Si me leéis con cierta asiduidad, sabréis mi batalla personal contra el coche. Hace un par de meses, era pensar en sentarme (ojo, que no conducir) delante de un volante y ya estaba nerviosita perdida. Temblores, escalofríos, rigidez, sudores fríos, nervios, pánico… vamos, lo que se conoce como amaxofobia.
En Navidad me dije: “de este año no pasa”. Con tres trastos a cuestas el coche se hace indispensable y el tener que depender siempre de alguien cada vez me gustaba menos. Bien, localizado el problema, ¿dónde podrían ayudarme a superarlo? Pues en la autoescuela. Y ahí que me fui. Y ahí empecé mi camino al volante. Varias semanas después, este pasado fin de semana, por fin, me senté a conducir mi coche. Y no sólo eso, no. Es que lo arranqué. Y lo moví. Y conduje. Y lo aparqué. Y no se me caló. Y no me puse nerviosa. Me di una vuelta, fui a un centro comercial, volví. Y todo fue bien. Ningún golpe, ningún rasguño, ninguna abolladura.
Tampoco os creáis que me lié la manta a la cabeza y me fui en plan aventura, no. Me fui con mis tíos y mi prima a la hora de la siesta mientras el Tripadre se quedaba en casa con los Trastos. Pero algo es algo y volví súper contenta.
Ahora sólo me falta practicar y practicar y practicar. Ayer lo volví a coger con mis padres. Se me caló una vez y me pitaron (uno al que se le estaba quemando la casa, supongo, porque lo arranqué inmediatamente y seguí para adelante). Y por la tarde, me fui con mis trastos a celebrar el cumpleaños de mi cuñado, que vive cerca de casa, no os voy a engañar. Pero nos fuimos en coche yo y mis trastos. Y lo traje de vuelta. Con mis Trastos también. Y era de noche. ¿Y mis nervios? No sé, creo que los tiré por la ventana en alguna de las clases prácticas
CONTRAS:
-
Aunque por fin conduzco, aún estoy verde. Sigo yendo bastante pendiente del cambio de marcha.
-
No he salido a la autovía porque me da reparo ir tan rápido. Pero sé que tengo que hacerlo. Si no, nada de esto tendría sentido.
-
Me temo que voy a tener que ir a comprar muchas veces sola. A ver ahora qué me invento para hacer que el Tripadre me acompañe, con la alergia que le dan las compras…
PROS:
-
Me siento súper poderosa, capaz de cualquier cosa. Es una sensación genial.
-
He vencido un miedo que arrastraba desde hacía años y que me ha hecho sentir bastante inútil.
-
Soy el ejemplo perfecto de que todo es cuestión de proponérselo y practicar hasta que salga. Que vayan aprendiendo mis hijos. No admito excusas.
¿Sabéis eso de que, cuando una persona se acaba de sacar el carné de conducir, se autoconvierte en el chófer de todo el mundo? Pues así estoy yo desde hace unos días. ¿Dónde queréis que os lleve?