De como no existe antídoto

Por Dayana Hernandez

Aprendo a amar la cicatriz como un necio. A no exteriorizar nada. Desdeñosa. He venido al mundo. He venido a gritar…

                Kendra Yee

       Leo un libro esperando. Leo no cualquier libro. Leo un libro sobre la enfermedad. Escrito por una enferma. Algo precioso diría yo. Susan sontag es de mis favoritas. Me alegro de haberlo encontrado al fin. Escucho a un cliente decir: están mejorando, antes sólo tenían mierda. Y lo puedo confirmar. Están mejorando. Están llegando libros bellos como este que tengo en mis manos y ya estoy devorando.

Desdeñosa, semejante a los dioses
Yo seguiré luchando por mi suerte
Sin escuchar las espantadas voces
De los envenendados por la muerte

No necesito amar – absurdo fuera
Repetiré el sermón de la montaña
Por eso de llevar hasta que muera
Todo el odio inmortal que me acompaña

Lhasa

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Hasta hoy mi cuerpo era inútil.
Ahora desgarra sus esquinas cuadradas.
Desgarra los hábitos de la vieja María, nudo por nudo
y mirá– Ahora lo bombardean esos rayos.
¡Bzzzz! ¡Una resurrección!

Mis nervios están encendidos. Los oigo como
instrumentos musicales. Donde había silencio
los tambores, las cuerdas están tocando, incurables. Vos hiciste esto.
Puro genio trabajando. Querido, el compositor ha entrado
en el fuego.

Anne Sexton

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