¿De dónde viene la palabra «clavel»? Y dos recomendaciones literarias

Publicado el 15 mayo 2024 por María Bravo Sancha @Labocadellibro

El clavel es un elemento muy característico de España, tanto que es su flor nacional, y la flor que lleva la chulapa en el traje en la festividad de San Isidro, todo sea dicho. La historia de esta palabra nos deja ver una maravilla del idioma español donde el sentido del olfato está muy presente, que los significados cambian con el tiempo y los préstamos entre lenguas son un hecho. 

Si acudimos al Diccionario, veremos que la palabra clavel nos viene del catalán clavellina. Es, por lo tanto, un catalanismo antiguo que nos ha llegado de tantos siglos de convivencia lingüística. ¿Y cómo llegó al catalán? Pues concretamente del latín CLAVUS (menuda sorpresa que viniese del latín, amigos), que por aquel entonces tenía dos significados: 

  • pieza metálica y puntiaguda empleada en la construcción, 
  • especia que usamos en la cocina. 

Oh, ¿no está la acepción de flor? Es raro, y esto sí que es una verdadera sorpresa (ahora sin ironía). Así que recapitulemos, tenía ya un doble significado fruto de una metáfora, ya que la forma de la especia recordaba a la del clavo de la ferretería; por ello, recibe el mismo nombre. 

No obstante, conforme fue pasando el tiempo, la palabra con los dos significados (que también llegó al castellano) pasó al diminutivo latino CLAVELLUS 'clavito', y de ahí la palabra romance clavell. En 1260 ya se documenta clauels de girofre para denominar al clavo, la especia. Pero, hasta ahora, sigue sin aparecer la bonita flor. ¿Dónde se ha metido?

El nombre de la flor del clavel comenzó a llamarse en Cataluña y en el sur de Francia como clavel o clavella a una flor que en latín se denominaba DIANTHUS 'la flor de Dios'. Se optó por ese nombre por el olor, ya que recordaba a la especia. Es decir, esta vez, el nombre que se le dio se basó en el olor y no en la forma. Es más, la palabra se puso de moda, y comenzó a utilizarse en los apellidos: Clavel, Clavell y Claville. En su forma castellana, este apellido lo podemos encontrar en su mayoría en Aragón, Cataluña y Valencia.

Y entonces, ¿cuándo aparece mencionado por primera vez el clavel para referirse a la flor? La primera documentación es de 1536, y posteriormente Covarrubias lo recogió en 1611. Así aparece: 

Clavel. Flor conocida por su excelencia diéronle este nombre por el olor grande que tiene del clavo aromático. Haze mención della el Doctor Laguna sobre Dioscórides (...). De algunos se dice clavel en España por ser olorosa su flor, como los clavos de especias, & c. Clavellina, son nombres arábigos según Tamarid. Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la lengua española o castellana, 1611. 

¿Os habéis dado cuenta? Covarrubias habla de una clavellina, que, como os he dicho, era la voz catalana del diminutivo de clavell. Por cierto, esta palabra ya aparecía en el Vocabulario de Nebrija de 1495, aunque como flor del clavo. No obstante, la clavellina, tal y como la conocemos hoy, la podemos encontrar desde el siglo XVII en nuestro Diccionario. 

Siguiendo con este tema del clavel, os dejo dos novelas para que oláis los claveles en cada página: 


1) Claveles amarillos, de Kytzia Riaga. Esta novela de ficción lésbica y sagas familiares es la quinta de una serie de siete libros. Sinopsis: Construir una nueva vida es la meta que la Ingeniera Rocío Múnedez se ha propuesto desde hace años. En medio del dolor del accidente de Emma, ella encuentra una segunda oportunidad y al amor de su vida. ¿Podrá trascender el pasado que lleva sobre su espalda y la mentira que nubla sus días? Esta quinta entrega nos lleva a un nuevo escenario, la vida y el dolor de Anahí Pinedas, sus hijos y un hogar atravesado por la tristeza de la ausencia de Emma Knatwen.

2) El lince y el clavel, de Zahara C. Ordóñez. Es la segunda novela de esta trilogía de romance histórico victoriano (Destino en la tormenta). Como curiosidad, las otras dos novelas también tienen en el título el nombre de una flor. Son preciosas, por cierto. Sinopsis: Hace meses que Nicolás se marchó a Madrid a estudiar. Cree haber perdido la partida contra el amor y lo ha alejado de sus prioridades, así que pasa sus días entre clases, noches de taberna y tardes de café, junto a su mejor amigo, el joven aristócrata Javier Galí de Rioalto. Con ocasión de un viaje a Galicia, conoce a Camila de Ariza y Marín, una joven de gran arrojo y fuertes convicciones, que pronto despierta su curiosidad. Aunque cuando se encuentran son dos almas a la deriva en la tempestad de sus vidas, cada palabra, cada gesto, les conmina a acercarse y los ata de forma irrevocable el uno al otro. Entre ambos surgirá una afinidad innegable; una atracción difícil de evitar y, aun sin pretenderlo, la admiración que Nicolás siente por ella terminará llevándolo, poco a poco, al filo de unos sentimientos que creía dormidos para siempre. Para ella no será distinto. Camila no puede escapar de la mirada azul de Nicolás ni de su forma de tratarla. Sin embargo, el amor que sienten, por fuerte que sea, no es el único en jugar la partida de sus destinos, pues hay poderes en la sombra dispuestos destruirlos.

Y vosotros, ¿conocéis alguna novela donde el clavel esté presente?

-Fuente: Francisco Moreno Fernández (2015), La maravillosa historia del español, Instituto Cervantes.