Otro verano repleto de festivales y más festivales llega a su fin y en la capital la última gran cita con la música en vivo y el calor volvió a celebrarse en el Campus de la UCM y llevar por nombre Dcode. Un total de 16.000 asistentes —la cifra más baja de su historia— durante una jornada única desde las 11:00 del sábado hasta bien entrada la madrugada.
Dos escenarios principales conocidos como “los gemelos” y otro pequeño llamado “Complutense” al resguardo de una carpa. Precisamente ahí tuvieron lugar unos primeros conciertos con el horario de mañana y los problemas técnicos en común. Aún así los más aplaudidos y concurridos fueron Belako y León Benavente. El cuarteto de Mungia llegó dispuesto a hacer sonar su último Hamen a pesar de los pesares y Josu casi acabó compartiendo su guitarra con el público. Por su parte Abraham Boba y los suyos repasaron 2 al son de canciones como Tipo D o Gloria sin olvidar aquel homónimo debut con Ánimo, valiente o Ser brigada entre otras.
Temperatura en aumento, sombras más que escasas y entre puestos de comida y bebida, merchandising e incluso merendero, lo que más me llamó la atención fue toparme con una zona infantil. Respeto a todo el mundo y a la organización que se lo curró en ese sentido, pero por muy bonitas que queden las fotos con niños tan pequeños a hombros o en carrito con sus coloridos protectores auditivos, un lugar con tanta gente borracha, colocada y/o enseñando cacha no es lo más apropiado. Y ahora es cuando quizás te eches las manos a la cabeza y me increpes. Tú mism@.
Reconozco que si a continuación no me entusiasmaron Jimmy Eat World fue en gran medida porque la franja de 17:30 a 18:15 no encajaba lo más mínimo con su rollo emo alternativo. Aún así Jim Adkins y compañía salieron a por todas con el pegadizo Get Right, single de su último Integrity Blues. Álbum en el que tampoco se entretuvieron más de la cuenta, por suerte para unos fans que pudieron corear clásicos como Bleed American, Pain, Sweetness o The Middle.
Sembrado en su papel de showman no dudó en echar mano de un consolador para dar paso a una Oh Girl con la que pusieron todo patas arriba. Poco después bajó del escenario con la excusa de I Love You All The Time, el tema que tras lo sucedido en París han versionado con fines benéficos desde Elton John hasta Kings of Leon, pasando por los propios Jimmy Eat World, Halestorm, Nada Surf o nuestros Moebio. Sin embargo, lo más emotivo fue su versión del Moonage Daydream de David Bowie y el guiño a Lemmy con los compases iniciales de Ace of Spades.
Nos tomamos un respiro y dejamos que los más poperos y radioformuleros disfrutaran de Zara Larsson. Se trataba de llegar lo más enteros posibles al broche rockero de nuestro particular Dcode. Antes, alrededor de las 21:00, desde el mirador de la zona VIP, entre rostros conocidos de la caja tonta, presencié desde la distancia el plato fuerte para los indies que ya abarrotaban el recinto al amparo de la noche: Love of Lesbian. Lo último que pretendo es menospreciar a nadie —de hecho yo también acabé rayando 1999 en su momento, no es ningún secreto—, pero leyendo estas líneas precisamente en esta web, me limitaré a comentarte que Domingo Astromántico se saldó con un dueto entre Santi Balmes y la mexicana Carla Morrison y lo más rockero que se marcaron fue I.M.T. - Incapacidad moral transitoria, una canción del último El poeta Halley con un porqué que te invito a descubrir. “Demos la bienvenida al puto otoño” exclamó Santi antes o después, tampoco pudo tener más razón.
Y si el gentío coreó Porque las cosas cambian, imagina cómo fue reconocer primero la letra de El camino del exceso, ese otro clásico de HDS que acabó sonando totalmente psicodélico, y a renglón seguido una Avalancha que fue animándose y electrizándose hasta romper en el estribillo y los riffs de Jordi Mena. “¡Dímelo, dímelo una vez!” cantó todo el mundo como si no hubiera un mañana al son de aquel Sí contenido en Flamingos y claro, por duplicado tuvo que agradecer Bunbury. “Vamos a tocar algo del disco que grabamos con Nacho” y la noche madrileña brilló con las cámaras de cuantos quisieron inmortalizar Puta desagradecida.
Al filo de las 00:00 horas, casi a cappella, se marcó un Infinito con el que bajó del escenario para tener aún más cerca a los suyos y acabó con otra gran ovación. “Vamos a tocar algo de la primerísima etapa, esto se llama Mar adentro” y cuando parecía que no se podía superar nos regaló Maldito duende. “Ha sido un enorme placer cantar para ustedes y con esta canción nos vamos a despedir” sentenció Bunbury justo después de presentar uno por uno a los Santos Inocentes, de 10 en todo momento, y con Lady Blue terminó todo.
De modo que así decidimos aparcar el Dcode hasta una nueva edición en la que esperemos que nuestro Rock suene más y mejor y no se limite a nombres contados con los dedos de una mano a la deriva en una inmensidad indie.