se han acabado de un modo seco e insatisfactorio. Los hay que ni siquiera han dejado una huella en mí y los que recordaré porque me han hecho pensar que el protagonista necesitaba con urgencia un especialista. Supongo que no es un libro al que daría un sobresaliente, pero tiene demasiadas buenas aptitudes para un suspenso. Las antologías difícilmente consiguen que todos sus relatos gusten del mismo modo y uno siempre acaba teniendo su propio ranking. En esta reseña he tratado de delinear un poco el mío, ahora es el turno de los lectores para expresar el suyo.
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Fotografía de Ian Espinosa.