De cómo Trump ahora es bueno

Publicado el 16 abril 2017 por Jmartoranoster

Carola Chávez.

Gloria Gaitán

Sabemos de los problemas psicológicos, de origen familiar, que sufre el Presidente Álvaro Uribe, quien por esa razón siempre ha requerido de una figura paterna a la cual confiarse íntegramente, dejándole la responsabilidad de sus más bajas acciones.
Sobre esto no hay ni siquiera que culparlo, hace parte de su constitución psicológica, que anida a nivel de su subconsciente y cuya razón es el tratamiento despótico a que se vió sometido por su padre en la infancia y en la adolescencia.
De tiempo atrás Uribe ha tenido que recurrir a un apoyo psicológico profesional y ese es el origen de su relación con el actual Alto Comisionado de Paz, el psiquiatra Luis Carlos Restrepo, quien se desempeñó como médico suyo antes de que Uribe asumiera como Presidente de la República.
Esa figura protectora, que no sólo la ha buscado conscientemente en la psiquiatría sino en la sucesión de amigos confidentes y cómplices, tuvo su concreción inicial en Pedro Juan Moreno, quien rompió con Uribe a poco tiempo de su mandato presidencial, muriendo misteriosamente en un accidente de helicóptero, llevándose al sepulcro multitud de secretos, como la participación de la Gobernación de Antioquia en la masacre de El Aro, cuando Uribe fungía como gobernador.
Desaparecido Pedro Juan Moreno, tomó su puesto José Obdulio Gaviria, quien ha asumido el papel de responsable del manejo subterráneo de la política, que es parte del manejo que Uribe le da al ejercicio del poder.
No es raro, entonces, que el ex alcalde de Colombia en Maracaibo, el señor Carlos Galvis Fajardo, se reportara directamente a José Obdulio para darle cuenta festiva del triunfo de la oposición en lugares tan importantes para la conflagración del gobierno colombiano contra Venezuela, como es el Zulia y su capital, Maracaibo.
Uribe y su cortesano, José Obdulio, están en lo que están y son coherentes con todo el manejo soterrado del ejercicio político que sistemáticamente practican. Lo que es inadmisible es la reacción mayoritaria de la prensa ante la conversación entre el Fouché de Uribe y su vasallo, el señor Galvis Fajardo. La consideran “normal” y critican a Chávez por haber formado una tormenta en un vaso de agua.
En otras épocas de menos inmoralidad que la forjada y establecida por el gobierno Uribe Vélez, ese intercambio de dicientes expresiones subversivas de ambos funcionarios habría causado verdadero escándalo en el país. Pero es tal la degradación moral en que hemos caído que, expresar claramente acciones de confabulación contra el gobierno del país vecino, parece juego de niños y hasta normal gestión administrativa por parte de las autoridades colombianas.
Es inaudito que el cónsul colombiano, con desfachatez inaudita, le diga al más cercano asesor del Presidente Uribe, con quien se regocija por el triunfo de la oposición y la derrota de “unos personajes muy estratégicos del otro lado (el chavismo) que perdieron”, que : “… entonces aquí nosotros tenemos un potencial, ya esta mañana hablé con ellos y nos vamos a reunir para mirar a tomar unas acciones (???) y a nivel de gobierno, porque yo estoy pensando en lo que estamos haciendo allá”. ¿Qué están “haciendo allá” o sea en la Presidencia de Colombia? Y añade el funcionario de marras: “Yo solamente necesito es luces suyas (sic) para cuando usted me diga empiece yo a arrancar”. ¿Arrancar hacia qué?
Al hablar del alcalde triunfante en Maracaibo, Manuel Rosales y el gobernador del Zulia, Pablo Pérez, el enlace de José Obdulio en Venezuela dirá: “Las dos personas son dos muy buenos amigos y pienso que para el trabajo nuestro allá, debe ser maravilloso”. ¿Cuál es el trabajo “nuestro” allá? Y un último detalle: la conversación demuestra que el cónsul llamó directamente al consejero presidencial, sin que mediara secretaria de por medio, de modo que la relación es estrecha y directa para complotar contra el gobierno venezolano. Le “aceptaron” la renuncia al cónsul, pero quien debería haber renunciado era José Obdulio, pues el cónsul no hacía otra cosa que reportarse a su jefe. Es bueno que Chávez no crea en la hipócrita amistad de Uribe. Es una celada que, de no develarla, le puede costar muy caro.
glorigaitan@yahoo.es

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“Estemos preparados, hay un pequeño chance de que nuestros líderes horrendos puedan, sin saberlo, llevarnos a la tercera guerra mundial. ¿Qué lograríamos en Siria aparte de más endeudamiento y un posible conflicto de larga duración? Obama necesita la aprobación del Congreso (para poder atacar militarmente a Siria). Repito, a nuestro muy estúpido líder, NO ATAQUES A SIRIA, si lo haces muchas cosas malas pasarán y los Estados Unidos no ganará nada”. Así se expresaba Donald Trump en 2013, poco antes de lanzar su candidatura a la presidencia de los Estados Unidos. Así se expresó durante su campaña, denunciando el gasto enorme en guerras y proponiendo usar ese dineral en beneficio de la gente. Entonces para los medios, Trump ya no fue más el taquillero millonario excéntrico, y se convirtió en un peligro para la humanidad. Así lo titularon y bajo las alarmantes letrotas negras, siempre una foto del la amenaza inusual y extraordinaria con bisoñé en medio de una estúpida morisqueta. Las letrotas negras se tornaron rojas cuando el misógino, xenófobo, tarado, psicópata, amigo de Putin ganó la presidencia.
Fue tan intensa la campaña mediática contra este loco, que hasta Venezuela, protagonista del cotidiano titular horrendo de primera plana de los últimos años, fue olvidada. El mundo pasó más de un mes sin saber de Venezuela, pero empapándose en los detalles del bisoñé de Trump, del sufrimiento silente de Melania, del negro futuro que Trump supone. Convertido en la burla del periodismo mundial, nunca vimos nada así contra un presidente gringo. Los medios corporativos lo destrozaban en cayapa como los hemos visto hacer contra mandatarios de otros países que a la Casa Blanca, le han parecido incómodos. Ahora la incomodidad estaba adentro de la Casa Blanca.
Convencido el mundo de que Trump es un monstruo apocalíptico que merece todo nuestro rechazo, viene este y bombardea a Siria, sin permiso del Congreso, sin siquiera presentar pruebas falsas ante el Consejo de Seguridad de la ONU, como hiciera Bush antes de atacar vilmente a Iraq. Nada, Trump, asumió ser el “líder horrendo que nos está llevando a la tercera guerra mundial”. Entonces, los grandes medios, sin disimulos, -ya nadie disimula- hacen borrón y cuenta nueva, convirtiendo al imbécil en un respetable líder justiciero.

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