Estar de compras un sábado por la tarde no es, en mi opinión la forma mas divertida de pasar la tarde. El tener que esquivar grupos de personas que socializan y cotillean en los pasillos del supermercado no me hace ninguna gracia. Mucho menos cuando sujetan su carro de la compra con el brazo estirado dejando que el carro ocupe mas de la mitad del pasillo, mientras su grupo de conocidos y él charlan distendidamente en la otra mitad del pasillo. ‘Ejem…perdón..eeemmm…me permite….’ ‘BLA…BLA...BLA…’ Caso omiso a mi presencia.
El supermercado un sábado por la tarde no es un lugar para comprar. Todo el mundo lo sabe, no es una leyenda urbana, que es un lugar y momento para socializar, ocio y parque infantil para niños.
Los niños corren por los pasillos empujando las pequeñas cestas de plástico con ruedas, improvisando carreras de velocidad. Los más pequeños lloran desconsolados sentados en los carros de la compra porque quieren correr como los niños más mayores. Y que puede ser más divertido que ir acostado encima de un oso polar de peluche de tamaño natural mientras tu hermana tira de las enormes patas arrastrando el blanco e impoluto oso por el sucio suelo del supermercado. No olvidemos a la madre de las dos criaturas hablándole a los niños sin apartar la vista del sinfín de productos que hay en las estanterías, diciendo con voz poco convencida: “Como venga el señor de la tienda os va a regañar.” Por supuesto los niños no cesan de gritar y reír de gozo mientras destrozan un perfectamente nuevo juguete. Que luego dejan tirado en un rincón para alcanzar a su madre que ha desaparecido de su vista.
Para continuar con los representantes de productos en promoción. ¿Quiere una cata de esta nueva cerveza? Emm…no gracias, no bebo. A lo que me responde con una mirada de desaprobación.
¡Huela la nueva agua de colonia! Emm…no gracias, las colonias me dan dolor de cabeza. A lo que sigue una mirada de asco.
Pruebe estas ricas fresas de Huelva. Emm…no gracias, me producen alergia. A lo que miran con cara de lastima.
Realmente tengo que ir pasillo por pasillo esquivando carros llenos y pesados abandonados en mitad de los estrechos pasillos. Esto mas que un dia de compras parece un gymkhana.
Ya para terminar estoy con mi carro en la caja intentando que no me delate mi expresión de desaprobación mientras veo a la señora que tengo delante mía colocando los productos en la cinta transportadora con una parsimonia que hierve la sangre y ella charla relajadamente por el móvil, contándole a la persona que tiene al otro lado de la línea que esta en el supermercado echando la tarde. ¡Uff!
Ya por fin me toca. Empiezo a colocar mi compra en la cinta para comprobar que llevo: Croissant, pan, picos, bacon, Coca-cola, pizza, hamburguesa, chocolatinas, ambientador, bolsas de basura, servilletas, galletas de chocolate, frutos secos, pate, huevos, natillas de chocolate, mousse de chocolate, nata, crema de queso, chorizos, dos latas de guisantes y una caja de surtidos de helados.
Y es cuando me pasa lo mejor de la tarde. Se coloca una delgada y esbelta señorita vestida con su ropa de deporte detrás mia y alcanza el separador para colocar sus productos en la cinta. Aquí es cuando a mi se me cae la cara de vergüenza cuando esta señorita coloca dos botellas de agua, yogur bajo en grasa, un bollo de pan integral, fiambre de pavo bajo en grasa, colifor, brócoli, tomates, pimientos verdes, pechuga de pollo, zumo de mañana sin azúcar, desodorante y un paquete de chicles sin azúcar. Cuando termina de colocar sus cosas al lado de las mias siento como su mirada escanea mi compra y la compara con la suya. Aquí es cuando quiero que la tierra deje de girar para que yo me pueda bajar. Ahí esta….la mirada de desaprobación. Ahora soy yo la que esta al otro lado de esa mirada. ¡Uff!
Rebecca