Cuando llegamos a la isla, le cogió manía a los perrillos -ratas- pequeños que le ladraban y se tiraban a morderle las orejas. Y por eso, algunas personas pensaron que no se llevaría bien con l'aînée, que le cogería celos o algo similar.Pero nada que ver con aquellos pensamientos que les rondaban a aquellas personas, que cuidaban bastante de no decírmelo... Siro fue un perro que cuidó de ella durante su primer año de vida. Se acercaba a ella cuando dormía en la cuna, la miraba respirar y luego me miraba a mí, como buscando aprobación o tranquilidad. Cuando estaba mamando, le olisqueaba la espalda y trataba de lamerle la cara. Dejó que le tirara de los mofletes, de las orejas, que se tumbara sobre él... ¡Y era un boxer! Hasta lo llevó alguna vez de paseo, y era tan bueno, que iba despacio a su lado, esperando que sus primeros pasos lo acompañaran al parque.
Ahora, le gusta acariciar al perro de su padrino y darle galletas.
Leyendo el post de Iria sobe su niña y su perro, me recordó el vínculo que tenían mi Genoveva mayor con mi perro, y creo que, parte de que le gusten los perros, fue gracias a Siro.