El padre estaba inclinado sobre la mesa de la cocina con el paquete de embutidos abierto mientras preparaba los bocadillos para el viaje. Había elegido el jamón que tenía una pinta excelente. Dos emparedados estaban ya listos y envueltos en reluciente papel de plata. Al llegar al tercero, se detuvo un momento y gritó volviéndose hacia el patio de la casa: - ¿Tú, Raúl, también quieres el bocadillo de jamón?. Una voz adolescente contestó desde el exterior: - No, yo quiero de chorizo...
El padre le replicó: - Pero, hijo, siempre quieres chorizo: en el plato de lentejas un chorizo entero, con los huevos fritos: chorizo, para merendar, chorizo... ¿No te apetece este jamón? Está muy bueno...
La voz juvenil se reafirmó levemente irritada: - Yo ¡de chorizo!
El padre apeló una vez más a la pedagogía: - Pero escucha, siempre comes lo mismo; tienes que diversificar tus gustos, tienes que aprender a comer de todo.. Piensa que cuando seas mayor y busques trabajo puede que tengas que decidirte por uno que no te guste. Quizás tengas que aceptar un empleo de albañil, o de cartero, o de funcionario... lo que te ofrezcan.
El hijo le contestó retador: - No, yo de chorizo.