Voy a partir de una base que creo que es correcta y justa: los recién nacidos no pueden tener parecido a ninguno de los padres nada más nacer, porque están hinchados, de color amarillento, con vernix...
Cuando salimos del paritorio, hacía unos minutos que ya la conocían todos los que estaban esperando -y los que no-, y es que el padre -cosas de papá primerizo-, ya había enviado todo un reportaje fotográfico, vía móvil.
Tras escuchar las ¿típicas? felicitaciones, comenzaron a llover los parecidos.
-Es igualito al padre, cuando era pequeño.
-Mira, tiene la misma nariz que el padre.
-Es clavado al padre, lo siento, hija, pero no se puede negar quién es el padre.
-Es un aqui-va-el-apellido-paterno en toda regla.
Que no es que moleste, no, pero es que ¡¡yo juego en desventaja!!
Toda la familia paterna es de aquí. Toda la familia paterna estaba en la sala de espera. Toda la familia paterna esperaba el nacimiento del primer bebé en la familia aqui-va-el-apellido-paterno desde algo más de 20 años. Mi familia no vive aquí. Mi familia no estaba en la sala de espera. Mi familia si esperaba el nacimiento de l'aînée, pero con más tranquilidad.
Así que tras los primeros momentos, siguieron los primeros días. Y ella seguía pareciéndose al padre. Y pasaron los primeros meses, y todo el mundo -hasta mi familia- decía que era un calco del padre. Y tras los primeros años, sigue pareciéndose al padre, PERO MENOS. Ya hay distorsión de comentarios. Ya hay opiniones de que se parece a mí, a la misma edad.
Y no es que me moleste, no, -sólo un
Señores, vamos a dejar que los recién nacidos se parezcan a ellos mismos, y vayan adquiriendo personalidad propia. Ya llegará un momento, en que se parecerán a su padre, a su madre, o a la bisabuela del primo segundo.
Carnavales 2011. Marzo
Y siempre tendré el consuelo de que cuando crezca un poco más, cambiará.