La ciudad de
Chester es el resultado de la evolución del asentamiento romano conocido con el nombre de
Deva Victrix. Ubicada en la provincia romana de Britania, nació en el año 79 a.C. como fortaleza defensiva contra los brigantes, la tribu que habitaba el norte de la isla, con la finalidad de proteger las fértiles tierras regadas por el
río Dee. Alrededor de dicha fortaleza se fue levantando un asentamiento civil que disponía incluso de un anfiteatro con capacidad para 10000 personas. Junto con
Londres y York fue una de las ciudades más importantes de la Britania romana. Tras la marcha de los romanos, el asentamiento militar siguió habitado y tras muchos amaneceres y atardeceres se fue convirtiendo en la actual Chester, capital del condado de Cheshire. La época de mayor esplendor fue durante los siglos XII al XIV gracias a la importante actividad de su puerto, mayor entonces que el de
Liverpool. Debido a una exagerada acumulación de sedimentos que provocó un retroceso del mar, la actividad portuaria fue disminuyendo.
Parece ser que la mayor parte del suelo de
Chester pertenece al Duque de Westminster y la familia Grosvenor que ostenta el título, reside en las afueras de la ciudad. Chester es una ciudad muy “
posh” donde buena parte de sus habitantes tienen un saneado nivel económico, como algunos jugadores de fútbol tanto del Liverpool como del
Manchester que han fijado aquí su residencia; un lugar sin duda mucho más tranquilo.
La visita a Chester es una excursión muy recomendable que se puede hacer perfectamente en un día desde Liverpool. De Lime Street Station salen trenes cada media hora y a pesar de que tan sólo 44 km separan ambas ciudades, el tren para en todas y cada una de las estaciones tardando 40 minutos en llegar a destino.
Al llegar a Chester hay un autobús gratuito, disponible para los pasajeros del tren, que conduce hasta el centro. De todas formas, aconsejo caminar, es un corto paseo que permite tomar un primer contacto con la ciudad e incluso descubrir algún lugar interesante como el
Parque Grosvenor. Se trata de un agradable espacio público, el mayor de la ciudad, y como la mayoría de parques ingleses está bien cuidado y diseñado con gusto. Situado a orillas del río Dee se trata de un buen ejemplo de parque victoriano, con sus avenidas de árboles alineados, estatuas, grandes explanadas de césped, parterres floridos y donde tampoco faltan las pícaras ardillas que nos tienen un buen rato entretenidos
Dejamos el parque y salimos en dirección al río. Es día festivo y el buen tiempo invita a salir. Mientras algunos toman tranquilamente una cerveza aprovechando los primeros rayos de sol primaverales, otros practican deporte, especialmente piragüismo o remo. Durante el mes de julio de cada año se celebra desde 1733 la Raft Race, organizada por el Rotary Club, una de las regatas más antiguas (si no la más antigua) de Inglaterra.
Dos bonitos puentes resaltan sobre las tranquilas aguas del Dee: el Suspension Bridge y, en un segundo plano, los siete arcos desiguales del antiguo puente Old Dee Bridge. Este último se construyó en 1387 durante el reinado de Edward I, ocupando el lugar de un primer puente prerrománico de madera.
La ciudad de Chester es especialmente conocida por haber conservado su recinto amurallado. Algunos tramos corresponden a la época romana, mientras que otros son medievales. Se puede recorrer prácticamente toda la muralla en un circuito circular desde donde se disfruta de unas bonitas vistas. Y esto es precisamente lo que hacemos… buscar un punto por donde acceder y caminarla. Entramos por los llamados Jardines romanos donde hay una interesante colección de “piedras” entre las que destaca un hypocausto, o sistema de calentamiento subterráneo de la época romana. En nuestro paseo por la muralla encontramos los restos del Castillo, ordenado construir en 1069-1070 por Guillermo el Conquistador.
Uno de los encantos de la ciudad es su riqueza arquitectónica y la mezcla de los diferentes estilos, empezando por sus ruinas romanas, edificios medievales y los de las épocas victoriana y georgiana. Dejamos la muralla y nos dirigimos al centro, donde a esta hora las calles principales están ya muy concurridas. Lo primero que llama la atención son las bonitas fachadas de las casas, pintadas de blanco, con unos entramados de madera negra que les dan ese fotogénico aspecto. Su origen es medieval, pero la mayoría han tenido importantes remodelaciones, especialmente durante la época victoriana. Algunas de ellas son verdaderas obras de arte y merece la pena pasear sin prisa, levantar la cabeza y fijarse en todos los detalles de cada rincón.
Las plantas bajas de los edificios son establecimientos comerciales en su mayoría, pero el aspecto diferenciador respecto a cualquier otra ciudad del país, son las galerías cubiertas, llamadas The Rows, unos pasajes que recorren a la altura del primer piso estas calles centrales, comunicando las casas unas con otras. Se trata de un entramado de galerías comerciales que da mucha vidilla y una gran actividad a la ciudad donde se acercan a comprar gente de los alrededores y del vecino País de Gales. Es una gran ventaja poder ir de compras bajo tejado durante los frecuentes días de lluvia que tienen por aquellos lares. El mejor punto de acceso a las galerías es la confluencia de las calles Eastgate y Bridge, una pequeña placita donde se levanta The Cross, una muy erosionada cruz de piedra y un buen punto de encuentro.
Aquí es donde se desarrolla cualquier manifestación ciudadana, desde un grupo que entona cánticos relacionados con la Pascua y el sermón de un predicador, hasta un grupo de rock formado por tres quinceañeros que nos dejan boquiabiertos. Siguiendo por la concurrida calle Eastgate se llega al punto donde antiguamente había una de las puertas de la muralla. Sobre una estructura metálica se construyó el Reloj de Eastge, actualmente un símbolo para la ciudad. Se propuso su construcción para celebrar el Jubileo de la Reina Victoria en 1872 pero se inauguró en 1899 coincidiendo con el 80 aniversario de la reina. En la época romana, en ese mismo lugar había una puerta de madera de doble arco con una estatua de Marte en el centro y en la Edad Media (siglo XIV) se levantó una alta torre rectangular de piedra bajo la que se abría un estrecho pórtico de acceso a la ciudad.
Muy cerca de aquí encontramos la Catedral, una maravilla en estilo normando que se remonta a 1250. Su construcción se alargó durante tres siglos, ocupando el lugar de un antiguo monasterio benedictino.
Su exterior llama la atención por su color rojizo y por la gran torre central. Ya en su interior, la Nave Central es muy luminosa. Sus bien orientadas vidrieras dejan entrar la suficiente luz para admirar los espléndidos mosaicos (de 1883) donde se ven representadas diferentes escenas bíblicas.
El claustro, a pesar de su origen normando fue reconstruido en el siglo XVI y alberga una serie de tumbas medievales. Los arcos del claustro no están abiertos al patio central como en la mayoría de los claustros, sino que están cubiertos con vidrieras.
Visitamos también la Sala Capitular (del 1225 al 1250), donde se reunían los monjes para escuchar diariamente un capítulo de las Reglas de San Benito, patrón de la orden, y hablar de negocios eclesiásticos. El Refectorio, de la misma época, era el comedor del monasterio y actualmente es un comedor abierto a los visitantes.
El Coro (del 1280 a 1300) es en si mismo una obra de arte y las filigranas talladas en la madera son de una gran exquisitez. Especialmente interesante es la pequeña Sala de la Corte Consistorial construida en 1636, ya que se trata del ejemplo más antiguo de un tribunal consistorial en el país.
Justo enfrente de la Catedral se levanta la torre de 49 metros del Ayuntamiento. A pesar de la apariencia gótica, el edificio fue reconstruido después del incendio de 1862. El nuevo Ayuntamiento fue inaugurado en 1869 por el entonces príncipe de Gales, el que fuera el rey Eduardo VII.
Chester tiene también interesantes museos y la ciudad ofrece un amplio abanico de actividades para el turismo, inglés en su gran mayoría, pero en esta ciudad el auténtico museo está en sus calles. No dejéis de visitar Chester si tenéis la ocasión, una pequeña joya del Reino Unido.