Con un Bernabéu espléndido nos dispusimos a presenciar un partido que en principio presagiaba intensidad y buen juego. El Madrid y el Sevilla disponen de mimbres suficientes para ello, pero ni una cosa ni otra sucedieron en el magnífico césped de la Castellana. Apenas los consabidos chispazos de velocidad cualificada de los blancos con el mejor goleador de su historia como protagonista fundamental, Cristiano, y la suficiencia y gran toque a la larga del sevillano Ramos. Y por parte nervionense las muestras esporádicas de calidad que atesoran algunos de sus jugadores que luego no muestran de continuo; por eso van como van en la liga. A la postre vimos un partido amistoso donde el guante blanco y los buenos modos fueron la tónica dominante, si exceptuamos los gritos absolutamente fuera de lugar de los maleducados del fondo sur y algunos de sus corifeos del coliseo blanco.
Con un Bernabéu espléndido nos dispusimos a presenciar un partido que en principio presagiaba intensidad y buen juego. El Madrid y el Sevilla disponen de mimbres suficientes para ello, pero ni una cosa ni otra sucedieron en el magnífico césped de la Castellana. Apenas los consabidos chispazos de velocidad cualificada de los blancos con el mejor goleador de su historia como protagonista fundamental, Cristiano, y la suficiencia y gran toque a la larga del sevillano Ramos. Y por parte nervionense las muestras esporádicas de calidad que atesoran algunos de sus jugadores que luego no muestran de continuo; por eso van como van en la liga. A la postre vimos un partido amistoso donde el guante blanco y los buenos modos fueron la tónica dominante, si exceptuamos los gritos absolutamente fuera de lugar de los maleducados del fondo sur y algunos de sus corifeos del coliseo blanco.