Iñaki Gabilondo, que durante décadas fue el sumo sacerdote radiofónico matutino de la España llamada progre, que es bastante simplona porque carece de formación ideológica, calló de repente para irse a la televisión y sus millones de fieles se quedaron sin la voz que creaba sus opiniones y regía sus ideas y razonamientos.
Dejó vacío y confusión: su sustituto, Carles Francino, no está acreditado aún como activista de las buenas causas. Parece incapaz de comunicar con talante amable las ideas contundentes, nunca grises, de Iñaki. Como, por ejemplo, mantener inexpugnable el axioma de que Bush, Blair, y el expresidente Aznar y sus simpatizantes son causantes del cambio climático, de las guerras y de la pobreza en el mundo.
Iñaki no decía exactamente eso, pero sin salirse de su tono paternal y biempensante lograba que la audiencia razonara así. Algunos de sus seguidores más exaltados se calentaban, zaherían, y hasta en alguna ocasión agredían, a los políticos derechistas. Hechos que, como eran noticia, adquirían efecto multiplicador.
Así fue como Gabilondo hizo más para que ZP llegara a presidente del Gobierno que el propio ZP, que es el radioyente-tipo de Iñaki, esa media España que siempre obedeció lo que el comunicador sugería sin preguntarse por qué.
Ahora, sin Gabilondo, parece que parte de la audiencia está yéndose a otras antenas, como Onda CERO y a la horripilante COPE.
En la primera está Carlos Herrera, inteligente y divertido, un centroderechista que sabe hacer que muchos izquierdistas duden de sus ideas.
En la COPE, ay, habita el ogro: Federico Jiménez Losantos. Exrojo que fue cocinero chino de los platos maoístas antes que fraile, mordaz y cargado de mala intención, está aserrando el edificio del Gobierno. La dialéctica marxista-leninista-pensamiento Mao Zedong aplicada a la lucha contra el gochismo gubernamental es demoledora, y por eso está haciendo chop shuey con ZP, al que tiene desmoralizado.
Los jefes de Gabilondo y el Gobierno le exigen por amor de Dios a los curas, dueños de la COPE, la cabeza de Jiménez Losantos el Bautista.
Y o los curas le cortan la cabeza al apasionado informador, o el poder le corta la cabeza y las emisoras a los curas. Así que la onda --media y FM-- está poniéndose apasionante.