De cómo la maternidad me hizo conocer mi verdadero YO.

Por Gracitata @Lactandoamando
Hoy en España, como cada año, el primer domingo de mayo, celebramos el Día de la Madre.
Yo me lo tomo como un pequeño homenaje a todas las que somos madres, a nuestras madres, abuelas, antepasadas... todas aquellas mujeres que han hecho posible que nosotros y nuestros descendientes nos encontremos hoy aquí, que lo hicieron y lo hacen lo mejor que han podido y sabido...que han sufrido tanto para sacarnos adelante...
Ser madre para mí, al igual que para muchas mujeres, ha supuesto para mí un antes y un después en mi vida, pero no en la forma de cambiar mis hábitos, mi rutina o mi tiempo, que claro que también cambian, sino en mi forma de entender el mundo, en mi forma de dar prioridades en mi vida más personal e íntima, en todo lo que forma mi verdadero YO.
Yo siempre he sido una persona muy competitiva desde antes de ser madre y he necesitado que se me valorara profesionalmente para sentirme bien, he sentido unas ansias enormes de aprender de manera continua, en gran parte por enriquecer mi propia psique y en parte también para seguir avanzando en mi profesión, en el trabajo...acceder a puestos cada vez más importantes o con más responsabilidades, para poder acercarme así a mis deseos profesionales.
He tenido la enorme satisfacción de que en muchas ocasiones, tanto jefes como encargados, formadores o coaches hayan valorado mi esfuerzo y me hayan considerado como una de las más profesionales de sus empresas o cursos de formación o sesiones... Esto, no os miento, me hacía sentir en las nubes, en esos momentos no necesitaba nada más, mi vida así era casi plena....
Y digo casi porque, por mucho que me gustara sentirme así, había algo dentro de mí que necesitaba de algo más que éxito profesional o de reconocimientos al respecto.
Desde muy pequeña he deseado ser madre. Si..bien pequeña y ya tenía claro que quería hijos, que los educaría con amor pero con severidad tal y como siempre hicieron conmigo...
Pero a pesar de querer ser madre también, confieso que antes de ser madre pensaba que los niños eran "pequeños manipuladores", que nos usaban a su antojo, que no podíamos dejar que se nos subieran a la chepa, que lloraban para manipularnos o que había que castigarlos, vetarlos de nuestras actividades de adultos o ignorarlos si queríamos que se hicieran fuertes...una vez más, tal y como yo lo viví...
En resumen, todo lo que a día de hoy repudio y por lo que lucho cada día para que los más pequeños no tengan que sufrirlo.
Aún recuerdo, con dolor...como, un mes antes de quedarme embarazada, cuando la hija de una prima mía era aún un bebé casi recién nacido lloraba y yo le decía...-¿no ves que no tiene lágrimas?, no llora de verdad, te manipula para que la cojas....no le pasa nada...-.
Y recuerdo esto a día de hoy y no me reconozco en esas palabras, más que nada, porque un mes después, cuando me quedé embarazada de mi primer hijo, algo dentro de mí se fue modificando, endulzando, sensibilizando...
Comencé a interesarme por el desarrollo de los bebés, por sus necesidades....por suerte o desgracia tenía Internet y digo por desgracia porque como sabéis es un arma de doble filo si no sabes lo que buscas o lo que sientes....pues lo mismo te encuentras con un artículo sobre los enormes beneficios del colecho que con un artículo tachado de "científico" donde te cuentan que debes dejar llorar a tu bebé solo en su cuna para enseñarlo a dormir...ya sabéis de lo que hablo... ¿verdad?.
Y ante esto, lo más triste de una madre primeriza que además ha sido criada con un modelo de crianza basado en el adultocentrismo y la autoridad del adulto, es que en ocasiones te acabas fiando más de esos que dicen ser "profesionales" o que sus métodos y demás técnicas de crianza (o adiestramiento como las llamo hoy en día) están científicamente demostradas, basándose en corrientes psicológicas totalmente obsoletas o inútiles hoy en día si lo que queremos conseguir son niños sanos y futuros hombres cuerdos y seguros de si mismos, en experiencias o experimentos "científicos" más propios para usar con animales que con seres humanos o simplemente basándose en sus propias y locas ideas sobre la infancia y sus necesidades ignorando en todo momento precisamente esas necesidades reales.
Luego está el tema de la lactancia materna. Tú en principio sabes que quieres amamantar pero en tu entorno solo has visto biberones, todas te dicen qu ellas no puedieron dar pecho más allá de tres meses porque se les fue la leche o porque sus niños comían mucho o por mil cosas más... a todo esto le sumas que todos, desde que se enteraron de tu embarazo, se han dedicado a regalarte amablemente biberones y chupetes de todos los colores y tamaños...y para colmo otras te cuentan lo sacrificado que es dar el pecho, que es más cómodo el biberón, que no todas tienen leche...que a ver si luego no me arrepiento.... total, que acabas pensando que a lo mejor no sirves para alimentar a tu bebé...que si a todas les pasa será por algo...que seguro comprarás algún bote de leche por i acaso...
Así que, aunque nuestro incipiente instinto maternal nos diga otra cosa hemos tomado la decisión de que nuestro hijo dormirá en su cuna, quizá tome biberón porque seguramente no seremos capaces de alimentarlo con nuestra leche, que lo dejaremos llorar si todas sus necesidades básicas que estos "profesionales" nos han enseñado (hambre, sueño, pañal sucio) están cubiertas porque entonces solo querrán manipularnos...que no los dejaremos opinar y los enseñaremos a obedecer para que así sepan enfrentarse a la realidad que vivimos...para que se vayan acostumbrando....
Pero el embarazo avanza y en muchas ocasiones, como fue la mía  ese instinto maternal poderoso y liberador va creciendo y dándote una gran e importante lección que se hará realidad cuando tienes por primera vez a tu hijo sobre tu pecho en el mismo paritorio:
No importa todo lo que hayas leído o te hayan aconsejado hasta ahora, tu hijo es tuyo y tu enorme  instinto te guía de una manera tan poderosa que pasas de todo lo aprendido durante los nueve meses de embarazo, durante toda tu vida.
Y de pronto ves a tu hijo sobre ti, llorando y solo te sale abrazarlo, calentarlo y consolar su llanto. Y se agarra a tu pecho por primera vez y sientes un amor y una unión tan mágica que siente que nada podrá suplir esa experiencia, mucho menos un biberón....
Y de repente tienes dificultades para que tu hijo se agarre bien al pecho y en vez de pensar en que "ya te lo advirtieron" y que es más fácil dar un biberón, luchas, luchas por conseguir que tu hijo aprenda a prender tu pecho, a succionar,a obtener ese alimento que tanto necesita de ti.
Y de repente, y ante esa lucha para aprender a amamantar, te ves colechando por primera vez con tu hijo en el mismo hospital, los dos en la misma cama mientras pasas la noche poniéndolo al pecho para que se habitúe a él... y te sientes tan bien así...
Y de repente os dan el alta, llegas a casa y tanto tú como tu pareja os veis de nuevo colechando en vuestra cama nada más llegar, cansados, agotados y deseando salir del hospital...y sin darte ni cuenta...comienzas a usar la cuna, esa que montaste con tanta ilusión y que tan bien preparaste para que tu hijo durmiera allí, de trastero y la cama y vuestros brazos como cuna de tu hijo, así noche tras noche...
Y de repente....después de cambiarle el pañal, de darle de comer y de estar bien abrigadito, tu hijo llora y tú pasas por completo de dejarlo llorar o de ignorarlo y corres como alma que lleva el diablo en su busca para acogerlo en tus brazos y darle lo que realmente está necesitando: tu amor, tu calor, tu refugio....
Y de repente pierdes todo el pudor del golpe y te encuentras en mitad del súper o de la calle con la teta fuera porque tu hijo necesita tu pecho y lejos de sentirte avergonzada te sientes fuerte, poderosa, dadora de vida y de alimento y vas con la cabeza bien alta mientras muchos te miran incluso con asco.
Y de repente, una noche, de esas en las que tienes a tu bebé durmiendo a tu lado, descubres lo cómoda que es la lactancia materna, a diferencia de lo que te habían contado.. cuando te despiertas con la teta fuera y encuentras a tu bebé mamando tan feliz a pesar de estar medio dormido, a pesar de que tú sigues descansando mejor que nunca... mucho mejor que tener que levantarse con su llanto por hambre, ir a la cocina y preparar un biberón y tener que dárselo, sacar aires y volver a dormir los dos...
Y de repente te ves con tu hijo en brazos allá a donde vas, comes con él en tu regazo, trabajas con él a tu lado...haces la comida mientras lo tienes muy cerca, te bañas con él vas al baño con él....y ya no solo porque no quieres dejarlo llorar sino porque sientes que realmente es donde tiene que estar, es donde tú quieres que esté....
Y de repente....todas esas mamás que antes te parecían hippies o incluso irresponsables con la educación de sus hijos te parecen heroinas...valoras el enorme esfuerzo que hacen para enfrentarse a todo un mundo y sociedad condicionados por un modelo de crianza que ignora por completo las necesidades afectivas, emocionales y psicológicas de los más inocentes, de los niños y que por desgracia impera en nuestra actualidad por ese halo pseudo científico que rodea a estas afirmaciones sin ningún fundamento científico en realidad... pero que, no sé por qué, tan bien y certeras nos sonaron en algún momento...
Y de repente un día ves cómo te llaman a ti misma hippie e irresponsable por dormir con tu hijo, por darle pecho a tu hijo más allá de unos meses, por  no querer llevar a tu hijo a la guardería sin ninguna necesidad laboral... (porque al final es la única que me hubiera llevado a hacerlo y eso después de pensarlo mucho...), por llevarlo todo el día en brazos, por atender a su llanto al segundo .
Y de repente..."pierdes" a amistades de toda la vida porque, como a ti te ocurrió una vez antes de ser madre y a pesar de ser madres también, no han logrado conectar con sus instintos y no comprenden tu forma de criar a tu hijo...porque se sienten ofendidas cada vez que cuentas con toda tu ilusión cómo lo haces con todo convencimiento de que tu hijo es feliz así y sin intención de que nadie cambie su forma de hacerlo...de que seguir tu instinto más profundo es lo que tu hijo realmente necesita...
Y un día te das cuenta de que sientes que todas esas madres tan desinformadas necesitan conocer todas las opciones....necesitan saber que existe algo más allá del condicionamiento infantil más crudo, que necesitan conocer desde el rigor y la evidencias más científicas (ya que tanta seguridad nos da...) y desde nuestras propias experiencias las necesidades reales de sus hijos, que necesitan todo nuestro apoyo, el de toda la sociedad para que puedan atreverse a criar a sus hijos como les dicta el corazón, luchando contra sociedad, modelos de crianza o más bien de adoctrinamiento en boga, sistema educativo obsoleto, y mucha, mucha presión incluso por sus propias familias...
Por eso te animas a escribir tu propio blog, en parte para desahogarte y en parte para ofrecer a todas esas familias toda la información que necesiten para que decidan conscientemente sobre la crianza de sus hijos y no condicionados por terceros..
Tú sabes en primera persona lo mal que se pasa, cómo te han atacado, cuantas explicaciones has tenido que dar, cuantos sermones y consejos no pedidos has tenido que soportar... así que solo quieres dar la oportunidad al resto de familias que aún no se han atrevido a dar este enorme paso a de que conozcan todo lo que se están perdiendo...solo por temor a "hacerlo mal" siguiendo consejos y no sus instintos más humanos y mamíferos...
Y lo más importante, no solo cambia tu forma de entender la crianza de los hijos, no solo tu hijo te ha enseñado la lección más importante de tu vida y te ha convertido en una persona mejor y más empática, mucho más empática con los demás y sus necesidades, sobre todo con las de los más frágiles e inocentes....
No solo has aprendido que el instinto maternal es la herramienta más importante que te ha dado la madre naturaleza o Dios o como quieras entenderlo para criar a tus hijos...no solo has aprendido a amar de verdad con el corazón y el alma por primera vez....
Sino que también has aprendido a ver el mundo también de otro modo, has aprendido a cambiar las prioridades de ese YO de antes de ser madre, has aprendido a que ser un buen profesional en tu trabajo, agradar a los demás o tener un buen empleo, refiriéndote a lo que siempre soñaste no es tan importante como antes te parecía...
Te sigues sintiendo profesional, sigues teniendo ganas de formarte y de acrecentar tu cultura, sigues queriendo conseguir el empleo soñado pero con una enorme diferencia: ahora tu empleo soñado no es aquel que cumple con todas tus expectativas pasadas, ahora un buen empleo para ti es el que te permite estar con tus hijos el mayor tiempo posible, es el que te deja conciliar tu vida familiar con el trabajo, descubres que quieres trabajar para vivir  y para garantizarles a tus hijos un buen presente y mejor futuro, pero ya no vives para trabajar ni sientes que la única forma de realizarte es trabajando en lo que te gusta...
Descubres que incluso el trabajo ahora se centra en tus hijos, por y para ellos, así que intentas cambiar las cosas también en este ámbito y emprendes juntando todos tus mejores potenciales para conseguir ese futuro para tus hijos y que además te permitan estar a su lado, disfrutar de ellos y que ellos tengan a esa madre a su lado que tanto necesitan.
Dicen que la maternidad cambia nuestro cerebro y nos hace más inteligentes, yo pienso que realmente lo que hace es sacar todo nuestro potencial para conseguir conciliar de verdad, para conseguir tener esa maternidad que tanto necesitamos y por la que llevamos tanto tiempo luchando...
Antes me sentía realizada trabajando fuera de casa y sintiéndome profesional en mi trabajo, ahora me siento enormemente realizada siendo madre y ayudando a otras mamás en mi misma situación... siento que realmente nací para ello...mis hijos son mi mundo, mi auto realización  mi vida, mi todo...por eso yo celebro el día de la madre todos los días del año....me siento afortunada de ser madre y poder ejercer como tal habiendo aprendido a superar las presiones del entorno...
Cada día tengo el regalo más preciado que puede tener una mujer: ver a sus hijos felices y a su familia unida.
Así me ha cambiado a mí la maternidad... y no podía sentirme más orgullosa, feliz y satisfecha con el cambio...
¿Y a ti?, ¿cómo te ha cambiado la maternidad?.