De cómo educar en valores: compartir

Por Bergeronnette @martikasprez
Tener hijos no siempre es fácil. Y ahora que estamos las 24 horas juntas comenzamos a ver algunos detalles que, unos nos gustan, y otros no tanto. Una de las habilidades más difíciles de enseñar es la de compartir. Aunque puedan aprender a compartir desde muy pequeños, la mayoría de los niños sólo estarán preparados para compartir juguetes y otros materiales a partir de los cuatro o cinco años. L'aînée juega con ventaja porque tanto la palabra como el concepto las ha aprendido en la guardería. Pero claro, de la teoría a la práctica, al menos en casa, hay un paso. Y a veces, hasta un salto. Y si juntamos que la petite aprende de su hermana, y va sacando genio, entonces tenemos las temidas "peleas entre hermanos", en mi caso, entre hermanas, que ya sabemos que entre chicas, las peleas son mejores.
Empecemos con ejemplos:
Danièle, cuando leas esto, ya habrás pasado esta etapa, y tal vez me lo agradezcas o tal vez no, pero acuérdate, que mamá, c'est moi, y trato siempre de que ambas tengáis las mismas oportunidades.
 
Esta mañana he sacado el caballo rosa de donde estaba recogido. No estaba recogido en un armario, o en un cuarto que no pudieran cogerlo cuando quisieran, estaba a los pies de la cama de l'aînée, que hay un hueco suficiente para dejar al animalico. Lo he cogido y puesto en el centro de la habitación, para que la petite subiera un rato. Su hermana en otro cuarto, entretenida, al escuchar el relincho del juguete ha venido corriendo. También quería subir. Y ahí ha empezado esta pelea de hermanas.
-Ahora yo. Yo quiero subir. Es mío.-Déjaselo a tu hermana un momento, y ahora te subes tú. Un ratito cada una.-Vale, ahora yo.
Parece que lo ha entendido, y l'aînée ha subido. Y ha sido entonces cuando la petite se ha enfadado  y ha intentado pegar o arañar a su hermana.Ella también ha recibido una pequeña charla, aunque tenga sólo un año, -bueno 13 meses- es capaz de entender que esa rabieta no es buena. Así que mientras la hermana mayor se balanceaba, ella apretaba la oreja del caballo para escuchar el relincho. Y así otro ratito hasta que se han intercambiado. Y ellas solas, ha sido la mayor quien ha dicho, "ahora tú". Ha sido un bello momento de compartir. Buscando información sobre las peleas entre hermanos, he caído en un truco que consiste en poner la alarma del reloj durante cinco minutos, o diez, o dos, y así ambas participan en el juego por turnos. ¡Eh, eh, eh! ¡Ahora soy una super mamá! He calculado el tiempo mentalmente, pero el truco lo he sacado yo sola. Maman, c'est moi!
Así que podemos decir que el primer paso es garantizar que todos tengan derechos sobre sus cosas. A veces les cuesta compartir porque no se sienten seguros de sus posesiones. Pero mi hija mayor es suficientemente madura para comprender que hay cosas que puede compartir, si quiere. Y otras que, aunque sean suyas solamente, tiene que compartir con su hermana. No digo con el amigo del parque al que acaba de conocer, pero sí con su hermana.
Así llegamos a la segunda situación. La hora de la cena. O más bien, el momento de después. He dejado a la petite en su cuna, y ésta ha cogido una casita de juguete, donde su hermana había dejado a los ponys. En cuanto lo ha visto, ha medio llorado, y hemos vuelto a repetir la misma situación de por la mañana.
-Hija, préstale el juguete un momento, y ahora se lo quito yo. Comparte los ponys con tu hermana, y ahora te los doy, porque son tuyos.
Ahí se ha quedado la cosa, ni dos minutos ha tardado la peque en cansarse. He recogido los ponys, la casa, y se la he dado a su dueña.
Así un segundo paso sería tratar las situaciones y transformarlas en lecciones prácticas: "Llevas mucho rato jugando con el juguete, ahora le toca a tu hermana, ¿no crees?".Es bueno dejar pasar un tiempo para que sea el propio niño quien ceda su juguete al que espera, y sino, los podemos ayudar a que se intercambien el juguete: "ahora te toca a ti otra vez".
Ejercer la diplomacia entre dos niños que juegan les ayuda a respetarse y a conocer ciertas reglas, pero ¡ojo!: a veces hay que dejarles resolver solos sus disputas o, simplemente, aceptar su negativa a compartir: cada niño tiene sus pertenencias favoritas a las que se siente emocionalmente ligado y es lógico que las defienda con uñas y dientes.