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+ DE 1001 FILMS: 1062 - The woman in the window

Publicado el 16 agosto 2010 por Alfonso

+ DE 1001 FILMS: 1062 - The woman in the windowEl crítico Nino Frank fue el primero en utilizar el término film noir. Lo hizo al referirse a los dramas criminales que llegaron a las pantallas francesas en el verano de 1946, al recomendar The maltese falcon (El halcón maltés, 1941), dirigida por Huston; Laura (1944), de Preminger; Murder, my sweet (Historia de un detective,1944), de Dmytryk; Double indemnity (Perdición, 194), de Billy Wilder y The woman in the window (La mujer del cuadro, 1944), de Fritz Lang. Cinco obras maestras de un género que combinaba, con el secreto de las proporciones del mejor de los cócteles, femmes fatales, pasiones enfermizas y muertos que ocultar, el caso de la última, but not least, de las mencionadas.
Después de una charla sobre los aspectos psicológicos del homicidio, el profesor Richard Wankley (Edward G. Robinson) despide a su esposa e hijo en la estación de tren, que se disponen a disfrutar de las vacaciones lejos del sopor veraniego de New York -tenemos por lo tanto a un respetable hombre solo en la gran ciudad-. Antes de reunirse a cenar en un selecto club con sus amigos, el fiscal Frank Lalor (Raymond Massey) y el doctor Michael Barkstane (Edmund Breon), y negarse a disfrutar de una copa en compañía femenina -se trata por lo tanto de un hombre de familia, sí, pero que si decide ser fiel y conservador es quizá más por el peso de los años que por las veleidosas costumbres- descubre en un escaparate el retrato de una hermosa dama -la princesa encerrada en su torre-. Cuando vuelva a la calle, remire el cuadro, y el espejo le gratifique con la presencia real de la modelo, Alice (Joan Bennet), comenzará un flirteo que terminará con un asesinato y que originará una espiral de culpabilidades y extorsiones -y aquí el hombre corriente deberá transformarse en héroe al rescate de la cautiva-, en la que un guardaespaldas flaco y de malas pulgas, Heidt (Dan Duryea), pasará de encarnar la perdición a ser la salvación. Confundir realidad y sueño, que las fantasías y represiones tomen forma y nos invadan, es asunto de Freud, el nombre que al comienzo de la película aparece escrito en la pizarra en la que se imparte la clase. Nadie despierta inocente de sus sueños -el guerrero que fue víctima casual, aunque a la postre resulte vencedor e incólume, habrá de soportar hasta el resto de sus días el peso de la sinrazón-.
Con un juego a tres bandas que son cuatro (la invitación de la licenciosa Alice -¿inspiradora también de la sinuosa estatua de la chimenea?- pasa de repente a ser un trío al que, cuando el infortunio en forma de tijeras convierte en dos, se une un invitado sorpresa que da un nuevo atractivo al ménage à trois), al contar en imágenes el (pre)texto firmado por J. H. Wallis -otra vez la imposición moral de la época modificará un final no aceptado en una explicación nebulosa-, el arquitecto de la mirada reescribía el cine. Nuestras obsesiones, nuestros impulsos, deseos e instintos más básicos, la supervivencia el primero de ellos, formaban parte de esa rúbrica.
Y para seguir demostrando la fragilidad del hombre corriente ante el destino más lujurioso, el que convierte al hombre en un pelele en manos de su amada, pérfida a nuestros ojos extraños, Fritz Lang convirtió La chienne (La golfa, 1931), de Renoir, en Scarlett Street (Perversidad, 1945), con el mismo reparto principal y similares intenciones y propósitos a The woman in the window, hecho que en más de una ocasión al cinéfilo en ciernes que se encuentre ante un fotografía o una escena troceada de cualquiera de los dos obras filmadas a mediados de la década de 1940 le creará una angustiosa confusión. La luz a punto de agonizar; las nerviosas oscilaciones interpretativas; Joan Bennett igual de enigmática y en exceso cariñosa; Dan Dureya, con pajarita, el mismo canotier y las mismas descaradas formas; el gran Edward G. Robinson, en el doble papel del hombre maduro que ignora los peligros de las noches lluviosas y los apartamentos acogedores, crearán sensaciones tan parecidas al espectador que lo envolverán en un sueño quizá no sufrido/disfrutado pero si imaginado. Una de las pequeñas diferencias entre ambos títulos es que en el primero en ser rodado la protagonista nos explica que hay dos reacciones generales al observar su pintura: una es una mirada solemne con un suspiro, la otra un silbido muy largo. En un perfecto desorden, las que el sorprendido Richard Wankley no niega y que se merece The woman in the window -Scarlett Street tampoco es obra menor-, título inolvidable en el que, como se nos advierte en la magistral presentación, un hombre que mata en defensa propia no podrá ser juzgado con el mismo criterio que un hombre que mata movido por el lucro.
+ DE 1001 FILMS: 1062 - The woman in the windowThe woman in the window (La mujer del cuadro, 1944)
En el libro 1001 películas que hay que ver antes de morir (Editorial Grijalbo) se detallan 5 títulos de F. Lang: Doktor Mabuse, der Spieler (El doctor Mabuse, 1922); Metropolis (Metrópolis, 1927); M (M, el vampiro de Düsseldorf, 1931); Secret beyond the door... (Secreto tras la puerta, 1948) y The big heat (Los sobornados, 1953).
En GENERACIÓN PERDIDA 2.0 se detalla 1 título más de F. Lang: Rancho notorious (Encubridora, 1952; +DE 1001 FILMS: 1017).

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