Valeria no es un bebé de esos que se duermen en cualquier sitio, le cuesta bastante conciliar el sueño y encima lo tiene ligero. Si la acostamos en la cuna, tiene que pegar la cara del protector, con lo que el cuello le queda bastante torcido, pero bueno, ella así está cómoda. Además, necesita el chupete. Estos días, como tiene la nariz tapada, entre que pega la nariz del protector y el chupete, pues no respira bien. Y entonces protesta, lloriquea y da cien vueltas hasta que se duerme.
Una noche cualquiera, sin mocos, Valeria "espera" a que nos acostemos nosotros para dormir. Normalmente necesita un rato para sacar la energía sobrante, ese rato se traduce en pataleos y movimientos de nadador de los brazos, podría ganar una olimpiada por la velocidad a la que se mueve. Pide el chupete y se lo damos. Entonces, con su índice y pulgar haciendo una pincita, a la velocidad del rayo, agarra el chupete, se lo quita y...llora!! Esto lo hace porque está nerviosa y cansada, entonces muchas noches, para que se duerma, tengo que poner mi mano justo frente a su chupete para impedir que se lo quite y que se vaya relajando. Noches en las que está especialmente tensa, la pongo entre papá y yo y cada uno de nosotros le sujeta un brazo y una pierna, hasta que ella se calma y adopta su "posición de dormir" (cara contra el cabecero de la cama).
Así que si normalmente le resulta tan difícil dormir, os podéis imaginar estas noches. Para colmo, como no se acaba de dormir profundo, si se le cae el chupete se entera y llora y eso puede pasar cada 15 minutos en los peores ratos, ayer pasé media noche sujetándole el chupete y ella media noche lloriqueando y dando patadas.
Pero lo peor, lo peor, es sacarle los mocos. Me da mucha pena porque sé que se lleva un mal rato, pero tengo que hacerlo porque en el catarro anterior, por no echarlos, se le fueron al oído y acabó en otitis... así que ahora estamos todo el día con el suero y el sacamocos, que no le gusta nada, pero nada, pero la verdad es que le sacamos muchísimos mocos.
El otro día, tras sacárselos, empezó a llorar enfadada, muy enfadada. La cogí, le hablé, la abracé, le ofrecí el chupete, pero nada, el llanto empeoraba, cada vez gritaba más, hasta que llego un punto en que empezó a costarle respirar, se puso roja y empezó a hacer ruidos como de ahogo. Entré en pánico, grité su nombre y salí corriendo con ella al pasillo mientras le pedía que reaccionara. En ese momento pensé en hacerle el boca a boca y ya estaba por salir corriendo a la calle cuando respiró. Me dio un susto horroroso y me quedaron temblando las piernas un buen rato. Estuve buscando en Internet acerca del tema y encontré esto, que explica bastante bien lo que le pasó a Valeria, que por suerte no llegó al extremo de ponerse morada.
Así que así estamos pasando estos días, entre crisis de llanto y poco sueño, por eso estoy entrando poco al blog. Esperemos que pase pronto.