Una ola de izquierda ha colocado a Mundaka en boca de todos los amantes del surf. El simbolismo de Gernika, unido al colorido robledal de Oma, complementan la singularidad de este recorrido.
Mundaka
Alejarse de Bermeo, y la Costa Vasca cambia de rostro y de olor. Hacia el mar corre la ría de Mundaka, con su agua dulce. Podemos decir que nos encontramos en pleno corazón de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai donde, en su parte más occidental, localizamos a la marinera Mundaka y a la iglesia de Santa María. Sin embargo, para todos los amantes del surf, Mundaka y su ola de izquierda es un lujo difícilmente de olvidar.
Seguimos nuestro viaje –recordamos de occidente a oriente- por toda la Costa Vasca. Es esta una reseña muy sinóptica del recorrido que en próximos días haremos, aunque en algunos casos daremos rienda suelta a la aventura incumpliendo nuestras propias normas. Sin embargo, considero interesante –sobre todo para el lector- seguir un determinado orden.
GERNIKA
A pocos pasos, la apacible Sukarrieta nos depara otra pequeña sorpresa; una isla, pequeña pero frondosa, que más bien parece de juguete y a la que podemos acceder fácilmente andando: Txatxarramendi. Nuestro camino proseguirá por la ría de Urdaibai, que nos obligará a rodearla para llegar a la histórica Gernika. Parada y visita obligada a su Casa de Juntas y al Museo de la Paz. La ciudad, popular y desgraciadamente conocida por el bombardeo de abril de 1.937 y que inmortalizó Pablo Picasso con su obra, es ahora espíritu vivo de libertad a la vez que evoca las tradiciones vascas. Su famoso roble, en el que según Rousseau, se tomaban “las decisiones más justas” conforma el principal atractivo de la ciudad.
Deleitarse con el arte en los pinares de Oma.
VALLE DE OMA
No hay que alejarse mucho de Gernika para adentrarse en Kortezubi, dentro del valle de Oma. Es aquí donde el pintor y escultor Agustín Ibarrola quiso plasmar decenas de coloridas figuras pero, al contrario de hacerlo sobre un lienzo, eligió los troncos de decenas de pinos. El singular conjunto es un deleite para caminantes. Aprovechemos nuestra estancia por estos lares para acercarnos a la cueva de Santimamiñe, que guarda la más importante muestra del paleolítico de Bizkaia con representaciones de bisontes y ciervos. En este mismo entorno de Urdaibai merece la pena observar la arquitectura del castillo Gauteguiz de Arteaga, hoy establecimiento hotelero.
Seguimos nuestro recorrido hasta Ibarrengelua. Desde la playa de Laida podremos conseguir estupendas fotografías de Mundaka, a la vez que visitar el Urdaibai Bird Center, donde se estudia a las aves y se profundiza en la conservación de la fauna y la naturaleza. El Peñón de Ogoño, sobre la solitaria –y dicen que presumida- playa de
OGOÑO
Laga convierten a este rincón en único. Al otro lado del Ogoño, una pequeña localidad pesquera se abrió paso como pudo entre las verticales laderas para crear una imagen de postal: es Elantxobe. Tan pequeño como bonito, allí los autocares no son capaces de dar la vuelta por sí mismos y tienen que utilizar una plataforma giratoria. Permítaseme la broma ¿será una fanfarronada vasca?. Lo comprobaremos.
La carretera se desliza suavemente entre praderas y caseríos, entre el mar y la montaña, para llegar a la bonita Ea que se funde en un abrazo entre su ría y su desembocadura. La playa de Ispaster es una delicia para todos los que aman los arenales vírgenes y que nos marca el camino hasta nuestro siguiente destino. Lekeitio nos recibe con su faro de Santa Catalina y con una bella basílica gótica, junto al puerto, que guarda un monumental retablo barroco. Será ya, en la vecina Mendexa, donde encontremos el molino de mareas de Marierrota y desde donde se inicia un singular sendero que remonta el curso del río Lea.
ONDARROA
Nos estamos acercando a nuestro último destino pero antes, casi de la mano, nos adentramos en Ondarroa. Destaca su viejo puente, que data de 1.795, como si nos anunciase que es el último de los pueblos vizcaínos ya lindando con Guipuzkoa. Su casco antiguo rodea ordenadamente la Iglesia de Santa María.
Y, para terminar este segundo recorrido de occidente a oriente a través de la Costa Vasca, llegamos a Mutriku. Ensartada en una ladera, que cae vertiginosamente sobre el agua salada del mar, sus calles, plazas y resto de espacios públicos parecen realizados a medida. Dominando su parte alta, la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Tendremos que descender por sus estrechas y empinadas calles del casco histórico, en un excelente estado de conservación, para llegar a las instalaciones portuarias y al Museo Bentaleku y al Museo Nautilius, que se ocupa de todo aquello que se esconde desde millones de años bajo las aguas: los fósiles hallados en el mar Cantábrico.
Es hora de realizar parada final y, por supuesto fonda. Todavía queda camino por recorrer pero eso lo dejamos para nuestro siguiente artículo: de Mutriku a Orio. De momento, como siempre, desearos salud ciudadanos viajeros. Ahh, y si quieres recordar de donde salimos pincha aquí: de Muskiz a Bermeo.