DE BINGOS, DNIs Y "AHORA QUÉs"

Publicado el 13 mayo 2013 por Selu
Ya lleva esto bastante tiempo paraito, y me parece a mi que es hora de escribir algo; y para ello no hay nada mejor que hacerlo con una historia verídica, como diría el Gran Paco Gandía, de esas surrealistas que al día siguiente te preguntas cómo acabasteis así o allí...
Y es que hace unos sábados, iba a cenar con un amigo a un bar en Mairena (no tiene nada que ver que sea el de mis padres y me fíen :D) cuando de pronto llama otro amigo; un onubense del que ya se ha hablado en este blog alguna que otra vez y que venía a cenar con nosotros también.
La cena discurre tranquilamente entre atún a la plancha, churrasquitos de pollo y chanquetes con pimientos asados. Cuando nos vamos del bar aparece la GRAN pregunta "Bueno, ¿Ahora qué?". De entre todas las propuestas, nos llamó a los tres poderosamente la atención una... Ir al Bingo. Sí... ¿Ganas de perder dinero? Tal vez, el caso es que ninguno de los tres habíamos ido nunca y "por probar"...
Nos encajamos en el Bingo Oriente de Luis Montoto. Al entrar, había un tipo jugando a la ruleta ¿Sería un capo ruso de los que controla la mafia del juego en Sevilla? Quién sabe... El caso es que fuimos hacia el mostrador y la mujer que estaba detrás nos caló al momento porque nos preguntó afirmando que si éramos nuevos y que de ser así teníamos que darle nuestros DNI para que nos abriera ficha. Se lo di, y cuando el susodicho onubense le iba a dar el suyo ¡Sorpresa! No aparecía por ningún lado, ni el DNI ni el carnet de conducir... así que nada, nos olvidamos del bingo, el mafioso ruso podía estar tranquilo, no iba a ser esa la noche en que haríamos saltar la banca.
El hecho de no poder entrar en el Bingo nos había dejado un vacío en el interior y a uno de nosotros pensando en todos los lugares en los que podían estar los documentos de identidad, llegando a la conclusión en que sólo podían estar en un sitio... Huelva.
Después de pensarlo como segundo y medio nos pusimos camino de la A-49 rumbo a por el DNI con la salsa del atún, los pimientos de los chanquetes y el mojo picón del churrasquito coleando en los estómagos.
Llegamos, después de "quitarle las pegatinas" a más de un coche al que adelantábamos, o lo que es  lo mismo, que el conducía no le daba por adelantar hasta que no se aprendía de memoria la matrícula del coche que iba delante. Quien dice aprender, dice quitarle el polvillo con los dedos. Mientras el del DNI lo buscaba en su casa, el del coche y un servidor estábamos fuera bebiendo sendos Aquarius, lo que trae consigo un problemilla interesante... "¿Dónde mear?" Podíamos haber entrado en la casa de nuestro amigo en un momento rápido, pero como estamos medio amamonaos pues nos pusimos a buscar un sitio adecuado en un territorio inhóspito. Al final, como siempre, arbolito y a otra cosa. El DNI apareció por fin; y entonces de nuevo la pregunta "¿Y ahora qué?". 
Pues el del coche tenía ganas de fiesta así que el autóctono dijo "pues tira para el centro". Nos metimos en un discoteca estilo Budha que yo no se ni como nos dejaron entrar porque íbamos de lo más casual (lo que viene siendo botines, vaqueros y sudadera) y el primo hermano de Emaná en la puerta. Pues nada, que si baile del caballo, que si Michael Jackson, que si Juan Magan, vamos, la banda sonora que no puede faltar en ninguna colección musical que se precie. Yo no se exactamente hasta qué hora estuvimos allí, pero ya de mañana estábamos llegando a casa (de nuevo quitando "pegatinas") haciendo una paradita para comprar churros, que viene muy bien a esa hora. Bueno ahí solo fuimos dos, porque el onubense estaba reventado de tanto "Shequete shequete"
Eh! Seguro que pensaréis que estábamos medio borrachos y muy colgados, pues no; todo esto se llevó a cabo con el único alcohol que trae una Heineken, que me tomé yo.
La conclusión de todo esto fue que menos mal que no entramos en el Bingo porque había muy poca gente y por lo tanto muy poco de bote, vamos, lo que viene siendo un pá ná.