De cuando Ava Gardner quiso quemar Madrid

Publicado el 18 noviembre 2018 por Felipe @azulmanchego

EL ÉXITO DE ‘Arde Madrid’, la serie de Paco León y Anna R. Costa (Movistar+), me ha animado a recuperar algunas de las andanzas de Ava Gardner, tal y como tuve ocasión de contar en mi libro sobre el Hotel Ritz.

Como es bien sabido, la actriz residió en Madrid entre 1954 y 1968, y en la España conservadora de la época protagonizó una vida llena de glamour y excesos, en contraste con las carencias y sufrimientos de tantos durante la larga y oscura noche del franquismo. Desde ese punto de vista, resulta muy acertado que la serie –con la magistral actuación de Debi Mazar, Inma Cuesta o Anna Castillo, junto al propio León− se haya rodado en blanco y negro. A caballo entre el drama y la comedia, nada representa mejor aquella vida de claroscuros que el retrato en gris, en plena dictadura, mientras la deslumbrante y fotogénica Ava solo pensaba en hacer arder Madrid.Y no, no es cierto que a la diva de Hollywood le prohibieran la entrada en el hotel, como se ha publicado y comentado erróneamente. El controvertido productor norteamericano Samuel Bronston, que a finales de los años cincuenta levantó en Madrid un nuevo Hollywood, también paseó por el Ritz de la mano de alguna de las estrellas más rutilantes del momento como Rita Hayworth, Claudia Cardinale, Sofía Loren, o la propia Ava. Tampoco a ellas se les impidió el paso. Bronston, buen amante de los dry martini del hotel, no lo hubiera permitido.***En pleno idilio con Frank Sinatra, Ava Gardner ("Mogambo", "La condesa descalza" "55 días en Pekín"), aceptó un trabajo que le permitiría salir por primera vez de Estados Unidos para conocer la vieja y mitificada Europa. Fue en la primavera de 1950, tenía 29 años, y vino a nuestro país para el rodaje de la película Pandora y el holandés errante, de Albert Lewin, en la que también participaba Mario Cabré. El galán y torero se convirtió en su acompañante habitual por Madrid antes de que comenzase el rodaje en Tossa de Mar. El propio Cabré, en unas memorias recogidas por José Martí Gómez, que fueron publicadas por la revista Lecturas, relata así el inicio de su aventura con aquella "diosa del amor" en la pantalla y en la vida real:

   La volví a ver deslumbrante aquella misma noche. En un salón del Ritz madrileño, Radio Nacional de España organizaba una recepción informal en homenaje a Ava, espléndida en su traje de moiré negro escotado, estilo bañera, con un tul sobre el pecho. Ava estuvo deliciosa toda la noche. Era la primera vez que estaba en España y todo la sorprendía (...) Cuando terminó la recepción ofrecida por Radio Nacional, invité a Ava a tomar una copa en una sala de fiestas en la que se podía bailar. Fue bailando como se empezaron a estrechar los lazos entre nosotros, venciendo la barrera del idioma.   De regreso al Ritz la acompañé hasta la puerta de su habitación y ella me invitó a pasar para tomar allí el último "drink" de la noche. Detrás de una copa de vino otra y detrás de las copas llegó el juego del amor y sin darnos cuenta nuestros labios se juntaron apasionadamente... pero al día siguiente había que hacer muchas cosas y optamos por darnos cariñosamente las buenas noches
   La prensa española de la época, con el beneplácito y la indisimulada satisfacción del régimen franquista, se hizo eco con profusión de aquel romance iniciado en el Hotel, una historia de amor que no dejó precisamente un buen recuerdo en el corazón de la estrella. Fue más bien una relación fugaz y polémica. En la autobiografía escrita en primera persona por Ava, Cabré no sale muy bien parado:
   En todos los países del mundo te encuentras con hombres que son verdadero chinches. Mario Cabré era un chinche español a quien se le daba mejor la autopromoción que el toreo o el amor. (...) Confundió sus papeles dentro y fuera del escenario. Era presuntuoso, orgulloso, ruidoso y estaba convencido de que era el único hombre en el mundo para mí (...) Su única motivación fue su propio cínico interés. Escribió los poemas más vanos e idiotas que se pueden imaginar. Llegó a convertirse en una peste
   El flirteo con Mario acabó de forma precipitada para dar comienzo a una gran historia de amor con Frank Sinatra.   Ava Gardner se estableció en España en 1955, poco antes de cumplir los 33 años, huyendo del opresivo ambiente de Hollywood. Después de comprarse su casa de La Bruja en la Moraleja, que cambió luego por un apartamento en el número 11 de la avenida del Doctor Arce, también en Madrid, fue vecina del ex presidente argentino. El general Juan Domingo Perón, exiliado por entonces en España, se llevaba con ella a matar a causa de sus devaneos amorosos en las noches madrileñas. En honor a la verdad hay que decir que quienes la conocieron a fondo no dan crédito a esa supuesta promiscuidad, y mucho menos a las aventuras fáciles con el primero que se pusiera a tiro. No pocos famosos y desconocidos han presumido sin fundamento de haber tenido algún tipo de relación ocasional con la actriz, ¡incluso en el Ritz!, confundiendo el deseo con la realidad. Algo más modesto se mostró el cantante El Fary durante una entrevista aparecida en la revista Tribuna(8-IV-1996).
   -¿Es cierto que tuvo un idilio con Ava Gardner?   -Nunca en mi vida, he dicho tal cosa. Eso sí, estuve con Ava Gardner una noche de fiesta. Y eso siempre lo he recalcado. Para mí es una noche inolvidable, puesto que yo siempre he sido un admirador de esa belleza, de ese pedazo de mujer... Y tuve la ocasión de correrme una fiesta con ella.   -¿Cómo fue aquel encuentro?   -Yo trabajaba el taxi y la recogí a la salida del hotel. Después nos fuimos de juerga, bailamos rumbas, bebimos, comimos, estuvimos de fiesta con los flamenquitos y finalmente la llevé al Ritz. Y no hubo más.   -¿No llegó a subir a su habitación?   -Bueno, sí, la subimos a la habitación por una serie de circunstancias que no viene a cuento contarlas.
   A Ava le gustaba mucho, y en eso coincidía con el resto de los clientes americanos, el whisky Jack Daniel’s y todos aquellos cócteles hechos a base de bourbon como el Manhattan(whisky, vermú seco o dulce y dos gotas de angostura) o el Old Fashioned (whisky, terrón de azúcar, angostura, soda, rodaja de naranja, cáscara de limón), aunque en ocasiones también bebía tequila, vino o jerez. Durante los casi veinte años que vivió en España, hasta que se peleó con Manuel Fraga a causa de los impuestos, acudió en muchas ocasiones al Hotel. La actriz de los ojos verde esmeralda y figura perfecta tenía motivos más que suficientes para ello: en ningún otro sitio como en el Ritz le preparaban el bloody mary (zumo de tomate, vodka, limón, salsa Perrins, tabasco, sal de apio y un golpe de pimienta) para amortiguar los efectos de sus sonadas borracheras.