Puesta en situación, sacamos los ingredientes de la nevera. Diversas verduras para el potaje de la hermana, y carne para nuestra comida. Decidí hacer unos bistecs rusos y unos solomillos de pollo empanados. Además de unas papas guisadas.
Danièle ralló zanahoria, cortó papas, lavó las papas, mezcló la carne molida con la zanahoria y el huevo, rebozó los solomillos en el pan, y además, limpió los utensilios.
Tardamos una hora en preparar y hacer la comida. Pero quedó satisfecha. Al acabar, llamó al padre para que viniera a la cocina y enseñarle todo lo que había hecho.
Estaba muy orgullosa de sí misma, y más que el paso a paso de los platos que hicimos, comentar el momento de felicidad y utilidad que hemos experimentado ambas.
Ella se ha sentido útil, es ya una "niña muy mayor", que ayuda en la cocina, y sabe cómo hacerlo. Pasó un rato agradable y aunque ella come siempre muy bien, se puede decir que la comida "le supo" (como dicen en Canarias).
Y yo, me he sentido orgullosa de ella, porque hemos compartido un momento juntas, (sin la petite por en medio, -pienso que de vez en cuando, necesita mi atención al cien por cien-), y es una situación nueva y lúdica. ¡No siempre va a ser parque o paseo!