Esta es la historia de una niña de tres años. Y de un lobo feroz. Es la historia de una plastilina rosa y de un otorrino-laringólogo.
¿Quién teme al lobo feroz? al lobo, al lobo...
Un buen día, la niña salió del colegio, como todas las tardes.
-Papá, papá, me duele el oído.
-Será de lo mucho que has jugado y gritado en el patio.
Al llegar a su casa, el papá miró en las orejas de la niña, y oh! sorpresa, un trozo de plastilina rosa estaba alojado en el oído.
-Hija mía, ¿cómo ha llegado la plastilina a tu oreja?
-No lo sé, contestó ella. Habrá sido el lobo feroz.
-¿El lobo feroz?, preguntó la madre.
-Sí, vino esta tarde a clase, llamó a la puerta, y yo le abrí.
-Y entonces ¿te metió la plastilina en la oreja?
-Sí, mamá, fue el lobo feroz.
Y sopló, y sopló...
Al día siguiente, la niña acudió al médico. Y de sus orejas salieron grandes tesoros, además de la plastilina rosa.
-Qué pesada eres con la plastilina rosa, no hace falta que digas el color.
-¿Tú crees? Digo que es rosa, porque a la niña le gusta jugar con la plastilina rosa... Y el lobo le metió plastilina rosa. ¿Asocias la idea?