+ DE 1001 FILMS: 1118 - Beau Geste

Publicado el 13 octubre 2011 por Alfonso

La Beau Geste (1926) dirigida por el irlandés Herbert Brenon, protagonizada por Ronald Colman y con intertítulos, fue la primera adaptación cinematográfica de la novela homónima de P. C. Wren, clásico de la literatura juvenil publicado tan sólo un par de años antes que narraba una historia a medio camino entre Las cuatro plumas, de A. E. W. Mason, y La piedra lunar, de Wilkie Collins. Aunque alcanzó cierta popularidad sería la versión sonora, con Gary Cooper, Ray Milland y Robert Preston caracterizados como los hermanos Geste y realizada por William A. Wellman, de idénticos título, Beau Geste (1936), y blanco y negro, pero con sonido, la que aparece escrita en los libros como la más notable de ambas, y de las posteriores, si bien en un principio la crítica se mostró reacia a la revisión debido a sus evidentes similitudes (ambas habían sido rodadas en los mismos escenarios de Yuma, Arizona, y la versión muda, que era exhibida en muchos pases antes de la sonora, para demostrar al público el avance que el cinematógrafo había experimentado en tan breve periodo de tiempo, tampoco había quedado tan antigua).
Es Beau Geste la historia de la camaradería entre tres hermanos huérfanos, Michael Beau (Cooper), Digby (Preston) y John (Milland), que fueron adoptados en su infancia por Lady Patricia Brandon (Heather Thatcher) y criados en Brandon Abbas junto a su ahijada, Isobel, y Augustus, el sobrino y heredero de Sir Hector, propietario siempre ausente y prácticamente arruinado. Cuando el señor anuncia su regreso a la mansión, el gran záfiro Agua Azul, joya valorada en £30.000 cuya venta supondría la salvación económica de la familia, es robado en la casa. Para disipar toda culpa y sospecha sobre sus hermanos, Beau parte de noche y precipitadamente a enrolarse en la Légion Étrangère tras escribir una carta confesando su autoría en el delito. Incrédulos, primero Digby y después el pequeño John se unirán al mismo ejército francés del norte de África, coincidiendo en el acuartelamiento de Saida, estación de refuerzo de los enclaves estratégicos del desierto, en una huida ejecutada con voluntariedad y sin ningún plan previo, pero que creará una sombra protectora sobre el trío, una duda que los protegerá, engaño que aún llevarán a cabo entre ellos mismos, demostración de su valentía y fuerte vínculo fraternal. Una vez cumplido el periodo de instrucción, Digby será enviado a Tokotu, donde deberá servir como caballero, y Beau y John se someterán como infantes a las órdenes, con frecuencia injustas, del sargento Markoff (Brian Donvely) en Zinderneuf. Asediado esta fortificación por los tuaregs, Digby acudirá formando parte de una columna de apoyo. Que los tres salgan con vida de ese infierno de sol, arena y pólvora se convertirá en una misión agotadora e imposible.
Con un desconcertante prólogo (la llegada de unos soldados a caballo a un fuerte en mitad de aṣ-Ṣaḥrāʾ al-Kubrà; la escalada del corneta por sus muros; los soldados muertos pero dispuestos para la lucha en las almenas; la críptica carta inculpatoria de un robo encontrado junto al cadáver de un suboficial; el incendio repentino de la defensa) y un final que no aclara el misterio de la desaparición del Agua Azul hasta la última secuencia, la película demuestra la magistral capacidad de Wellman a la hora de dirigir actores (a los mencionados hay que sumar Susan Hayward, Broderick Crawford, los jóvenes que interpretan a los inquilinos de la señorial residencia en la campiña inglesa quince años antes del bélico suceso), de jugar con el espectador (la batalla naval en el estanque parece “real” hasta que el movimiento giratorio de la cámara nos muestra el engaño -plano que no se hallaba en la versión de 1926, y mucho menos, como es lógico, en las páginas de Wren-), de fabricar películas redondas en su estructura (el funeral vikingo o el episodio de Beau escondido en la armadura, no son baladís episodios lúdicos, aunque aquí la similitud con el rodaje de Brenon, con el libro, son mayores y evidentes), Beau Geste es uno de los grandes clásicos del cine de aventuras, una de esas hazañas coloniales a la que tan acostumbrados estaban los súbditos de la reina Victoria, de fácil traslación al universo del western si alguien se lo propusiera.
Ese género de acciones heroicas y trepidantes contó ese mismo año con otros dos de sus títulos mayores, Gunga Din (1939), de George Stevens, y The four feathers (Las cuatro plumas, 1939), de Zoltan Korda, demostraciones junto a la arriba resumida de las hermosas pero trágicas consecuencias de la amistad entre los compañeros de armas. En Beau Geste -un detalle de nombre; una gesta, gesto, hermoso, bromista- tenemos además a un sargento sádico que, o estamos ciegos, o sirvió de inspiración a venideras creaciones militares de Clint Eastwood y Stanley Kubrick. Y aunque el protagonista superviviente de la cinta no sea seguramente el que hubiésemos deseado, la suma de aventura, misterio y romanticismo (hay una mujer que espera pacientemente el regreso del héroe, como no podía ser menos) dan como resultado un emocionante, atractivo y sugerente relato, un éxito seguro y eterno.
Beau Geste (1939)
En el libro 1001 películas que hay que ver antes de morir (Editorial Grijalbo) se detallan 2 títulos de W. A. Wellman: The public enemy (El enemigo público, 1931) y The Ox-Bow incident (Incidente en Ox-Bow, 1943).
En GENERACIÓN PERDIDA 2.0 se detalla 1 título más de W. A. Wellma
n: Nothing sacred (La reina de Nueva York, 1937; +DE 1001 FILMS: 1099)