Hay un momento en la vida de todo ser humano donde se hace la pregunta ¿de dónde vienen los piojos?. Si habitan en las cabezas humanas, ¿quién fue la cabeza cero? Si es tan sencillo eliminarlos, ¿por qué siguen existiendo? Estas preguntas se basan en las premisas de que el piojo no salta, sino que se transmite por contacto. ¿Acaso alguien nos frota su cabeza piojosa mientras las arañas se meten en nuestra boca mientras dormimos? ¿Hay intereses oscuros de las altas esferas en mantener la población piojil?
Los piojos de la cabeza ( Pediculus humanus capitis) son artrópodos parásitos obligados de los humanos que absorben sangre a través del cuero cabelludo, al mismo tiempo que segregan saliva vasodilatadora, anticoagulante y anestésica, permitiendo así que el flujo de alimento no se detenga. Aunque no saltan ni vuelan, pueden desplazarse 23 cm/min.
Los huevos tampoco son colocados muy lejos, ya que se sitúan mayoritariamente en el pelo, a 1-2 mm del cuero cabelludo. Estos eclosionan en siete días. Al nacer, se convierten en adultos en otra semana y tienen una esperanza de vida de 30 días, durante los cuales la hembra puede colocar 150 huevos. Dado que, como larvas, son inmóviles durante los dos primeros estadios o instar, solo son transmisibles en el tercer estadio y como adultos. Mientras que los adultos pueden sobrevivir tres días sin el huésped, los huevos se conservan hasta 10 días.
Como en los mosquitos, el picor se produce como reacción antiinflamatoria a la saliva, por lo que no es perceptible hasta que se produce la respuesta inmunitaria. Es decir, como ocurre en las alergias, en el primer contacto ocurre la fase de sensibilización y es en contactos posteriores, en torno a las 3-4 semanas, cuando se produce una respuesta inmunológica.
Los piojos nos han acompañado desde hace millones de años, incluso antes de dejar África hace 80 000 años o de ser Homo sapiens sapiens, pero ahí no se queda la cosa. Los anopluros, el suborden de los piojos hematófagos que engloba a las ladillas y los distintos piojos de varios animales, evolucionaron hace 77 millones de años. Para ponerlo en perspectiva, el impacto K/T que acabó con los dinosaurios fue hace 65 millones de años. Esta evolución coincidió con la emergencia del superorden de los mamíferos placentarios. A su vez, los anupluros y los piojos masticadores de las aves ( Mallophaga) surgieron de un grupo de artrópodos no parásitos relacionados con los piojos de los libros ( Psocoptera), que sí tienen alas. Esta divergencia entre piojos parásitos y no parásitos ocurrió hace 100-150 millones de años, entre el Jurásico y el Cretácico.
En la actualidad, los humanos pueden ser infectados por los piojos de la cabeza ( Pediculus humanus capitis) y los del cuerpo ( Pediculus humanus humanus), que están en la ropa y entran en contacto con el cuerpo solo para alimentarse. Estas subespecies son muy parecidas, siendo distinguibles mayormente por su localización, aunque tienen otras diferencias, como el tamaño, la forma de las antenas y la capacidad de los piojos del cuerpo para resistir más tiempo sin alimentarse. Además, las consecuencias de la infección por piojos del cuerpo son mucho más graves. Esta diferenciación se produjo hace 114 000-30 000 años, cuando los humanos comenzaron a usar ropa. A pesar de esto y de que no entran en contacto, en condiciones de laboratorio son capaces de producir descendencia fértil.
Dada la dificultad de encontrar piojos fosilizados, no podemos asegurar con precisión cual fue el momento en el que surgieron, pero sabemos que los piojos humanos están relacionados con los piojos de los chimpancés ( Pediculus schaeffi). Quiero compartir que, igualmente, las ladillas ( Pthirus pubis) están relacionadas con los piojos de los gorilas ( Pthirus gorilae). Se ha estimado que todos estos parásitos mencionados en este párrafo divergieron hace unos 13 millones de años. Los piojos de humanos y chimpancés divergieron hace unos 6 millones de años y las ladillas pasaron de los gorilas a los humanos hace 3-4 millones de años. La divergencia entre piojos de humanos y chimpancés coincide con la de estas dos especies de primates. Por último, los monos del Nuevo Mundo poseen el piojo P. humanus mjobergi, que se especula que fue transmitida por los humanos cuando cruzaron el estrecho de Bering.
Los piojos se transmiten con más frecuencia con el contacto directo de una cabeza con otra, aunque también lo hacen a través de peines, cepillos, gorros, ropa, toallas, la ropa de cama y la tapicería. Pueden afectar a cualquier edad o nivel económico, aunque predomina más en niñas, especialmente entre 3 y 11 años, y en entornos donde conviva mucha gente. En cambio, en la población negra, el pelo ovalado dificulta que los piojos se agarren a ellos.
Aunque existan métodos para eliminarlos fácilmente, la prevalencia mundial sigue siendo alta, aunque difiere entre los distintos países. Por ejemplo, mientras en Brasil y Venezuela tienen una prevalencia del 35% y 28,8%, respectivamente, en los Países Bajos y Turquía son del 4,8% y 1,2%. De hecho, los casos mundiales han estado aumentando desde mediados de la década de 1960.
La supervivencia de los piojos se debe al uso de pediculicidas inefectivos, que no solo no los mata sino que aumenta su resistencia. También influyen el uso de métodos no probados clínicamente para combatirlos, el desconocimiento de sus rutas de transmisión y el deseo de los padres de evitar el estigma social.
- Nutanson, I., Steen, C. J., Schwartz, R. A., & Janniger, C. K. (2008). Pediculus humanus capitis: an update. Acta Dermatovenerol Alp Panonica Adriat, 17(4), 147-159.
- Boutellis, A., Abi-Rached, L., & Raoult, D. (2014). The origin and distribution of human lice in the world. Infection, Genetics and Evolution, 23, 209-217.
- Adham, D., Moradi-Asl, E., Abazari, M., Saghafipour, A., & Alizadeh, P. (2020). Forecasting head lice (Pediculidae: Pediculus humanus capitis) infestation incidence hotspots based on spatial correlation analysis in Northwest Iran. Veterinary World, 13(1), 40.
- Gratz, N. G., & World Health Organization. (1997). Human lice: Their prevalence, control and resistance to insecticides: A review 1985-1997 (No. WHO/CTD/WHOPES/97.8). World Health Organization.
- Dalimi, A., Poor, B. M., Rashedi, J., Asgharzadeh, M., & Abdolalizadeh, J. (2016). Is Hair Lice Still a Public Health Problem?. Iranian journal of public health, 45(12), 1671-1672.