Y es que hace unos sábados, iba a cenar con un amigo a un bar en Mairena (no tiene nada que ver que sea el de mis padres y me fíen :D) cuando de pronto llama otro amigo; un onubense del que ya se ha hablado en este blog alguna que otra vez y que venía a cenar con nosotros también.
La cena discurre tranquilamente entre atún a la plancha, churrasquitos de pollo y chanquetes con pimientos asados. Cuando nos vamos del bar aparece la GRAN pregunta "Bueno, ¿Ahora qué?". De entre todas las propuestas, nos llamó a los tres poderosamente la atención una... Ir al Bingo. Sí... ¿Ganas de perder dinero? Tal vez, el caso es que ninguno de los tres habíamos ido nunca y "por probar"...
Nos encajamos en el Bingo Oriente de Luis Montoto. Al entrar, había un tipo jugando a la ruleta ¿Sería un capo ruso de los que controla la mafia del juego en Sevilla? Quién sabe... El caso es que fuimos hacia el mostrador y la mujer que estaba detrás nos caló al momento porque nos preguntó afirmando que si éramos nuevos y que de ser así teníamos que darle nuestros DNI para que nos abriera ficha. Se lo di, y cuando el susodicho onubense le iba a dar el suyo ¡Sorpresa! No aparecía por ningún lado, ni el DNI ni el carnet de conducir... así que nada, nos olvidamos del bingo, el mafioso ruso podía estar tranquilo, no iba a ser esa la noche en que haríamos saltar la banca.
El hecho de no poder entrar en el Bingo nos había dejado un vacío en el interior y a uno de nosotros pensando en todos los lugares en los que podían estar los documentos de identidad, llegando a la conclusión en que sólo podían estar en un sitio... Huelva.
Llegamos, después de "quitarle las pegatinas" a más de un coche al que adelantábamos, o lo que es lo mismo, que el conducía no le daba por adelantar hasta que no se aprendía de memoria la matrícula del coche que iba delante. Quien dice aprender, dice quitarle el polvillo con los dedos. Mientras el del DNI lo buscaba en su casa, el del coche y un servidor estábamos fuera bebiendo sendos Aquarius, lo que trae consigo un problemilla interesante... "¿Dónde mear?" Podíamos haber entrado en la casa de nuestro amigo en un momento rápido, pero como estamos medio amamonaos pues nos pusimos a buscar un sitio adecuado en un territorio inhóspito. Al final, como siempre, arbolito y a otra cosa. El DNI apareció por fin; y entonces de nuevo la pregunta "¿Y ahora qué?".
Eh! Seguro que pensaréis que estábamos medio borrachos y muy colgados, pues no; todo esto se llevó a cabo con el único alcohol que trae una Heineken, que me tomé yo.
La conclusión de todo esto fue que menos mal que no entramos en el Bingo porque había muy poca gente y por lo tanto muy poco de bote, vamos, lo que viene siendo un pá ná.