Una de las tareas indispensables que he aprendido a hacer con cariño es juntarme a leer y corregir. Y si lo que se lee es algo bien escrito, entonces, el gusto es doble. El sábado pasado el encuentro fue de ese tipo: un placer de lectura.
No sé qué estaría diciendo exactamente en la foto, según me contaron: «Con ese dedo indice en alto creo que me estaba "retando", y que fuera la última vez que dejaba cosas tiradas al costado de la ruta». Lo que si sé es que la clínica en el espacio de Anahí Flores estuvo hermosa. Es un lugar tan cálido que al entrar no te dan ganas de volver a salir. Una inyección de luz, complemento perfecto para la lectura.
El material de los muchachos del taller fue muy interesante. Me encantó haber trabajado con los textos de Alejandro, Gabi, la Srta. Mr. Mote y Pablo. Voces muy distintas. Leímos sobre un asesinato, una robot mística, un conejo, un gato y sus amigos del bosque, y un hombre que transmuta. Cuatro textos que seguro terminarán siendo excelentes cuentos.
Ojalá vuelva a repetirse la lectura, las devoluciones y lo mejor de todo: la charla y los muffins con picante de cayena.
Por lo pronto, te invito a visitar la web de Anahí Flores: La lectora en la ciudad y consultarle acerca de su taller virtual.