Y a Danièle, l'aînée, también le gustan los libros. Trato de inculcarle el valor de los mismos. Cada poco le regalo un libro, o dos. Y ella misma, los pide. También le gustan las muñecas, ¡cómo no! pero no dice que no a un libro.
Además de los regalos del cumpleaños de Yvette, la petite, en el que le cayó un libro buenísimo y 100% recomendado, ¿A qué sabe la luna?, yo le había comprado previamente dos libros de la misma autora.
Son historias sencillas, con rima, e ilustraciones muy divertidas. Le suelo contar una historia, un cuento, un trozo de libro por las noches, para que ella duerma tranquila, y con bonitos sueños. Estos libros son estupendos para dejar volar la imaginación.Ponemos la luz pequeña (es decir, la lamparita de la mesa), le hago cerrar los ojos, y mientras modulo la voz, hablando bajito y con distintos tonos, ella tiene que imaginar lo que le voy contando. A veces, nos salimos del guión, bien porque es una cosa que conoce (o desconoce) y ha tenido ocasión de verlo, tocarlo u oírlo en el día; bien porque le explico en qué consiste aquello que le estoy contando, buscando palabras que le suenen.Otras noches, no puedo contarle un cuento, porque estoy agotada, la pequeña me reclama, y ella coge un par de libros, y se pone a contar la historia en voz alta, o sólo mira los dibujos, pero por lo menos, esa es una rutina que no me gustaría que cambiara.
Le estoy muy agradecida a mi familia por haberme inculcado ese amor a los libros, y me gustaría que mis grillitos también lo tuvieran. Continuará...