La petite, más espabilada, según la veo (y comparo), comenzó diciendo "ta-ta-ta-ta" al más puro estilo Andrés Montes.
Llevarla al pabellón de baloncesto un viernes cada dos, desde que estaba en la tripa, es lo que tiene, que, o bien te sale un monstrenco de 2 metros, o te sale una aficionada más, con todas las expresiones baloncestísticas aprendidas.Después, la acortó dejándola en dos sílabas, ya estaba hecho el juego, "mira hija, tu hermana te está llamando, te está diciendo "ta-ta".
A continuación, como madre orgullosa que soy, quise que su segunda palabra fuera "mamá", porque... ¿Cómo es eso que desde pequeños, todos digan antes papá que mamá? No podía ser, y como l'aînée ya me había hecho ese feo, me decidí a emplear todas las armas con la petite. Y su hermana mayor iba a ser mi ayudante. Y sí, señores, lo conseguimos, dice mamá con una soltura que da miedo. Se acerca corriendo a mí, diciendo mamá. Y me llena de orgullo y satisfacción. Pero a las dos semanas, también decía papá. No puede una ser mala, su padre también debía sentirse orgulloso de la peque.
Y ya pasamos al no. Y sus primeros gestos. El "adiós" con la mano, lo clava. El "choca la mano", lo clava. El "dame un beso", lo clava. (ay, esa boquita, que me la como toda). ¿Y el "no"? Ahora todo es no, pero además lo dice con furia.
"No, no, no, no", dice cuando le cogemos algo de la mano para quitárselo. Se enfurruña toda, y "no, no, no".
"No, no, no, no", dice cuando la dejo en la cama para ir a hacer otra cosa.
"No, no, no, no", dice cuando le quito el pañal para limpiarle el culete por la mañana.
Si no fuera por su pelo, que todavía no le ha crecido, diría que es una reencarnación de Amy.
Pero es un sol de niña, y esa fase, no dura tanto. Mientras tanto, voy a disfrutar de su "choca-esos-cinco" y besos de película.