Nunca he comprendido porque la gente guarda silencio en los consultorios. Que yo recuerde no suele haber letreros de “favor de guardar silencio”. Quizás se deba a que compartir un espacio pequeño con varios congéneres puede causar incomodidad o sensación de falta de aire. Como en los ascensores. Nadie nunca se mira a los ojos, todos miran al punto de fuga que indica en que piso vamos.
Fue llegar al ginecólogo y comenzar a suceder cosas de lo más variopintas. Hace tiempo no realizaba la visita pertinente a ese enemigo íntimo, por lo que lo primero que llamó mi atención fue una gran pantalla de plasma en la sala de espera. Por gran pantalla de plasma me refiero a una grande. De 70 pulgadas. De las que no hacen falta gafas para ver todo en tercera dimensión.
Hubo algo en mi que se emocionó. Pensé que pondría ecografías 4D o videos de embarazo o incluso videos de youtube de niños sonriendo. Ya saben con el fin de exudar oxitocina. Pero mis expectativas no fueron cumplidas. En cambio lo que daba inicio era un capítulo de National Geographic: “La vida en el desierto“. En esa pantalla podíamos observar cómo se moría un camello por deshidratación y como una hiena arrancaba su pobre muslo para saboreárselo entre mordida y mordida. Desolación. ¡Y yo pensando en procrear! No pude más que sentirme fatal.
Las pacientes nos miramos las unas a las otras. Yo era la única no embarazada y pude sentir su cara de envidia ante mi no abdomen protuberante, pero todas coincidíamos en la mala selección del programa con miradas de reprobación.
En eso llegó una madre y su hija. Hablando fuerte. Rompiendo todo esquema de educación implícito sobre las charletas en consultorios. Los presentes hacíamos como si no escucháramos y hojeábamos Telvas del año pasado con tal de evitar ver la cara del camello moribundo en pantalla GIGANTE.
Y en eso no pudimos fingir más. Todas tuvimos que opinar.
La madre recién llegada le decía a su hija que después de que pariera la llevaría con el médico gusano. Así tal cual. En fuerte. Vamos que siendo publicista hubiese dicho que eso era una inserción pagada al puro estilo teletienda.
-Hija este doctor va a regresar tú cuerpo a la normalidad.
Como si el cuerpo de una embarazada fuera subnormal.
-Mamá yo creo que con la lactancia ese método es un poco arriesgado.
-De eso nada, ya viste como la Mari tiene un tipín perfecto para el veranito. ¡Eso es lo que tienes que hacer tú para sorprender a todas las del pueblo!
-Mamá pero ya escuchaste lo que dijo Inés que un día que no se tomó la pastilla y la pastilla caminaba sola.
¿Caminar? ¿Una pastilla? El morbo de las presentes iba en crescendo.
-Bien le dijeron a Inés que no dejara de tomarse las pastillas pues eso es lo que pasa con los gusanos. ¡Crecen!
¿Gusanos? ¿Encapsulados? ¿Es broma no?
Si Nike pudo con su “Just do it”… Dr. Gusano lo peta.
Y tuve que meterme. Por interés, porque me carcomía la duda y porque no podía creer que estuviese pasando eso en mi visita romántica al ginecólogo.
El método gusano es “natural”. Encapsulan tenias y las tomas para adelgazar.
¡Y yo que creía que ya conocía todas las dietas del mundo!
Ahora sé porque se debe guardar silencio en las salas de espera.