De cómo Nimuë descubrió que le habían robado 42 recetas 67 ladrones (#elAsaltablogs)

Por Elcalderodenimue @CalderodeNimue

Algo no iba bien.

Y no se trataba solo del cansancio acumulado tras varios días de viaje de regreso a casa. El ascenso por la colina la había dejado un poco sin aliento, pero no lo suficiente como para provocarle alucinaciones.

Si algo la caracterizaba era su capacidad saber cuando algo había cambiado de sitio, o de forma. De fijarse en los pequeños detalles y inferir qué situación los había provocado.

Varios manojos tronchados de las caléndulas que nacen a lo largo del sendero que lleva a su casa delataban que unos pies descuidados habían pasado por allí sin conocer bien el camino, saliéndose al margen y pisando las tan preciadas flores que aliviaban las dolencias de la piel.

Nimuë siguió avanzando hacia la blanca casa de piedra que era su hogar, con cautela ahora, cambiando el paso cansado del viajero que regresa por cuidadosos movimientos que acompañaba de todos los demás sentidos.

La vista para ver las señales que, lo que debía ser un tropel de gente habían dejado en plantas y suelo al transitar por allí. El olfato para detectar un olor lejano pero aún perceptible a humo de fuego recién apagado, que provenía del tiro de la chimenea de la casa. El tacto para percibir cómo el pestillo de la pequeña puerta de la empalizada que rodeaba el jardín dónde cultivaba sus hortalizas y flores para protegerlas de animales estaba fuera de su postura habitual, cerrado pero no del todo, como ella lo dejaba siempre que salía de casa.

Intentó afinar también el oído y aunque en principio le pareció que el silencio del bosque estaba roto sólo por el crujir de ramas por el ir y venir de animalitos, alimañas e insectos, cuando se agachó para escuchar directamente el suelo, notó como este vibraba con el impacto de decenas de pies que huían presurosos, e incluso le pareció escuchar alguna risa divertida y traviesa en la distancia.

Y entonces lo supo. Incluso antes de abrir finalmente la puerta de la casa, que daba directamente a la cocina, Nimuë supo que por fin, había ocurrido. ¡Habían asaltado su cocina!

Pero…¿y cómo culparlos? Ella misma más de una vez había formado parte de las batidas de asaltadores, y disfrutado de la excitación y diversión que da el hacer pequeñas fechorías, y sabiendo que además el riesgo a ser pillado compensaba las delicias culinarias que se disfrutaban luego.

Es por eso que cuando entró en su cocina y vio el caos y el desorden de cacharros, especias, líquidos, harina, recortes de verduras, algún resto de pescado y carne y hasta una pizca de azúcar por el suelo no se sorprendió, ni se enfadó.

Ya poco se podía hacer. Lo robado, robado estaba y no había marcha atrás. Normalmente los asaltadores intentan borrar las huellas de los que han robado, o dejar muchas para confundir al asaltado. Pero a ella no la engañaban.  ¡42 recetas le faltaban pero sabía que a su cocina habían entrado muchos más ladrones!

  1. Los restos de pimienta sichuan delataban que alguien se había llevado su recién preparado arroz con verduras al estilo oriental ¡esa iba a ser su comida a la vuelta del viaje!

2. Grandes sartenes con un poso de aceite y pimiento delataban varias personas preparando jugosas patatas a lo pobre.

3. Esa salsa de tomatito picantido de la que aún quedaban restos en el cucharón de madera le decía que alguién se había llevado también sus macarrones con chorizo.

4. Ya le había parecido ver en el huerto varias plantas de berenjenas cortadas, y es que parece que más de uno se había afanado un buen plato de sus albóndigas de berenjenas. Aunque bien pensado en su día también ella robó esta receta, así que no se podía enfadar.

5. Y si lo de las berenjenas cortadas sólo le había parecido, ¡lo de los puerros sí que lo sabía con seguridad! Había visto los agujeros en la tierra de haber arrancado las hortalizas, y es que parece ser que también habían preparado unas ensaladas de puerro y nueces a su costa.

6. Pero sin duda lo que más había gustado entre los ladronzuelos, habían sido los spaghetti aglio e olio, ¡ni un ajo le habían dejado entero!

7. Los macarrones con bechamel gratinados también habían llamado la atención de alguna, pues el horno encendido con ese olor tan rico lo delataba.

8. Pero además de la salsa picantita para los macarrones, había un caldo picante con olor a marisco que señalaba a los que se habían llevado el pescado con mejillones en salsa picante.

9. Los calabacines que había visto que le faltaban ya sabía porqué era…¡zarangollo! Parece que se habían llevado hasta las flores del calabacín, seguramente para hacerlas rebozadas.

10. Los olores del horno se mezclaban entre dulces y salados, hasta que las pepitas de chocolate le hicieron ver que se habían llevado también las magdalenas de arándanos y chocolate.

11. También vio como alguien había entrado con mucha prisa, tanta que ni había encendido el horno y directamente había puesto a tostar el queso para el pan de ajo, en una sartén. ¡Buena idea para ahorrar tiempo!

12. Los pegotitos morados que encontró por todo el suelo no podían significar más que alguién se había llevado también unos buenos platos de crema de col lombarda, aunque parecía que habían añadido algún ingredientes más.

 13. Aunque  había restos de más cremas, como la de calabaza con uvas aunque los granitos de arroz salvaje que encontró junto a ellos la hicieron dudar en un primer momento.

14. Vió trocitos de Coleslaw que ella nunca ha preparado, y se quedó muy sorprendida, hasta que el pan rallado y el perejil con el que estaban mezclados le dio a entender que alguien se había hecho un combinado con la tortilla de ajo, pan rallado y perejil.

15. Vio unos platos con restos de aceite. Probó un poco con el dedo y al notar el amargor supo que estos ladronzuelos se habían llevado unos buenos platos de habas con jamón y huevos.

16. Más trocitos de jamón, bechamel y unos trocitos verdes escondían las espinacas gratinadas que alguien se había llevado presurosamente de su cocina.

Espinacas con bechamel

17. Queso derretido, harina, aceite…no cabía duda de que los tequeños habían sido también victimas en este alsatablogs.

18. Hmmmm…un olor delicioso le hizo girarse hacia una de las ollas amontonadas por la cocina y al acercar su nariz al interior la reconoció de inmediato. ¡sopa mulligatawny! Igual se preparaba una para ella cuando terminara de recoger todo aquél caos.

Sopa Mulligatawny

19. ¿Y estas tiras de masa verde? ¿Qué podían ser? No se parecían a nada que ella tuviera en su cocina… Y entonces se dió cuenta…¡lasaña de espinacas con las espinacas dentro de la masa! Si es que con ladrones tan profesionales es muy difícil escapar.

Lasaña vegetal de puerros, espinacas y ricotta

20. Pero no acababan ahí las manchas verdes…. normal…¡siempre hay verde en su Caldero! Sin embargo, este olor característico de la albahaca señalaban que la ladrona en cuestión se había llevado unos macarrones con salmón y pesto.

Macarrones integrales con salmón fresco y pesto de albahaca.

21. ¡Y más verde! Hmmm…¡aguacate! pero caliente…esto solo puede ser que también se han llevado un platito de sopa azteca.

22. Cuanta harina en esta tabla de amasar… y ¿qué más? Unos trocitos rojos…¡tomate seco! Parece que las galletas de tomate seco y albahaca también han volado.

23. ¿Y estas bolitas por el fregadero? ¡quinoa! Seguramente la han estado enjuagando bien antes de preparar unos pimientos rellenos de quinoa con verduritas.

24. Lo que no sabía explicar muy bien eran las manchas de chocolate y trocitos de obleas que…¡ah sí! ya casi no se acordaba de que los tenía en El Caldero. Hace tanto que no prepara huesitos de chocolate caseros.

Huesitos caseros

25. Lo que sí supo averiguar rápidamente fue para qué había servido la mezcla de aceite de oliva y nueces que encontró en la encimera…¡spaghetti en salsa de nueces!

Spaguetti con salsa de nueces

26. Sin querer puso la mano en una manchita de salsa que había también en la encimera, y cuando se llevó el dedo a la boca para ver de qué se trataba…¡¡picantito!! Y con esa aroma especial que solo podía ser el curry de champiñones.

Curry de champiñones

27y 28. Y claro, no es normal que hubiera curry de champiñones, y no se hiciera también una hornada de pan naan, como así lo demostraban los restos de harina, yogur y semillas que había en la misma encimera. ¿Pero y los trocitos de coronation chicken? ¡Alguién se había llevado las dos recetas de una sola vez!

29. Había un olor muy fuerte, como a pescado que le llevó hasta una sartén que reposaba en la hornilla ahora apagada. Cuando vio los granos de polenta depositados en el fondo, entendió que también habían desaparecido sus boquerones rebozados en polenta.

Boquerones fritos rebozados en polenta

30. Fue entonces cuando encontró el cuenco sucio con los restos de diversas especias, así como con unas manchitas de yogur y mostaza. Estaba claro que alguien se había llevado esta salsa para preparar las berenjenas vegetarianas especiadas.

Berenjenas rellenas vegetarianas especiadas con salsa de yogur y mostaza

31. Junto a este cuenco encontró unos pistachos tostados que la despistaron por completo, pero olisqueándolos llegó a la conclusión de que alguien los había utilizado para preparar su carpaccio de calabacín.

Carpaccio de calabacín con alcaparras

32. ¿Más yogur? Sí, pero mezclado con algo más…¡queso crema! Y esa melaza rojiza solo podía significar que allí se había preparado cheescake de fresas en vasitos. ¡Y varios!

Cheescake de fresas

33. Encontró entonces un plato hondo, donde se había preparado algún tipo de mezcla y lo olió para ver qué podría haber sido. El olor distintivo del atún la llevaron a pensar rápido en unos sándwiches de atún y apio. Qué ladrones más inteligentes, ¡esta receta es super fácil de transportar!

Sándwich de atún y apio

34. Lo siguiente que vio fue una cesta que había dejado antes de salir de viaje llena de setas hasta arriba recién recogidas, pero faltaban más de la mitad. Seguramente alguien las había usado para preparar unos huevos al plato con salteado de setas.

Huevos al plato con salteado de setas

35. Volvió a fijarse en la cantidad de ollas amontonadas unas encima de otras, y encontró dos en las que todavía quedaban rastros de lentejas. Estaba claro que al menos un par de ladronzuelos se había llevado su sopa hindú de lentejas.

Sopa Dhal. (Sopa hindú de lentejas rojas).

36. Otra de las ollas mostraba restos de una crema naranja y….¿morada? Estaba segura de que se trataba de su crema de zanahorias, pero aquel color la había sorprendido. ¡Sin duda allí había magias más poderosas que la suya!

Puré de patata y zanahoria

37. Decidió investigar un poco más sobre qué se había cocinado en el horno, y los restos de mantequilla y azúcar tostada delataron a aquellos que se habían llevado del Caldero un buen crumble de manzana.

¡Perfecto para combinar con un té de nueces!

38. También había en el horno restos de nueces mezclados con harina, mantequilla y otros ingredientes, todos ellos apuntando a que se había preparado más de un blondie por allí, pero faltaban las moras y había restos de fresas y chocolate ¿la estarían intentando despistar?

39. Justo al lado del horno vio unos panecillos redondos, al lado de unas cáscaras de huevo que delataron al que allí había preparado unos huevos al nido, aunque le extrañó no ver restos de espinacas por ninguna parte.

Huevos al nido gratinados

40. Lo que sí encontró fueron restos de patata y jamón en el horno, que señalaban que alguien había horneado unas patatas rellenas de jamón y queso para llevárselas a casa.

Patatas gratinadas con jamón y queso

41. Y la bandejita que aún mostraba los redondeles de haber contenido masa, con algunos restos de chocolate fundido, indicaba inequívocamente que algún ladrón se había llevado a casa una caja de galletas cookies.

42. Por último, se fijó entonces en que los botes de té estaban también abiertos, y había trocitos de palos de canela por todos lados. La estación estaba aún fría, pero eso no había sido impedimento para que alguien preparar una infusión fría de té verde y canela y se la llevara consigo.

Nimuë salió fuera de la casa para respirar un momento antes de ponerse a limpiar y a organizar todo de nuevo. Se quedó de pie junto a la puerta, apoyada con la mano y el antebrazo en el marco y sonrió.

Sonrió porque no podía evitar imaginar lo bien que lo habían pasado los ladrones mientras rebuscaban en El Caldero, y sonrió porque sabía que no acababa aquí el juego. La próxima vez le tocaría a ella visitar furtivamente la cocina de algún bloguero y hacer divertidas fechorías para salir después corriendo con una receta entre las manos.