De todos modos, tiene razón en algo la presidenta de la Comunidad de Madrid, y es que determinados actos se tipifican en el Código Penal, y la tolerancia, por bien entendida que sea, no supone la permisividad para superar la ley cuando se nos antoje. Teniendo en cuenta el peculiar carácter nacional, nada como meter la mano en el bolsillo a los sufridos ciudadanos, para tornar cañas las lanzas y mermar la vehemencia de las ideas, si sostenerlas cuesta algo más que gratis. Ejemplares sanciones a quienes vayan más allá del marco permitido por las normas, es la solución a un problema que, por su propia naturaleza, no debería haber llegado a serlo.
Hace unos años, unos jóvenes gamberretes españoles, quemaron unas banderas, motivo por el que fueron inmediatamente encarcelados, siendo necesarias gestiones diplomáticas y la presión de los medios de comunicación, para poder regresar a su país evitando cumplir una pena ejemplar. Sus declaraciones a la llegada no pudieron ser más tristes: “No sabíamos que era tan grave”. O sea, en España quemar banderas y fotografías del Rey en las Ramblas a plena luz del día, es gratis total, por lo que más de uno piensa que puede hacer lo mismo más allá de esta piel de toro en la que todo vale, y resulta que no es así. Ahora, la autoridad competente tiene el remedio fácil a la provocación: Aplicar la ley. Sin más. Sin menos. Se sanciona a quienes sean merecedores de ello y se instrumentan las medidas necesarias para cobrar las multas. Verán ustedes como las ideas pierden fuelle antes que las carteras esos euros que tanto nos cuesta ganar.