De escalada con james

Publicado el 07 mayo 2014 por Eazkoitia
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Mucha gente pregunta a los alpinistas el por qué de subir montañas, que si ya son ganas, que si luego vas a bajar, que si en la cima te estás lo justo para la foto y como mucho el bocadillo de chorizo... Un poco como el niño que hace años le preguntaba a su padre en un anuncio de la tele “Papá, ¿Por qué somos del Atleti?” Ahora claro, después de esta temporada, la respuesta está clara. Partido a partido. Pues la escalada tiene un poco de ese aparente sinsentido. Una persona escaladora ve una pared y siente la necesidad imperiosa de escalarla y una vez llega arriba no se para a comer el bocata, baja pitando haciendo rappel y vuelve a subir la misma pared un metro más a la derecha porque por ahí es más difícil. Una vez hecho esto lo pone en Facebook, dejando patente que es un rara avis entre tanto runner modernillo, donde como mucho tendrá algún “me gusta” de amigos cercanos o familiares habituados a las rarezas del niño. O la niña. Que las paredes no distinguen.
La escalada tiene un “pero” que puede ser grande o pequeño dependiendo de las habilidades sociales del escalador. Se necesitan dos personas. O eso, o ser muy valiente y seguro de uno mismo. Uno de los chefs que vive con nosotros, James el canadiense, es una de estas personas aficionadas a subir paredes. Es una persona socializada con normalidad, pero por muy simpático que seas, las probabilidades de encontrar a una pareja de escalada en Glenorchy son escasas. Obviando, claro está, a la gente del DOC, que son personas que ven un programa de Desafío Extremo y no entienden cómo Calleja tarda casi una hora, anuncios incluidos, en subir y bajar del Annapurna, dormir, tener diarrea y bromear con medio Nepal. Los del DOC son todos Chuck Norris.

En fin, que me pierdo. La cuestión es que Marina hizo escalada en el rocódromo de la UPC hace unos años y no le gustó. James se enteró (sólo de la primera parte) y nos sugirió ir a subir paredes a lo que Marina aceptó encantada (ella tampoco debió enterarse que no le gustó la escalada tiempo ha) y yo me apunté por probar.
James tiene un libro (Queenstown, Rock, Ice and Mountains) donde están todas y cada una de las paredes escalables del área de Queenstown, con rutas de acceso explicadas más o menos bien. Así que cogimos los bártulos y nos fuimos a Chinamans Bluff, a media hora de casa por un camino que podría ser del rally Dakar.
Una vez allí nos metimos por  el bosque en busca de la pared-objetivo del día. Era una pared rocosa facilita apta para no iniciados. James fue el primero en subir mientras Marina le aseguraba. James debe rondar los 90 kg de masa (900 N de peso aprox.) y Marina no supera los 50 kg, así que os podéis imaginar, en el evento de una caída de James, el “efecto ascensor” que habría ocurrido. Para los que no tenéis imaginación, os dejamos por aquí una foto de Marina en un momento en que James se “colgó” para ver cómo aguantaba.

Todos acabamos subiendo un par de veces los recorridos que James llevaba pensados y él acabó pagando la novatada de ser primerizo en esto de ir de excursión por estos lares. Vino en manga corta y sin calcetines, lo que implica una irremediable tortura por gentileza de las sandflies. Aprendió la lección, suponemos.
Unos días más tarde fuimos, esta vez sin Marina porque trabajaba, a The Sundial: una roca enorme que hay en medio de las Remarkables a las afueras de Queenstown. Hasta allí fuimos con Aaron, un guarda del DOC con el que James contactó por Internet.
The Sundial es uno de los puntos de escalada más espectaculares de la región de Queenstown, pero debido a la dificultad para llegar hasta ahí no es nada concurrido. Las indicaciones que debíamos seguir eran del estilo “salta la valla anticiervos y sigue el riachuelo durante cincuenta metros hasta un matorral verde, gira a la derecha procurando no despeñarte y busca una cuerda podrida junto a una roca enorme…”.
Llegamos hasta la famosa roca después de unas dos horas de cursa de orientación por unas montañas escarpadas como Montserrat.
Afortunadamente tuvimos un día meteorológicamente perfecto por lo que pudimos disfrutar de las vistas del Lago Wakatipu y Queenstown.

The Sundial no es para principiantes así que escalar, yo escalé más bien poco. Me entretuve subiendo la montaña al estilo tradicional y haciendo alguna que otra foto de Aaron y James, ellos sí, escalando.


Al final encontraron una vía por la que pude llegar a la cima de la roca y por la que pude descender haciendo algo parecido a rappel con la ayuda de James.
Volviendo al coche nos perdimos así que acabamos siguiendo sendas de ciervos y avanzando reptando a través de zonas llenas de arbustos espinosos. Fue un entretenido y divertido punto final para el día de escalada.Matau, el gigante de WakatipuEn el highcountry de Murihiku (actual zona de Otago en la Isla Sur) vivían Manata y su amante Matakauri. El padre de Manata no quería que se casasen así que pactó casarla con un jefe tribal de las llanuras.Una mañana Manata desapareció. No se había llevado ninguna de sus pertenencias. Todo era muy misterioso hasta que uno de los hombres que la buscaban encontró una huella enorme en el suelo y otro recordó que la Tierra tembló la noche anterior. Matau, gigante temido que vivía al otro lado de las montañas, la había secuestrado.El padre de Manata prometió darla en matrimonio a quien la rescatase. Nadie movió un dedo, excepto Matakauri que se dirigió veloz hacia las montañas. Pasaron los días y Matakauri logró encontrar a Manata, que le rogó que se marchara, ya que si Matau despertaba lo mataría. Matakauri le dijo que el gigante sólo se despertaría con un cambio de viento, y en esa época del año no iba a producirse.Matakauri llevó a su amada al poblado, pero advirtió que su misión no había acabado. Pronto el viento cambiaría y Matau el gigante querría su venganza. Volvió a cruzar las montañas hasta donde estaba el gigante, durmiendo con la cabeza apoyada en una montaña y los pies en otra, a kilómetros de distancia. Matakauri trabajó día y noche sin descanso apilando hierba y ramas secas alrededor del gigante durmiente.Una vez acabó su trabajo le prendió fuego al gigante, que se consumió entre las llamas. El fuego fue tan intenso que prendió hasta el terreno, creando una depresión enorme entre las montañas con la forma del gigante estirado. Entonces vinieron las lluvias y la nueva depresión se llenó de agua, creando el lago Wakatipu. En lo más profundo del lago está el corazón del gigante Matau, que aún late, y es por esto que el nivel del agua del Lago Wakatipu sube y baja periódicamente. Glenorchy está situado en la cabeza del gigante y Queenstown en las rodillas.

Enrique & Marina
Enlish VersionROCK CLIMBING WITH JAMES
A lot of people ask alpine mountaineers the point of climbing a mountain: why do you bother, you’re coming back down anyway, you stay at the summit just enough time to take a picture and eat a sandwich…Rock climbing it’s got also a bit of this apparent nonsense. The rock climber sees a rock wall and feels the uncontainable necessity of climbing it up and then, once he’s at the top, instead of having a snack enjoying the views, he rappels back down and quickly gets ready to climb the same wall a meter further on the right, as it’s more challenging. They’re the oddity on our Facebooks crowded of hipster runners and triathletes. Like!
This practice has got a handicap that can be small or big depending on the social skills of the climber. You need two people to start. Or, you should be very well skilled, confident and find a suitable lane to be on you own. James, the Canadian chef who lives with us, is one of these odds who climb walls on their free time. His social skills are good but, no matter how friendly you are, the chances of finding a rock climbing buddy in Glenorchy are limited, especially if you work in hospitality and you get random days off. That’s if you don’t count DOC rangers, who are a different animal spices: half human, half Chuck Norris.

But let’s get to the point. I did some rock climbing training in the climbing gym at Uni years ago and, although it particularly wasn’t my cup of tea, I know how to secure other people and these things. So when James suggested to go to a real wall to do some climbing I accepted happily to see if it gets any better when it’s outdoors and Enrique joined too, just to try.
James’s got a book (Queenstown, Rock, Ice and Mountains) with every single climbable wall in the Queenstown area and as clear as possible directions to get there. As a first trial, we went to then Chinamans Bluff, about half an hour far from our house on a backcountry road.
Once there, we walked thought the beech forest looking for the wall target of the day. It was an easy rocky wall suitable for beginners like Enrique and me. James was the first on going up (the first climber has to secure the rope and stuff like this) while I was securing him. James may be around 90 Kg (that’s 900 N in force) and I’m less than 50 kg. But in the next picture you’ll see me while doing a trial as James left himself hanging to see if the combination worked.

We all climbed the wall one or two times on different lanes. Then, we had to leave as James was on a T-shirt and no socks: huge mistake when you’re outdoors in sandflies’ territory. Fortunately, these insects are not as annoying as their West Coast siblings and their bites weren’t as itchy as hell fire like the ones I got in Lake Paringa. Now, we both have learnt the lesson.
A couple of days later, they went to the Sundial without me because I was at work. Instead, Aaron, a DOC ranger who James met on the Internet, joined them. The Sundial is a huge rock located the middle of the Remarkables in the outskirts of Queenstown and very popular rock climbing spot.
Despite being a stunning rock climbing wall in the Queenstown area, its difficult access makes the place anything but crowded. The directions we had were kind of “jump the deer fence, follow the creek fifty meters upstream until you find a green bush, turn right there and watch out not to fall down the cliff, then look for a half rotten rope by a huge rock…”
After a couple of hours of this orienteering race on the sharp mountains of the Remarkables, they got to this famous rock.
Luckily, the day was meteorologically perfect and the views of Wakatipu and Queenstown were stunning.

The Sundial is not particularly for beginners, thus Enrique climbed just a little bit. But, he could climb the mountain in the “classic” way and found good spots to photograph Aaron and James as they did the real rock climbing.


At the end, they found a lane suitable for Enrique to climb to the top and go back down rappelling with James help.
As they didn’t have any women in the group, they got lost on their way back to the car. They had to follow deer paths and crawl under prickly bushes to find the track. Enrique says it was actually a fun and entertaining way to finish the day. Yeah, sure. Matau, the giant of WakatipuLong time ago, in the Murihiku Highcountry, used to live Manata and her lover Matakauri. Manata’s father didn’t want them to marry, so he arranged a marriage between her daughter and a chief of the plains tribes.One morning Manata disappeared. All her belonwings were in her whare. Averything was very misterious until one of the men that were looking for her found the print of a huge foot in the river clay. Another man said that he felt the Earth shaking last night… It was Matau the giant who kidnapped Manata.Manata’s father promised to give her in marriage to the brave person that rescues his daughter. No one volunteered except for Matakauri, who went to the mountains. After some days Matakauri found Manata. She prayed him to leave because Matau would kill him if he awakes. But Matakauri knew that the giant would only awake when the wind changes, and that wasn’t going to happen during that time of the year.Matakauri took Manata to their villaje, but went back to Matau’s place to finish his misión. Sooner tan later the winds were going to change and Matau would look for revenge. He found the giant sleeping with his head pillowed in one mountain and his feet in another, miles away. He piled dry wood and kindling all around the giant during days. Once that was done, he sat the giant on fire. The flames were so intense that even the ground start burning and a huge depression with the sleeping giant’s shape was created. Then, the wet season came and the new depression got filled with water creating the lake Wakatipu. At the very bottom of the lake, the heart of Matau the giant is still beating and that’s why the level of lake Wakatipu rises and drops periodically. Glenorchy is located in Matau’s head and Queenstown at his knees.
Enrique & Marina