De como ser tozuda y no ceder

Por Bergeronnette @martikasprez
No sé a quién habrá salido esta niña, que le digo una cosa, y se empeña en todo lo contrario. Y por mucho que le expliques e intentes razonar, es ella quien tiene la razón, y no cambia su versión. Pero es tan buena e inocente, que cuando reconoce su fallo, no se enfada.
Ayer por la tarde estábamos volviendo en el coche. Y me decía que quería ponerse un pijama con el que no tuviera frío, uno con el pantalón largo. -El que hay largo es el de la bella, (de la bella y la bestia) que tiene las mangas largas y los pantalones largos. -No, ese no. Ese es corto. -No hija, es largo, te llega hasta los pies. (y es cierto, hasta hace dos días, arrastraba un poco el pantalón). -No, -con cara mohína- ese es corto.
Me vuelvo en el asiento y le pregunto qué es para ella corto y largo. No fuera que se esté equivocando en los términos. Me señala por debajo de la rodilla diciéndome que eso es corto (como el pantalón que estaba poniéndose hasta anoche), y que ella quería que el pantalón fuera largo, hasta aquí, y se señala por debajo del tobillo. ¡Bien! los conceptos de corto y largo los tiene bien asimilados. 
-Dani, el pijama de la bella es largo. Es el que tiene los pantalones de color rosa, y te llega hasta abajo. -No. mamá, es corto, y me da frío aquí. Y me señala un trocito de pierna, desde el gemelo hasta el tobillo. Por cierto, por las noches refresca, pero no tanto como para ponerse manta en la cama, no penséis que la tengo muerta de frío en su cuarto.
-Je te fais un pari, que traducido viene a ser algo así como ¿qué te apuestas? Si el pantalón es corto, te dejo ver un rato los dibujos. Si el pantalón es largo, después de la cena, te vas a acostar sin rechistar.
Lo sé, estaba jugando sobre seguro, pero era ya tarde. Aún así, le pregunté a mi marinovio si el pantalón era largo.
Al llegar a casa, ve el pantalón, e intenta engañarme poniéndoselo subido hasta los sobaquillos.
-Jajaja, Dani has perdido, no me hagas trampas, después de la cena, a la cama.
PS. Ella se fue a la cama sin rechistar. Cogió un libro, lo ojeó. Y cuando terminó, apagó la luz y se acostó. Aunque también es verdad, que mientras le preparaba la cena, le dejé ver un ratito los dibujos.