Ayer fuimos a ver la exposición de Dalí al Museo Reina Sofía. No sé porqué, pero Salvador siempre ha despertado en mí un interés especial, que baila entre la admiración de su obra y el escepticismo de su locura. Hubo dos momentos que me impactaron mucho; el primero fue en la sala del "surrealismo" (sala 4 para los que vayáis) donde estaban "El gran masturbador" y "La persistencia de la memoria" (o los relojes blandos como todos lo conocemos). Son cuadros bastantes conocidos, por lo que de algún modo me hicieron sentir como en casa; o a lo mejor era el ambiente, o la compañía, o que los cuadros hablaban de sueños y yo tengo muchos, no sé.
Y entonces, entré a la sala y ví ese cuadro que me quebró por dentro. Fue capaz de transmitirme la pesadilla de soñar una guerra, y por fin entendí su obra. Exactamente lo mismo que sintió él al estar lejos, en Francia; y escuchar las locuras que se estaban cometiendo.. y huí. Huí misteriosamente hacia un lugar cuyo eslogan es "donde los sueños se hacen realidad", Walt Disney World; y cumplieron lo prometido*. Logré meterme tanto en las imágenes, en la música, en el mensaje, que realmente fue así; fue como meterme en mis propios sueños. Se abrió una ventana en la que sueño y realidad por una vez cobraban sentido, y ese mundo onírico de Dalí me llevaba a un lugar conocido. Un lugar de luces, sombras, de caídas por escaleras, y alguna que otra hormiga. Porque como Dalí siempre soñaba con ellas, yo tambien tengo mis fobias personales.Por fin el surrealismo me hablaba de mi propia locura. Por fin, a las 11 salas, de cuadros bonitos, curiosos y originales, con alto contenido artístico, se le sumó un sentido propio: la locura de Dalí o la mía propia. Ya no lo sé.*Para los que no lo sepáis, Dalí colaboró con ellos en un cortometraje, y que salío a la luz en 2003. Se titula Destino (os dejo el link)..