La última ha sido derribar el monolito ‘al alférez provisional’. Es curioso cuánto parecido tienen esta gente de Ahora Madrid con aquella figura militar surgida en el 36 por las urgencias de la guerra. La falta de mandos militares y sobre todo de tiempo para formarlos, obligó a crear este empleo con personas que no aportaron más conocimiento a la milicia que una formación académica por encima de la media de los españoles de entonces.
Uniformes y estrellas aparte, los políticos de la franquicia madrileña de Podemos son un poco más de lo mismo. ‘Ediles provisionales’ podría rezar un hipotético monolito. La falta de regidores hizo que de la calle, y con un poco más de formación que quienes les escuchaban en las interminables asambleas de la Puerta del Sol, surgieran estos políticos en un giro de la historia que cambia el escenario para repetir los personajes, y mientras aquellos alféreces caían como moscas en las batallas, estos apuestas por morir matando en los despachos.
Lo cierto es que los actuales munícipes han sacado la partida de nacimiento para acreditar que son hijos del matrimonio contraído entre dos de los peores defectos del ser humano, la ignorancia y el sectarismo. Un emparejamiento que nos ha dejado una descendencia empeñada en cambiar la apariencia de la ciudad de Madrid a cualquier precio, y a falta de quien les esculpa monumentos como los que ahora derriban, la han emprendido con las fachadas. Murales gigantescos, una práctica muy del gusto de los regímenes comunistas, aparecen allá donde el ayuntamiento capitalino encuentra un muro disponible en el que perpetuar sus propios símbolos, y de paso, poner de cara a la pared al ciudadano que mientras intenta descifrar mirando hacia arriba, que es aquello que de repente adorna su barrio, no parece fijarse en el desgobierno que rige a pie de calle.