Tienen alguna relación las agendas con la literatura infantil y juvenil? Pues la mayoría no, más allá de que puedan llevar una ilustración de Jordi Labanda o Agatha Ruiz de la Prada en la cubierta, pero se da el caso de que este curso, 2014-2015, ha aparecido en el mercado editorial, de la mano de Thule y la escritora Carmen G. Aragón, una agenda que sí tiene mucho que ver con la LIJ. Tanto que por cada día del año hay una referencia a un libro en el que, precisamente, se habla de ese día del año.
Pero… por qué no dejamos que la autora (a quien, si les interesa, pueden seguir a través de su Twitter o Tumblr) nos explique exactamente qué encontraremos en esta particular agenda?
Carmen G. Aragón de día
P. "Una fecha literaria que se corresponde con su fecha real". ¿Me lo explicas?
R. No faltaba más, y con gusto: se trata de encontrar un suceso literario ocurrido en una fecha concreta para cada día del año. Por ejemplo, sabemos que el Sombrerero de Alicia empezó a tomar el té el 14 de marzo, aunque la Liebre de Marzo crea que es el 15 y el Lirón, el 16; o que un 8 de marzo Joel estrena su cuaderno de bitácora, donde habla de LBDPQCHUE, o que el 7 de agosto cae el cometa en el valle de los Mumin. Ahí está la cosa, en dar con una fecha literaria para cada día del año. Y esa es la originalidad que ofrece este libro-agenda.
P. ¿Y no te da miedo que la gente no lo entienda? Porque yo he hablado con alguna persona que sabe de la existencia de la agenda pero no era consciente del trabajazo que lleva consigo el buscar en los libros referencias a cada uno de los 365 días del año…
R. Sí, bueno, no miedo en plan Poltergeist, pero sé que es difícil hacerse una idea del trabajazo que es, sobre todo si tienes que acatar un calendario. Lo saben el editor, José Díaz, y el estupendo equipo de Thule, lo sabe Anna Folqué, autora de Los libros y los días, lo sabe mi María, lo sabe la traductora de la agenda al catalán, Laura Vaqué, lo saben unos cuantos amigos, la familia. Pero, en fin, no es tan grave. Creo que en general somos todos a veces poco conscientes del trabajo que hacen los demás. Me consuela pensar, por ejemplo, que nadie sabe aún lo que hace Chandler Bing, y eso que se pasó diez temporadas explicándolo.
R. La idea genial de la colección de libro-agendas con una fecha literaria por cada fecha real salió de la cabeza de Anna Folqué, que escribió el año pasado la primera, Los libros y los días, de literatura en general. La idea de hacer una agenda así pero de literatura infantil y juvenil salió de mi cabeza. Y debo decir que también en parte inspirada por blogs como Llibres al replà o el tuyo particular o por reportajes como el que hiciste de Ilustratour. Podría decir que a través de Twitter volví a la LIJ gracias a gente como vosotros. Al principio José y Anna pensaron que no sería posible porque no encontraría fechas, pero eso es como decirle a John Locke lo que no puede hacer. Les dije que sí habría, les gustó mucho, mucho, y me la confiaron. Ahora están entusiasmados y yo, obsesionada con la LIJ.
P. ¿Y en qué momento surge la idea de "reescribir" el fragmento en el que aparece la fecha literaria? ¿Cómo decidís que esa fórmula es la que vais a usar?
R. La idea ya estaba en Los libros y los días, donde decidieron contextualizarse las citas. A veces una cita pelada no dice mucho, pero reescribirla te ofrece la oportunidad de ponerla en contexto o la excusa para hablar del argumento del libro o de un suceso paralelo, de vincularla a otras citas, etcétera. Y decidimos que sería igual en la Agenda del estudiante 2014-2015. Vaya, de hecho no es que lo decidiéramos, es que se dio por sentado y ni me lo planteé; sabía que era así y así lo hice. Además, eso me daba la ocasión de jugar como autora, cosa que me encanta.
A la izquierda, fragmento del poema de Juan Bonilla, reescrito a la derecha por Carmen G. Aragón
P. En algunas citas me ha hecho mucha gracia descubrir algo que es muy tuyo: los juegos de palabras. ¿De dónde crees que te viene esa - yo casi lo llamaría "obsesión", ja ja!
R. Ja ja. Sí, bueno, es mi sentido del humor, y al parecer hacer el humor te quita años, así que lo practico siempre que puedo. No sé de dónde me vino ni cerveza, pero se me sube siempre a la cabeza. No, en serio, yo creo que es una enfermedad, algo que me pasa y ya está, y lo llevo lo mejor que puedo y los que me quieren se apiadan de mí. Aunque me reprimí bastante, para que no todo fuera eso, y al final me pareció que había dejado una proporción razonable de juegos de palabras. Prefería no abusar y que los lectores se quedaran con ganas de más y no de menos.
La colina de los conejos
P. ¿Cómo fue lo de escoger las ilustraciones que acompañan cada una de las semanas?R. Bueno, de eso se encargó el editor y el equipo creativo de Thule. A José le gusta remitir a ilustraciones clásicas, porque son preciosas y entre otras cosas también porque muchas novelas modernas carecen de ilustraciones y eso era un problema. También hay alguna moderna de algún caso donde se lograron cesiones o se hubo tiempo de pedirlas, etcétera. A mí me encanta la de Un descenso al Maelström, de Harry Clarke (10 de julio), la de La colina del los conejos (26 de mayo), las de Alicia, El Hombre Invisible... Bueno, muchas.
P. ¿Cuándo empezaste a trabajar en la agenda?
R. A ver, le propuse a José la agenda LIJ en octubre de 2013 pero no empecé hasta noviembre. Lo que pasa es que, al ser una procrastinadora nata (montada), no quise dejar para mañana lo que podía hacer pasado mañana, así que procrastiné en cuanto pude y me dediqué a leer de la manera más placentera que supe. Y es que en noviembre pensaba que aún quedaba mucho tiempo, ay, qué equivocada estaba. Luego me pasó que en diciembre tuve mucho trabajo de lo mío y no hice prácticamente nada, así que al final lo gordo y adiposo se concentró más bien en enero y febrero. En marzo, las correcciones, y en junio en las librerías!
P. ¿Cuántos libros crees que has leído a la búsqueda y captura de fechas? Aproximadamente, claro… ¿Y los leías enteros o en diagonal?
R. Pues, en diagonal todos y en horizontal diría que unos sesenta o setenta, entre novelas, cómics, relatos, etcétera, durante ese tiempo. Sin contar los que ya me había leído, claro, como clásicos o como los de Harry Potter, El guardián entre el centeno, El curioso incidente del perro a medianoche, El invitado del Día de Acción de Gracias (que tanto me ha gustado incluir), Mi familia y otros animales, Persépolis o los de Edward Gorey, por nombrar algunos ya leídos. Y luego están los que leías o repasabas y no tenían fechas, que son menos, pero haberlos haylos, aunque no sabría decirte cuántos. Naturalmente, los que me leí en diagonal ahora lo hago de pe a pa. Y los que no me pude leer yo, en esta labor tuve a la mejor ayudanta del mundo, mi María, que se leyó en horizontal los que yo ojeaba con hache y sin hache en vertical y en diagonal, y luego me los explicaba en perpendicular y en redondo largo y sentada. Su ayuda es inestimable. De hecho, quise que constara como coautora pero se negó porque decía que ella no había escrito nada. Sin embargo, sin ella la agenda no sería lo que es, y yo creo que la coautoría consiste en eso, en un trabajo que se hace en gran parte entre dos aunque cada cual tenga sus funciones. Así que la reivindico.
P. ¿Cómo lo hacías? ¿Tenías un calendario e ibas rellenando? ¿Un Excel?
R. ¡Ay, diosss, has nombrado al diablo! ¡El Excel! El Excel es lo que quería José que tuviera, pero para escribir va mejor el Word, así que me hice mi calendario de Word con una plantilla de esas de molde sin corteza que ya están hechas. Y yo iba escribiendo ahí, tan contenta. Cuando se lo pasé, José me dijo que era mejor tenerlo en Excel y lo volcó él mismo, pero a mí me fue peor luego para redactar, porque había que ir abriendo las casillas, no me dejaba contar espacios ni fijar el estilo, con el traslado se perdieron las cursivas, etcétera. Bueno, un lío. Pero al final fue bueno porque, al pasarlo a Excel, José se dio cuenta de que yo me había equivocado y había usado una plantilla del calendario del año pasado, con lo cual hubo que correr todas las fechas un día y por lo tanto tuve que cambiar alguna del tipo «el último viernes de abril...». Qué horror, ¡a buscar sustitutas! Parecía que no fuera a acabar nunca. ¡Anna y yo tenemos una guerra particular con el Excel, ja, ja, ja! No nos gusta nada, pero entiendo que para José sea más práctico. En todo caso, ahora nos debe un par de cañas y unas croquetas, creo.
P. ¿Algún truco para encontrar fechas en los libros?
R. Pues sentarse en las bibliotecas a ojear y hojear hasta que das con una fecha y, oh, una joya que aprovecho la ocasión para publicitar: la Open Library, que es una biblioteca digital que recoge libros de las mayores bibliotecas del mundo desde 2007. Y funciona tal que así, como una biblioteca. Pides en préstamo un libro y lo puedes leer durante una semana, ya sea en PDF, en línea o mediante un programita de Adobe que ellos mismos facilitan de forma gratuita. Es fantástica. Y hay libros en varios idiomas, en español también, aunque la mayoría son en inglés. Buscar fechas así era mucho más fácil. Cuando encontraba una que podía servirme en inglés, la traducía yo misma o, si había que comprobar algún dato de la traducción «oficial» consolidada en español, me pedía después el libro en una biblioteca de aquí.
Nada
P. ¿Alguna norma o regla (autoimpuesta o impuesta por otros) que tuvieras que seguir? ¿Algún texto o fecha vetada o censurada? ¡Queremos polémica!R. Mmm, no, normas no (¡aparte del Excel, ja ja!). Tuve que recortar mis textos, eso sí, porque no cabían, y supongo que por el camino se perdió algo, pero era inevitable. Un libro polémico, sí. Me leí Nada, de Janne Teller, y me quedé... Creo que aún no tengo palabras, y sé que despierta mucha polémica, pero en el fondo para mí habla de la escasa aceptación social de la individualidad y de cómo la masa, la gente que se junta en un grupo atávico y se olvida del pensamiento individual, de la libertad de cada cual, puede llegar a hacer cosas atroces en nombre de la unicidad de pensamiento. No sabía si incluirlo o no, aunque es un libro que se concibió como juvenil y ha ganado varios premios de LIJ en varios países tras una tortuosa trayectoria. Pero, dada su naturaleza, que podría recordar, por ejemplo, a El Señor de las moscas, no sabía si incluirlo o no. José me dijo que sí y se incluyó, pero aún tengo mis dudas.
P. Me consta (je je) que has tenido a un pequeño ejército de colaboradores buscando fechas en libros... ¿alguna anécdota al respecto? Algo gracioso o que recuerdes con cariño o curioso o...
R. Bueno, no un ejército, ja, ja. La verdad es que quien más fechas me proporcionó fuisteis tú y otra bibliotecaria, Vicky García Triguero. Anna Folqué también me mandó unas cuantas (Anna y yo tenemos un fuego cruzado de citas para nuestras agendas, es algo muy bonito y nos entendemos muy bien, porque ambas sabemos cómo es esto, y hay fechas mías en su agenda y fechas suyas en la mía). Luego es verdad que varios amigos me mandaron una o dos, o a lo mejor me recomendaron libros en los que a veces no había ninguna o no se podía aprovechar, y otros que me enseñaron modelos de agendas escolares o que me aclararon algo sobre el tema. Algo muy simpático fueron los niños y adolescentes que se entusiasmaron y me descubrieron algún libro que les gustaba. Si después encontraba fechas o no (hubo de todo) en esas obras que me citaban amigos y amiguitos, ya era lo de menos, porque solo el hecho de recomendármelos o de interesarse por el trabajo que hacía, de compartir el entusiasmo por la lectura o charlar conmigo sobre LIJ fue muy hermoso, y agradecí mucho cualquier gesto. Que recuerde con cariño, pues todo eso, todo. Lo tuyo, que fue muy generoso (¡abrir un Google Docs!); lo de Vicky, que se entregó a buscarme libros un sábado en Vapor Vell; el apoyo de Anna, por supuesto; el haber descubierto Las ventajas de ser un marginado gracias a Sabrina Atanasiu, que con trece años se lo había leído tres veces y que es una lectora empedernida que contagia su emoción (y ver eso te llena de esperanza); mi amigo Machiel, que se quedó conmigo una noche charlando sobre libros mientras dos personas pecadoras que no se nombran se quedaron fritas en el sofá, ja ja... No sé, muchos momentos. Marta Gómez Mata también, que se enganchó a Los juegos del hambre y me descubrió varios fragmentos. Bueno, no quiero nombrar a nadie más porque me dejaré a alguien y me arrepentiré. Así que esto va por todos.
P. En general, ¿has disfrutado de la búsqueda de fechas?
R. Sí, en general sí. La verdad es que me encanta hacerlo. Lo malo era la falta de tiempo y que el libro tuviera que estar listo en una fecha (precisamente) concreta y próxima. Si esto lo haces a tu aire o como afición de por vida creo que sería solo placeres. La única amargura consistía en el tiempo. Bueno, y en encontrar siete fechas para un día y ninguna para el siguiente. Cosas así, ja ja.
P. ¿Crees que podrás volver a leer LIJ sin buscar fechas, o esto ya es hasta que la muerte os separe?
R. No, creo que jamás podré leer ya un libro sin fijarme en las fechas. Ahora para mí hay dos tipos de escritores, los que ponen fechas y los desalmados que te sueltan que era «una deliciosa tarde de abril...».
Adrian Mole
P. ¿Alguna fecha a la que tengas especial cariño y por qué?R. Pues varias, sí, muchas. Las de Adrian Mole porque me robó el corazón, pero muchas otras. La del 28 de agosto porque contiene un tema que llevo años estudiando, que es la continuación de una idea a través de los libros o el arte. Pero lo cierto es que muchas, y aunque no quisiera citarlas porque seguro que me olvido de alguna y luego me regaño, pues, no sé, las de Calpurnia (oh, qué libro); Un puente hacia Terabithia; El perro que corría hacia una estrella; las de Roald Dahl y Nesquens; las de Las ventajas de ser un marginado; las de Begoña Oro, porque pensaba que no iba a encontrar de ella; la de Marta Gómez Mata porque, entre otras cosas, comparte el tema de la metaficción de mi otro libro, Los poetas que no fueron, y por eso en mi mente están unidos y es bello; las de Manolito o Nicolás, que son tan graciosos; la de El coleccionista de relojes extraordinarios, porque me enganchó como un thriller y porque también perseguí a Laura Gallego y ya creía que no daría con ninguna fecha en sus libros; las de Pippi o las de autoras como Chrsitine Nöstlinger o Tove Jansson. Uf, creo que la lista sería interminable.
P. ¿Alguna fecha que te haya costado mucho encontrar?
R. Pues, curiosamente, y en esto coincidimos Anna y yo, las del mes de febrero. Al parecer a los escritores no se les ocurre que puedan suceder muchas cosas en una fecha determinada y precisa de febrero. Luego recuerdo la del 13 de diciembre, que tuve que cambiar a ultimísima hora porque me di cuenta de que estaba mal. Había una sobre el viernes 13 de Crónicas vampíricas III y resulta que el 13 donde estaba era sábado. No hubo tiempo de nada y Verne, que era un santo varón entregado a detallar con total exactitud en qué fecha sucedía cualquier cosa, me salvó del escollo.
Pippi
P. La primera y la última fecha que encontraste.R. La primera puede que fuera una de Pippi, que me hizo especial ilusión encontrar, dado que alguien me dijo que allí no encontraría ninguna, y, bueno, no se me puede decir eso. Lo recuerdo muy bien porque era el día en que vino un señor a instalar la fibra óptica (nos acabábamos de mudar) y al parecer no tenía la labor muy clara porque estuvo en casa ocho horas y se fue sin conseguirlo. Al final tuve que echarlo, literalmente y nada literariamente, muy a mi pesar, porque yo tenía que salir, puesto que debía asistir precisamente a la presentación en Laie de la agenda de Anna, y el hombre se quería quedar a toda costa (fue rarísimo). Volvió al día siguiente. Recuerdo que ese día me senté en una silla a leer Pippi mientras él hacía y luego deshacía lo que había hecho y maldecía a personas que yo no veía y que, probablemente, no estaban allí. Pero yo era feliz porque encontré fechas en Pippi, que era mi héroa (sí, héroa; fuera heroínas, que parece que son como chiquitas) de la infancia.
P. ¿Para qué día encontraste más fechas?
R. Descartando las de Nochebuena, Navidad, Noche Vieja y Año Nuevo o fechas señaladas, para las que siempre hay bastantes, creo que para el 5 y el 7 de septiembre, para el 12 de septiembre, para el 1 de mayo, para el 5 y el 6 de junio, varios días de agosto... No sé, era habitual tener muchas para un día y ninguna para el anterior o el siguiente. Eso era una lata.
P. ¿Existe fecha literaria para el próximo 29 de febrero?
R. ¿Te puedes creer que recuerdo haber encontrado dos y ahora solo localizo una? Debería comprobar si hay una en Las torres de febrero, pero ahora solo puedo ofrecerte la que hallé en La isla misteriosa:
«Al día siguiente, 29 de febrero, los colonos, abandonando el litoral, donde más allá de la desembocadura se acumulaban tan pintorescamente basaltos de todas formas, subieron el curso del río por su orilla izquierda...».
Pero de momento me gusta más la que encontró Anna en La montaña Mágica para Los libros y los días. Es fabulosa.
Nicolas
P. ¿Alguna fecha que te haya dado pena descartar?R. Pues sí, me dio mucha pena descartar la del pequeño Nicolás para Nochebuena, pero tenía una de Shel Silverstein que quería incluir a toda costa y, como ya había otra de Nicolás, me decanté por Silverstein porque, aunque también hay otra de él, quería que la poesía infantil estuviera presente y por desgracia no encontré casi fechas en poemas. Pero la cita de Nicolás es divertidísima. Cuenta que Nicolás dice a Alcestes que en Nochebuena en su casa esperan en la mesa a su abuela, a su tía Dorotea y a tito Eugenio. Pues nosotros, dice el comelón Alcestes, «esperamos a la mesa pavo y morcilla blanca». Pertenece a ¡Antes de Navidad, es genial!, del libro El chiste del pequeño Nicolás, de Jean-Jacques Sempé y René Goscinny. Es la monda. Quizá la pueda combinar el año que viene con una fórmula mágica que me permita incluir ambas. Ya se me ocurrió combinar varias para Navidad y algunas parejas en otras fechas, pero con la de Silverstein no pude hacer eso porque quise redactarla en verso para conservar algo de su naturaleza y el espacio no dio.
P. ¿Qué autor te gustaría que leyera tu reinterpretación de su fecha?
R. Pues todos, ja ja. Algunos ya no pueden, por desgracia para mí (bueno, y sobre todo para ellos, no por no leerme sino por no estar entre los vivos, claro). No sé, sería muy agradable que alguno la leyera y le gustara como está. Me consta que a Marta Gómez Mata, autora de Un mundo de mamás fantásticas, le gusta mucho la suya. Eso ya me hace feliz.
P. ¿Y si llega a fallarte algún día? ¿Te planteaste que fuera posible?
R. Sí, claro, hasta llegas a soñar con eso, o peor: ¡a no dormir por eso, ja ja! Pero, gracias a la moda de los diarios juveniles supe que era difícil que eso pasara. Y a los clásicos también, naturalmente. Era un recurso del que procuré echar mano lo menos posible pero que en algún momento fue del todo inevitable. Con el tiempo espero poder corregir eso y que al final se repitan los menos libros posibles.
P. ¿Algún autor al que "perseguiste" sin llegar a encontrar ninguna fecha?
R. Pues sí, perseguí a Neil Gaiman y a Maurice Sendak. También un poco a Oliver Jeffers, que ahora recuerde. De momento no he encontrado fechas en sus libros, pero me propongo leerlos todos una y otra vez hasta que aflore una, como el que tiene fe.
10 de agosto
P. ¿Qué obra aparece más veces?
R. Diría que El diario secreto de Adrian Mole, que aparece seis veces. Se acusa mi debilidad por Adrian.
P. ¿Y cuál es tu pareja de fechas favorita?
R. Ah, ¿te refieres a las fechas que incluyen dos obras? Pues, a ver, me resulta muy simpática la del 10 de agosto, que une Peanuts, de Charles M. Schulz, y a Manolito, de Elvira Lindo. También la del 7 de agosto, que combina Las crónicas de Narnia, de C. S. Lewis, y La llegada del cometa, de Tove Jansson.
P. Y ya para acabar, ¿qué te gustaría que hicieran los lectores de la agenda?
a) salir a buscar TUS libros.
b) salir a buscar los libros de los autores que aparecen en la agenda.
R. Ja ja. A ver, yo libros publicados de momento solo tengo este y Los poetas que no fueron, también en Thule. No digo que no me gustaría que a alguien le apeteciera leerlo, por supuesto, pero el objetivo principal de este libro-agenda es otro, es que los lectores disfruten con citas que les recuerden lo bien que lo pasaron leyendo tal o cual libro y les entren ganas de releerlo o bien que les descubran otros por leer, la maravilla que se abre con cada libro, la espléndida felicidad que se obtiene simplemente de leer, que es una cosa aparentemente tan sencilla y al alcance prácticamente de todos, entre otras cosas, gracias a las bibliotecas públicas, que son fenomenales. Y ya no te hablo de un objetivo meramente didáctico o pedagógico, sino del disfrute, del placer y la diversión inmensos que se derivan de leer, de irse a otros mundos sin moverse de la silla o el sofá, la playa o el campo. Y espero que la Agenda del estudiante para 2014-2015 logre ese objetivo, y por eso he tratado de que fuera lo más variada posible, que contuviera un poco de todo, para compartir lecturas y hablar de ellas. Se puede mejorar y estoy en ello (para la del año que viene si se tercia), pero creo que sí hay algo para todo el mundo. O eso espero.
También yo lo espero… y espero ver la edición ampliada y mejorada de la agenda el año que viene y muchos otros años a partir de ahora en nuestras librerías.
[Esta entrevista ha sido realizada por correo electrónico. Quiero darle las gracias a Carmen por el tiempo que le ha dedicado – me ha ayudado más allá de lo necesario a traducirla al catalán para poder publicarla en Llibres al replà – y pedirle perdón, a ella y a vosotros, lectores, por las erratas que se me hayan podido colar. Antes de acabar, y para aquellos que hayáis llegado hasta aquí, deciros que si queréis participar en el sorteo de un ejemplar de la agenda en catalán, cortesía de Carmen y la editorial Thule, podéis acercaros a esta entrada de Llibres al replà y dejar un comentario – encontraréis las condiciones al final de la entrevista. Gracias por visitar y leer!]